ESTE JUEVES Y VIERNES EN ‘VOLVIÓ UNA NOCHE’

Beatriz Carvajal y Berta Hernández, ‘suegra y nuera’ de sonrisa convincente en el Gran Teatro

Dispuestas a conectar con la sonrisa de los onubenses, cómplices en convencer y conmover, prometen una obra con humor y amor con 'Volvió una noche'. Beatriz Carvajal ejerce de suegra en una situación “surrealista pero muy realista”, indica. Berta Hernández lo hace de nuera intuyendo que en la vida de su novio hay otra mujer y que el público 'se lo pasará bomba'.

Beatriz Carvajal y Berta Hernández, ‘suegra y nuera’ de sonrisa convincente en el Gran Teatro

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Beatriz Carvajal y Berta Hernández, ‘suegra y nuera’ de sonrisa convincente en el Gran Teatro

   Quien vive con humor está preparado para amortiguar los golpes de la vida y para apreciar los momentos dulces. Beatriz Carvajal (Madrid, 1949) y Berta Hernández (Huelva, 1980) son dos actrices de distinta generación pero cómplices contemporáneas en el arte de transmitir sobre el escenario y fuera de él mucha positividad. Con sus bellezas distintas, con sus dispares experiencias y formas de expresión, convergen este jueves y este viernes en el Gran Teatro para representar con todo su talento y emoción la obra ‘Volvió una noche’, una comedia que promete diversión y que deja reflexiones tras la huella de las carcajadas. En huelvatickets.com y en la taquilla del teatro aún hay entradas disponibles para las dos sesiones de una función “muy bonita con la que se lo van a pasar bomba”, garantiza la onubense. En las distancias cortas conquistan de igual manera, con miradas y sonrisas que hacen confortable la conversación, con simpatía, sencillez y sentido común, pero sobre todo evidenciando cuánto aman su profesión y cuánto afán tienen por compartir con el público su pasión, para que una función sea un oasis de felicidad. La dificultad y la magia de su oficio está en encarnar otras vidas con veracidad, en liberar sonrisas con naturalidad y tocar el alma, en conmover y convencer, el ineludible requisito para llamarse actor o actriz con todas las letras. En la obra son futura suegra y nuera y sin entrar en batalla no se llevan nada bien. A pie de calle congenian a las mil maravillas, aprenden la una de la otra, se tiran flores y claman por una obra cara a cara. Beatriz sabe más de la vida y la interpretación y Berta sigue sus pasos, pero ahora están en territorio onubenses y es ella, tan enamorada de su tierra, la que ejerce de gran anfitriona y guía constante. Beatriz Carvajal, a la que le gusta sentir que la gente por la calle la trate como alguien de su familia, asegura a huelva24.com que la obra es “surrealista pero muy realista”. El surrealismo estriba en que cuando comienza la función su personaje, una mujer que lleva muerta diez años, tira su lápida y vuelve fantasmal a su hogar cuando su hijo le cuenta que se va a casar. “Luego se convierte en una cosa muy realista y es que se planta a vivir en casa del hijo, que es el único que la ve y hay muchas confusiones con cosas que de repente le contesta a su madre delante de personas que no la pueden ver”. Este es el planteamiento inicial en una obra con “mucho humor y amor” para contar “esta cosa de los padres cerril de dominar a los hijos y controlar su vida. Cada uno tiene derecho a casarse con quien quiera y a ser lo que quiera ser y no lo que quieran los padres”. Eso sí, tiene “un final muy bonito y muy tierno, muy estupendo”, subraya Carvajal. Ella que se subió a un escenario con 15 años y atesora 54 de trayectoria, ha tenido papeles de múltiples perfiles y duda acerca de si hacer de fantasma era de los pocos que le faltaban en su colección. “Es verdad que hecho muchos papeles y a lo mejor he hecho ya de muerta, no lo recuerdo. He hecho recientemente un papel en la serie ‘Monteperdido’ que aún no se sabe si es un personaje real o no y parece que se van a inflar a darme papeles fantasmas ahora para ver cómo lo hago. Pues creo que resucito bien”, afirma. Como explica Berta Hernández, onubense que siempre es profeta en su tierra, el autor de la obra, Eduardo Rovner, la escribió “a raíz de un sueño que tuvo en el que aparecía su madre, a la que estaba muy unido, y soñó que volvía de la tumba a intentar manejarlo y manipular su vida”. Y es que en la obra el humor se plantea como vehículo para tratar asuntos serios, como la muerte y los problemas de las relaciones personales. Beatriz rescata una gran frase suya