'LA CARTA PERDIDA DESDE LOS OCHENTA'

Pulir y dar esplendor

José Antonio Ruiz, un hombre de teatro donde los haya, puede hacer buena hasta una comedia menor con aires de melodrama como este de la carta perdida de Ana Graciani, previsible y lineal en grado sumo. Si además está acompañado de dos buenos músicos sobre el escenario, pues mejor que mejor.

Pulir y dar esplendor

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John Conde y una guitarra de muchísima clase y calidad hicieron buenos hasta los temas comerciales de los ochenta, de aquellos años en que en Madrid supuestamente había una contracultura de órdago cuando lo que había era lo mismo que en todos lados, una sociedad que vivía sus mejores años en siglos, en cuanto a la posesión de bienes materiales o de consumo, y que decidió vivir a tope, quiere decirse haciendo el gilipollas con el jaco metido en vena y las noches interminables con ginebra de garrafón. Contracultural le llamaban a eso. Y un mojón.

Aunque alguno ya empieza a dudar del hecho contracultural de aquello que se denominó Movida de Madrid, lo cierto es que la insistencia lo ha ido convirtiendo en realidad. Los medios de producción mayoritariamente instalados en las décadas de los setenta y ochenta en la capital de España, la centralidad de los medios de –si exceptuamos una realidad como la catalana, o más bien la barcelonesa–, el centralismo, en suma, hicieron posible que ese presunto movimiento con halos de intelectualidad se haya ido magnificando con el paso de los años. Ana Graciani, presidenta y miembro destacado de instituciones culturales de lo más variopintas, desde la controvertida Sociedad General de Autores, hasta una Asociación Andaluza de Mujeres de los Medios Audiovisuales, escribió y dirigió a mediados de la pasada década este melodrama con la celebrada Movida de fondo. Quiso mostrar la cara y la cruz de ese momento concreto. La historia de un jovencito que cae en manos de la heroína trufada de canciones que todos recordamos, no porque hayamos sido fieles a esa música tan comercial y ramplona, sino porque no ha parado de sonar en la radio del coche, en los más diversos programas de televisión y hasta en los bares de copas. Quién no ha oído alguna vez lo de una señora ya mayor que por entonces movía la tibia y el peroné, o el otro que andaba cantando que los lugares más estupendos son los bares y el calor del amor en un bar. Pues a esas pegadizas canciones le introduce la autora albaceteña una extraviada carta que una mamá –en la versión del Ruiz es el papá– le escribe a su hijo en los ochenta para construir un relato más de la Movida. Una carta que nunca llegó a su destinatario porque el chaval acaba en un descampado con una aguja prendida del brazo. Chungo. Mala cosa. Aquello sí que fue una desgracia y de las gordas además. 

Pero hasta con este material se puede hacer una buena pieza. José Antonio Ruiz ha tomado aquella obra que tuvo sus buenos dos años en el madrileño teatro Lara, para pulirla y poder construir una obra de teatro, o un musical, que por ahí anda la cosa, entretenida y bastante decente. Desde luego, lo mejor de todo es ver moverse por el escenario a José Antonio Ruiz, autor de la mejorada versión de la obra, y también a un fenomenal músico, John Conde, junto a un cantante, Javi Manzano, que hizo muy bien su papel, no sólo en el modo y manera de interpretar aquellas baladas ochenteras, sino en el comulgar con el público hasta el punto de levantarlos de las butacas para saltar. Para saltar y bailar con él. El público se lo pasó bien.

Concierto teatralizado

Han introducido algunas canciones más en esta versión de la pieza de la Graciani. Han recortado texto también para dar más alegría a la obrita y contando con los arreglos de John Conde, la mar de apañados, hacer que la obra mejore todo lo posible, darle esplendor. Absolutamente correcta la escenografía y la iluminación, dignas de mención. Lo que vimos el viernes en el Gran Teatro de Huelva es un producto bien terminado. Teatro y música, o música teatralizada con un solo actor en el programa, pero tres en realidad, porque el músico y el cantante también dieron lo suyo. Un actor sobre las tablas al que conocemos sobradamente, un José Antonio Ruiz, que por estos sures peninsulares no necesita presentación alguna. Un pedazo de actor.

LA CARTA PERDIDA DESDE LOS OCHENTA de Ana Graciani.

Dirección: José Antonio Ruiz. Música y arreglos: John Conde. Voz: Javi Manzano. Voz en off: Manuel Domínguez. Intérprete: José Antonio Ruiz.

Gran Teatro de Huelva. Aforo: 600 localidades (Muy buena entrada, casi lleno); 3 de noviembre, 2022. El público se lo pasó de lo lindo, acompañó la música y coreó algunos de los archiconocidos temas de los ochenta.

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