DENUNCIA VECINAL
El lamentable estado de la antigua cárcel
Las instalaciones que un día albergaron el antiguo centro penitenciario se han convertido en un foco de suciedad e inseguridad para los vecinos, que denuncian el abandono al que está sometido este emblemático edificio, que ha sido desvalijado y hecho chatarra. El Ayuntamiento de Huelva asegura que aún no tiene la titularidad del mismo.
De escenario de película –parte de ‘La voz dormida’, de Benito Zambrano, se rodó allí en 2011- a auténtico vertedero, foco de insalubridad y de inseguridad para los vecinos, que ya no saben a quién denunciar esta situación. La antigua prisión provincial de Huelva se cae a trozos. Literal.
Porque a trozos la están desmontando, según ha podido corroborar in situ huelva24.com. Convertida en una cárcel sin barrotes por obra y gracia de los chatarreros que, con total impunidad, han ido entrando y arrancando las puertas de todas y cada una de las celdas. En un recorrido por el interior de la prisión –que puede realizar cualquiera- apenas se adivina lo que fue: las oficinas de los funcionarios, la capilla, la enfermería, el comedor o los distintos corredores. Todos los rincones han sido desvalijados y sobre el suelo no queda ni un hueco sin cristales rotos o porquería.
El imponente edificio, en el corazón de uno de los barrios más populosos de la ciudad, en la avenida Federico Molina, se levanta hoy como una amenaza para los vecinos de los alrededores, que en los últimos años, según han relatado a este periódico, han visto cómo “aparcaban furgonetas en la puerta y se marchaban cargada de material para vender como chatarra”. Efectivamente, en el interior no queda un centímetro de cableado, y todo lo que se puede suponer de metal ha sido arrancado.
En los 3.624 metros cuadrados que ocupan las instalaciones de la antigua prisión provincial conviven gatos y malas hierbas con los restos del mobiliario que en su día vistió la cárcel. Colchones, inodoros, lavabos, e incluso los carretes de películas que en su día servirían para entretener a los internos conforman actualmente un vertedero en miniatura. En sus rincones se advierten las marcas de los múltiples incendios que han afectado al edificio en los últimos años, aunque los muros siguen firmes esperando que alguien vuelva a dotarlos de sentido.
“Esto es una pena cómo está”, comenta Juan José, uno de los vecinos de la zona que ha denunciado a huelva24.com el estado en el que se encuentra la cárcel. “Con todas las posibilidades que brinda un edificio como éste, en un barrio con una población tan grande, y que estén dejando que lo destruyan”, apunta.
Como otros muchos de sus vecinos y de los propietarios de los negocios que se encuentran en los alrededores del edificio, Juan José denuncia “el peligro” que supone para todos ellos este abandono. “Aquí hay incendios cada dos por tres, y con toda la basura que hay dentro arde rápido”, explica. “Tanta basura es un foco de insalubridad, por no hablar de que aquí dentro se puede meter cualquiera, porque de hecho ya ha pasado”.
En efecto, entre los muros de la cárcel aún se encuentran las huellas de los que la han utilizado como refugio, escondite, o incluso hogar. De hecho, en lo que en su momento fueron las casas que habitaban los funcionarios de prisiones, en un edifico anexo pero integrado dentro del complejo, podemos encontrar hoy por hoy gente viviendo. Personas que según los vecinos “no molestan, por el momento no han dado ningún problema”, y que han decidido ocupar un espacio al que ninguna administración parece querer dar uso a corto plazo.
La titularidad, en el aire
Personas que cuando ven la cámara de huelva24.com ironizan y nos preguntan si venimos “con el alcalde”. Porque es a él a quién consideran en el barrio el culpable de esta situación.
“Esto es el Ayuntamiento el que lo tendría que poner bien”, aseguran los vecinos, pese a que fuentes municipales indican que ellos, hoy por hoy, no pueden hacer nada, pues aún no cuentan con la titularidad del edificio, aunque la misma esté en proceso. Un proceso que se extiende en el tiempo desde 2006, cuando el consistorio firmó con Instituciones Penitenciarias un convenio de permuta a cambio de una parcela para la construcción de un centro de inserción social, ya en funcionamiento.
Desde entonces se vienen sucediendo los “trámites” para que el Ayuntamiento de Huelva se convierta en el propietario de las instalaciones, que sin embargo hoy seguirían dependiendo de Instituciones Penitenciarias. “No tenemos aún ni escrituras ni llaves”, señalan desde el consistorio, que pone de este modo el balón sobre el tejado de otra administración.
La antigua prisión provincial –lo fue hasta 1996- fue construida en 1930 por Pérez Carasa, que se basó en las cárceles modelo que habían empezado a proliferar por el país. Recientemente fue catalogada como Lugar de Memoria Histórica por la Junta de Andalucía, homenajeando a los republicanos que fueron represaliados en sus celdas y, sobre todo, a los homosexuales que fueron apresados por el mero hecho de serlo. De hecho, la cárcel de Huelva estaba considerada un centro especializado en la “rehabilitación de homosexuales”, por lo que durante el Franquismo muchos fueron encerrados allí.
Allí donde hoy se acumulan escombros y suciedad, mientras los vecinos claman por la recuperación de un lugar emblemático y que ofrece al entorno multitud de posibilidades.