que da sentido al arte de la risa: “el humor es darle la vuelta a lo que te duele para soportarlo. Creo que esta función cumple eso. Vivimos situaciones muy dañinas y duras y todo en clave de humor, porque plantearlo en su medida sería cruel y Eduardo Rovner por eso lo planteó como una comedia”. En este lenguaje cómico la experiencia con el público está siendo para ellas “muy buena, se meten bastante en la historia y acompañan a los personajes por todos los sitios. El único personaje que ve a la madre muerta es Manu, su hijo, pero el público es cómplice de eso. Empatiza con los personajes y la obra te va llevando por un camino de emociones, con risas, pero tiene también un pellizquito de emoción que hizo que al ensayar lloráramos y que dijéramos que ojalá ese momento se pudiera sentir”, expresa Berta. Añade Beatriz que los asistentes “se ríen mucho, aplauden muchas escenas, y la complicidad con el público es lo que tiene el teatro. Berta y yo no nos vemos en toda la obra, no interactuamos. Ella tiene escenas con Manu, pero hay una casi final en la que ya entro y veo quién es y la gente hace “¡ah!, ¡uh!,”… se dice, cuando vea a la madre la que va a liar…”. También indica que hay lágrimas a veces en las butacas, porque “es emocionante pensar en volver a ver a tu madre. Yo he perdido a mi padre y mi madre y no los veo, cuando hay gente que los ve a los pies de la cama o fumándose un puro. Es una situación divertida, jodida, pero muy apetecible. Yo pienso volver y os vais a enterar”, acaba señalando entre risas. En cuanto a cómo es trabajar la una con la otra, Hernández dice con guasa que es “un horror, yo lo estoy pasando fatal…” En realidad, para ella “tener a Beatriz y compartir función y gira con ella es una gozada. Se aprende tanto de ella, es un regalazo”. Su pena está en que no cruzan diálogos, aunque en los de Berta, Dolly en la escena, con Manu (Carlos Santos) está presente sin saber quién es. “Mi personaje es inocentona y lo único que quiere es que la quieran. Ella sabe todo el rato que pasa algo y piensa que Manu la engaña con otra mujer”. Carvajal dice en la misma línea que “no coincidimos y es una faena y por eso pedimos una función cara a cara. Berta es una actriz espléndida, que canta, que baila, que puede hacer cincuenta cosas y me apetece mucho. Ha hecho un personajazo, porque es una tía seria y normal y ha hecho una pava fantástica y se lo ha trabajado ella para ser una Dolly deliciosa y mi hijo es un buenazo que la quiere muchísimo”. Alaba cómo canta Berta porque también lo hace en la obra, como en ‘Volvió una noche’, un tango que cantó Gardel y borda en un bolero o con un ‘Quizás, quizás’ que arrastra al público, como resalta Beatriz. Y Berta no puede estar más feliz, pues “siempre que puedo unir cantar con la interpretación para mí es un pack maravilloso”. Su suegra teatral lo tiene claro: “Canta como los ángeles y si la oyes con la guitarrita ya… dices qué gusto tiene por Dios, qué voz”. El papel de Manu (Carlos Santos) es el que hace de bisagra entre las dos. Carvajal señala que “la madre quiere conocer a Dolly para darle el visto bueno. Ella es una chica moderna y lleva sus faldas cortitas y él no quiere que su madre vea a su Dolly”, que como apunta Hernández “igual no es el prototipo de mujer que la madre querría conocer. Él tiene un dilema, no quiere apartarme de su vida pero actúa de una manera bastante extraña y rara y ella tan tonta no es y le dice si quiere parar la boda por lo que le pasa”. Un matrimonio artístico muy feliz es el que tiene ella con el público onubense, que espera se  perpetúe. “Me gustaría que guste la obra en Huelva. Llenamos con ‘Climax’ y ‘La vida resuelta’ y esta vez son dos días y es más complicado llenar. Siempre que vengo a Huelva me gusta compartir lo que estoy haciendo, pero en esta ocasión de verdad que esta función para mí es especial y creo que a la gente le va a gustar mucho. Me hace mucha ilusión”. La ilusión es tan compartida por las dos intérpretes femeninas de la representación que están cien por cien volcadas en esta gira teatral, que seguirá el año que viene también, y no tienen otros trabajos entre manos, salvo la mencionada deseada obra en la que confluirán. “Voy hacer una segunda temporada de ‘Monteperdido’ y hay proyectos, pero estoy centrada en la obra ahora mismo y en buscar esa función juntas”, señala Beatriz, a lo que agrega Berta que “hay que encontrar esa obra y ya hemos estado leyendo”. La autenticidad del teatroCon