PRESENTACIÓN DE 'POESÍA PARA NIÑOS'

La deliciosa sencillez de José Manuel de Lara

13.13 h. Decía Walter Gropius en relación con las cuestiones del diseño, de la confección de las cosas, de los objetos que nos rodean y de los que nos servimos, algo así, creo recordar, como que primero debemos atender a la función y luego establecer la forma.

La deliciosa sencillez de José Manuel de Lara

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Algo así debió pensar el editor de estos exquisitos en su sencillez poemas de José Manuel de Lara (Motril, 1929), pues ha logrado confeccionar un libro ajustado a la poesía, exacta y cautivadora del celebrado sonetista, onubense desde que su familia se trasladara a esta su ciudad, pocos años antes de que el poeta cumpliera sus primeros quince años.

Son los paisajes, las gentes las circunstancias de aquellos duros años de la posguerra los que se reflejan en sus versos, que por eso consideramos exactos. Poesía para niños, la han llamado sus hijos y responsables de la edición. Poesías que hablan de niños, reconocieron en el acto de presentación, en la sala de la Biblioteca Provincial, sus hijos ante un público fiel admirador del poeta. Por allí estaba Manolo Garrido Palacios, otro de sus admiradores e impulsor de una nueva edición de la obra de Lara, sentado entre el público a la vera de Rafael 'Bauhaus' Pérez, el editor que ha puesto en los escaparates de las librerías un libro pensado y ejecutado con mimo, ya saben: primero la función y después la forma.

Poesía para niños es una selección de poemas y también de dibujos, que ya alguna vez aparecieron en algunos de sus numerosos libros, mas no tantos. Dibujos que como los poemas son en su mayor parte de sus tiempos jóvenes. De ellos, de los versos y de los trazos, hablaron los dos hijos de José Manuel de Lara, poetas como él, aunque como confiesa el mayor, eminente historiador además, nunca en casa hablaron de poesía. Fue la atmósfera creada en ese hogar la que devino en unos hijos que han seguido los pasos del padre, absolutamente encantadores, cultos, amigables y dotados de una sonrisa ambos dos, que siempre me ha cautivado. Con uno de ellos tuve la suerte de compartir estudios en el primer ciclo de Geografía e Historia, con el otro me he tenido que limitar a leer sus versos y contemplar sus hermosos dibujos, otra habilidad en la que ese clima familiar, tan propenso a las artes, habrá tenido que ver.

Poesía para niños (Niebla ed. 2019) incluye muchos de sus primeros poemas, pero también versos que cantan a los niños, a la vida de los niños, a su deambular por las calles y las plazas, a su cotidianeidad. Son también versos que describen un tiempo que es ayer pero que es siempre, atreviéndose a circular por la vida, por el amor y por la muerte, sin esquivar ni una sola de las tremendas verdades que arropan nuestro existir.

El libro incluye, además, algunos dibujos, porque resulta que el poeta fue antes y también, un artista con el lápiz, con una habilidad innata (sorprende el autorretrato que ejecutó con firmeza a los once años y que se incluye en la edición) que se observa en las ilustraciones, pero cuando cayó en sus manos las Rimas de Becquer, el rumbo de su poder creativo viró hacia las letras. Nunca se sabrá si se perdió un enorme pintor o se ha ganado un notabilísimo poeta. Uno cree que más bien esto último, o en todo caso ambas cosas a la vez.

De sus poemas y de sus dibujos hablaron sus hijos, limitándose José Manuel de Lara a recitar algunos de los poemas incluidos en el libro, a emocionar hasta la lágrima a los allí presentes, a intentar sin mucho éxito acallar los aplausos, porque para el maestro un recital poético no se debe alterar con aplausos, sino seguirlo con los silencios. Pero era mucha la emoción.

Hermosa y apacible tarde en la biblioteca pública de la Gran Vía, dicha inconmensurable para quienes tuvimos la suerte de llenar la sala y oír a José Manuel de Lara relatarnos ese tiempo de la infancia, desde dentro o vista desde los alrededores como solo saben verla y describirla las almas sensibles y dichosas como la de José Manuel de Lara, que ahora ha casi completado la edición de todos sus poemas, en un nuevo libro que suma a su ineludible y extensa bibliografía. Hermosa y apacible tarde de versos que afortunadamente podremos continuar en las páginas de cada uno de sus libros, como este que tiene al niño que somos todos en el eje central de cada uno de sus versos. Recomendable y, créanme, inevitable. Que lo disfruten.

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