la autoridad que confiere una carrera larga y prolífica, Beatriz Carvajal manifiesta que a pesar de hacer también cine y televisión, “el teatro me ha llenado más siempre. Es por lo que empecé en esta profesión. Quería subirme a un escenario y lo hice con quince años. Así que llevo unos años. Es lo que más me aporta siempre y es por lo que creo que debería de pasar obligatoriamente todos los actores que quieren dedicarse a esto”. No hay duda para ella y pasar por el escenario es ”la prueba de fuego. A mí ya pueden llevarse todos los premios del mundo los actores que mientras no me conmuevan desde un escenario me van a parecer un actor o actriz a medias. Me parece que si convences desde un escenario puedes hacer lo demás.  Haces cine, televisión, estupendo, pero el teatro es donde se forman los actores de verdad y me gusta mucho”. La misma fortaleza que muestra por el teatro ostenta la ilusión con la que se consagra a él. “Tengo la suerte de seguir ilusionándome. Siempre me implico a favor de obra y si trato de aportar algo no es en contra de nada o nadie, sino por todos”. Afirma que “la experiencia te da una forma de ver las cosas”, aunque sigue “aprendiendo de gente como Berta. Quien piense que ya no tiene nada que aprender mal va. Ella tiene unas formas de hacer muy interesantes y te aporta. Aunque mi representante me dice que soy muy moderna trabajando, me gusta fijarme en la gente joven y aprendo”. Con efusividad Berta Hernández destaca de su compañera “la ilusión y entusiasmo que le pone a todo. Transmite mucho y genera un gran ambiente, que es maravilloso y te engancha. Recuerdo cuando la conocí y tuvimos el primer ensayo, en el que me sorprendió que era la única que se sabía el texto perfectamente de pe a pa”. Con espíritus así la salud de la interpretación siempre será buena. Para Carvajal el mundo de la cultura “está malito pero tiene cura, hay buenos remedios”. Opina que “las crisis siempre afectan pero creo que ahora se están haciendo cosas bastante interesantes y en Madrid se han abierto muchas salas donde la gente joven puede mostrar sus trabajos y eso funciona muy bien, donde se siembra para que haya nuevos espectadores”. Recuerda que había una época en España en la que, quitando el Teatro María Herrero o en el Español o en la Comedia, había autores “muy frívolos a los que no voy a nombrar, muy fáciles, de ‘ja, ja’. Había más de veinte teatros en Madrid y la mayoría era teatro de comedia pura y dura sin trasfondo. Ahora creo que eso ha cambiado y el productor se cuida lo que hace y cosas muy interesantes”. También apunta que las necesarias ayudas al cine están al albur de la política y que en sus 54 años de profesión “siempre he oído hablar de la crisis y no es verdad”. Pero sobre todo reivindica que vuelva a haber “un espacio teatral en Televisión, como lo hubo en su momento. Parte de mi afición al teatro y querer dedicarme a esto fue ‘Estudio 1’ y me encantaba ver los trabajos de la gente. Veíamos muy buen teatro, como ‘Doce hombre sin piedad’, que tenía un ‘repartazo’ para morirte y fue mítico. Te enseñaban a ver teatro”. Berta opina que “hay muchas opciones y a los actores el teatro nos ha salvado de mucho. Yo llevo sin hacer audiovisual prácticamente dos años y no he parado de hacer teatro, en salas alternativas, microteatro, tres temporadas con una obra, en la Sala Alfil… el teatro te mantiene activa y entrenada”. Embajadora onubensePara lo que está ella siempre dispuesta y activa es para mostrar su tierra. Carvajal resalta que es una gran embajadora. “Lo es y no sólo ahora que hemos venido. ¡Ay su Huelva!, Habla de Huelva constantemente y le ha hecho mucha ilusión venir conmigo. Yo ya he venido a trabajar varias veces, pero está muy entusiasmada enseñándome cosas y le gusta mucho trabajar aquí”. Berta quiera que su compañera redescubra Huelva, la que han visto sus ojos “muy bonitos para enseñarte todo. Ella es encantadora y sabe que su Huelva la quiere y van a estar con ella. Es muy buena tía y actriz y merece la pena que os sintáis orgullosos y que vayan a verla porque no se van a arrepentir para nada”. La onubense reconoce que “la tengo saturada porque la quiero llevar a muchos sitios y contarle todo”. Hasta le ha prometido flamenco en vivo y del bueno, del sentido, porque Beatriz Carvajal ha estado con los más grandes y puede presumir como le tocaron palmas los Morente. Pues que se prepare para escuchar palmas por Huelva al acabar la función y por partida doble.

En las distancias cortas conquistan de igual manera, con miradas y sonrisas que hacen confortable la conversación, con simpatía, sencillez y sentido común, pero sobre todo evidenciando cuánto aman su profesión y cuánto afán tienen por compartir con el público su pasión, para que una función sea un oasis de felicidad. La dificultad y la magia de su oficio está en encarnar otras vidas con veracidad, en liberar sonrisas con naturalidad y tocar el alma, en conmover y convencer, el ineludible requisito para llamarse actor o actriz con todas las letras.

En la obra son futura suegra y nuera y sin entrar en batalla no se llevan nada bien. A pie de calle congenian a las mil maravillas, aprenden la una de la otra, se tiran flores y claman por una obra cara a cara. Beatriz sabe más de la vida y la interpretación y Berta sigue sus pasos, pero ahora están en territorio onubenses y es ella, tan enamorada de su tierra, la que ejerce de gran anfitriona y guía constante.

Beatriz Carvajal y Berta Hernández, ‘suegra y nuera’ de sonrisa convincente en el Gran Teatro

Beatriz Carvajal, a la que le gusta sentir que la gente por la calle la trate como alguien de su familia, asegura a huelva24.com que la obra es “surrealista pero muy realista”. El surrealismo estriba en que cuando comienza la función su personaje, una mujer que lleva muerta diez años, tira su lápida y vuelve fantasmal a su hogar cuando su hijo le cuenta que se va a casar. “Luego se convierte en una cosa muy realista y es que se planta a vivir en casa del hijo, que es el único que la ve y hay muchas confusiones con cosas que de repente le contesta a su madre delante de personas que no la pueden ver”. Este es el planteamiento inicial en una obra con “mucho humor y amor” para contar “esta cosa de los padres cerril de dominar a los hijos y controlar su vida. Cada uno tiene derecho a casarse con quien quiera y a ser lo que quiera ser y no lo que quieran los padres”. Eso sí, tiene “un final muy bonito y muy tierno, muy estupendo”, subraya Carvajal.

Ella que se subió a un escenario con 15 años y atesora 54 de trayectoria, ha tenido papeles de múltiples perfiles y duda acerca de si hacer de fantasma era de los pocos que le faltaban en su colección. “Es verdad que hecho muchos papeles y a lo mejor he hecho ya de muerta, no lo recuerdo. He hecho recientemente un papel en la serie ‘Monteperdido’ que aún no se sabe si es un personaje real o no y parece que se van a inflar a darme papeles fantasmas ahora para ver cómo lo hago. Pues creo que resucito bien”, afirma.

Como explica Berta Hernández, onubense que siempre es profeta en su tierra, el autor de la obra, Eduardo Rovner, la escribió “a raíz de un sueño que tuvo en el que aparecía su madre, a la que estaba muy unido, y soñó que volvía de la tumba a intentar manejarlo y manipular su vida”.

Beatriz Carvajal y Berta Hernández, ‘suegra y nuera’ de sonrisa convincente en el Gran Teatro

Y es que en la obra el humor se plantea como vehículo para tratar asuntos serios, como la muerte y los problemas de las relaciones personales. Beatriz rescata una gran frase suya que da sentido al arte de la risa: “el humor es darle la vuelta a lo que te duele para soportarlo. Creo que esta función cumple eso. Vivimos situaciones muy dañinas y duras y todo en clave de humor, porque plantearlo en su medida sería cruel y Eduardo Rovner por eso lo planteó como una comedia”.

En este lenguaje cómico la experiencia con el público está siendo para ellas “muy buena, se meten bastante en la historia y acompañan a los personajes por todos los sitios. El único personaje que ve a la madre muerta es Manu, su hijo, pero el público es cómplice de eso. Empatiza con los personajes y la obra te va llevando por un camino de emociones, con risas, pero tiene también un pellizquito de emoción que hizo que al ensayar lloráramos y que dijéramos que ojalá ese momento se pudiera sentir”, expresa Berta.

Añade Beatriz que los asistentes “se ríen mucho, aplauden muchas escenas, y la complicidad con el público es lo que tiene el teatro. Berta y yo no nos vemos en toda la obra, no interactuamos. Ella tiene escenas con Manu, pero hay una casi final en la que ya entro y veo quién es y la gente hace “¡ah!, ¡uh!,”… se dice, cuando vea a la madre la que va a liar…”. También indica que hay lágrimas a veces en las butacas, porque “es emocionante pensar en volver a ver a tu madre. Yo he perdido a mi padre y mi madre y no los veo, cuando hay gente que los ve a los pies de la cama o fumándose un puro. Es una situación divertida, jodida, pero muy apetecible. Yo pienso volver y os vais a enterar”, acaba señalando entre risas.

Beatriz Carvajal y Berta Hernández, ‘suegra y nuera’ de sonrisa convincente en el Gran Teatro

En cuanto a cómo es trabajar la una con la otra, Hernández dice con guasa que es “un horror, yo lo estoy pasando fatal…” En realidad, para ella “tener a Beatriz y compartir función y gira con ella es una gozada. Se aprende tanto de ella, es un regalazo”. Su pena está en que no cruzan diálogos, aunque en los de Berta, Dolly en la escena, con Manu (Carlos Santos) está presente sin saber quién es. “Mi personaje es inocentona y lo único que quiere es que la quieran. Ella sabe todo el rato que pasa algo y piensa que Manu la engaña con otra mujer”.

Carvajal dice en la misma línea que “no coincidimos y es una faena y por eso pedimos una función cara a cara. Berta es una actriz espléndida, que canta, que baila, que puede hacer cincuenta cosas y me apetece mucho. Ha hecho un personajazo, porque es una tía seria y normal y ha hecho una pava fantástica y se lo ha trabajado ella para ser una Dolly deliciosa y mi hijo es un buenazo que la quiere muchísimo”.

Alaba cómo canta Berta porque también lo hace en la obra, como en ‘Volvió una noche’, un tango que cantó Gardel y borda en un bolero o con un ‘Quizás, quizás’ que arrastra al público, como resalta Beatriz. Y Berta no puede estar más feliz, pues “siempre que puedo unir cantar con la interpretación para mí es un pack maravilloso”. Su suegra teatral lo tiene claro: “Canta como los ángeles y si la oyes con la guitarrita ya… dices qué gusto tiene por Dios, qué voz”.

Beatriz Carvajal y Berta Hernández, ‘suegra y nuera’ de sonrisa convincente en el Gran Teatro

El papel de Manu (Carlos Santos) es el que hace de bisagra entre las dos. Carvajal señala que “la madre quiere conocer a Dolly para darle el visto bueno. Ella es una chica moderna y lleva sus faldas cortitas y él no quiere que su madre vea a su Dolly”, que como apunta Hernández “igual no es el prototipo de mujer que la madre querría conocer. Él tiene un dilema, no quiere apartarme de su vida pero actúa de una manera bastante extraña y rara y ella tan tonta no es y le dice si quiere parar la boda por lo que le pasa”.

Un matrimonio artístico muy feliz es el que tiene ella con el público onubense, que espera se  perpetúe. “Me gustaría que guste la obra en Huelva. Llenamos con ‘Climax’ y ‘La vida resuelta’ y esta vez son dos días y es más complicado llenar. Siempre que vengo a Huelva me gusta compartir lo que estoy haciendo, pero en esta ocasión de verdad que esta función para mí es especial y creo que a la gente le va a gustar mucho. Me hace mucha ilusión”.

La ilusión es tan compartida por las dos intérpretes femeninas de la representación que están cien por cien volcadas en esta gira teatral, que seguirá el año que viene también, y no tienen otros trabajos entre manos, salvo la mencionada deseada obra en la que confluirán. “Voy hacer una segunda temporada de ‘Monteperdido’ y hay proyectos, pero estoy centrada en la obra ahora mismo y en buscar esa función juntas”, señala Beatriz, a lo que agrega Berta que “hay que encontrar esa obra y ya hemos estado leyendo”.

Beatriz Carvajal y Berta Hernández, ‘suegra y nuera’ de sonrisa convincente en el Gran Teatro

La misma fortaleza que muestra por el teatro ostenta la ilusión con la que se consagra a él. “Tengo la suerte de seguir ilusionándome. Siempre me implico a favor de obra y si trato de aportar algo no es en contra de nada o nadie, sino por todos”. Afirma que “la experiencia te da una forma de ver las cosas”, aunque sigue “aprendiendo de gente como Berta. Quien piense que ya no tiene nada que aprender mal va. Ella tiene unas formas de hacer muy interesantes y te aporta. Aunque mi representante me dice que soy muy moderna trabajando, me gusta fijarme en la gente joven y aprendo”.

Beatriz Carvajal y Berta Hernández, ‘suegra y nuera’ de sonrisa convincente en el Gran Teatro

Con efusividad Berta Hernández destaca de su compañera “la ilusión y entusiasmo que le pone a todo. Transmite mucho y genera un gran ambiente, que es maravilloso y te engancha. Recuerdo cuando la conocí y tuvimos el primer ensayo, en el que me sorprendió que era la única que se sabía el texto perfectamente de pe a pa”.

Con espíritus así la salud de la interpretación siempre será buena. Para Carvajal el mundo de la cultura “está malito pero tiene cura, hay buenos remedios”. Opina que “las crisis siempre afectan pero creo que ahora se están haciendo cosas bastante interesantes y en Madrid se han abierto muchas salas donde la gente joven puede mostrar sus trabajos y eso funciona muy bien, donde se siembra para que haya nuevos espectadores”.

Recuerda que había una época en España en la que, quitando el Teatro María Herrero o en el Español o en la Comedia, había autores “muy frívolos a los que no voy a nombrar, muy fáciles, de ‘ja, ja’. Había más de veinte teatros en Madrid y la mayoría era teatro de comedia pura y dura sin trasfondo. Ahora creo que eso ha cambiado y el productor se cuida lo que hace y cosas muy interesantes”. También apunta que las necesarias ayudas al cine están al albur de la política y que en sus 54 años de profesión “siempre he oído hablar de la crisis y no es verdad”. Pero sobre todo reivindica que vuelva a haber “un espacio teatral en Televisión, como lo hubo en su momento. Parte de mi afición al teatro y querer dedicarme a esto fue ‘Estudio 1’ y me encantaba ver los trabajos de la gente. Veíamos muy buen teatro, como ‘Doce hombre sin piedad’, que tenía un ‘repartazo’ para morirte y fue mítico. Te enseñaban a ver teatro”.

Beatriz Carvajal y Berta Hernández, ‘suegra y nuera’ de sonrisa convincente en el Gran Teatro

Berta opina que “hay muchas opciones y a los actores el teatro nos ha salvado de mucho. Yo llevo sin hacer audiovisual prácticamente dos años y no he parado de hacer teatro, en salas alternativas, microteatro, tres temporadas con una obra, en la Sala Alfil… el teatro te mantiene activa y entrenada”.

Para lo que está ella siempre dispuesta y activa es para mostrar su tierra. Carvajal resalta que es una gran embajadora. “Lo es y no sólo ahora que hemos venido. ¡Ay su Huelva!, Habla de Huelva constantemente y le ha hecho mucha ilusión venir conmigo. Yo ya he venido a trabajar varias veces, pero está muy entusiasmada enseñándome cosas y le gusta mucho trabajar aquí”.

Berta quiera que su compañera redescubra Huelva, la que han visto sus ojos “muy bonitos para enseñarte todo. Ella es encantadora y sabe que su Huelva la quiere y van a estar con ella. Es muy buena tía y actriz y merece la pena que os sintáis orgullosos y que vayan a verla porque no se van a arrepentir para nada”.

La onubense reconoce que “la tengo saturada porque la quiero llevar a muchos sitios y contarle todo”. Hasta le ha prometido flamenco en vivo y del bueno, del sentido, porque Beatriz Carvajal ha estado con los más grandes y puede presumir como le tocaron palmas los Morente. Pues que se prepare para escuchar palmas por Huelva al acabar la función y por partida doble.

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