el tratado de lo antiguo
La Ermita de la Soledad y el privilegio de ser querida
La Ermita de la Soledad ha sufrido desde sus remotos, y sólo parcialmente descubiertos orígenes, numerosas transformaciones debido a sus múltiples funciones a lo largo de la historia. La primera referencia documental como Ermita de la Soledad la tenemos en el testamento de D. Pedro de Guzmán y Quesada donde ya se da a entender que el templo tiene orígenes más antiguos y que, en ese momento, está en desuso.
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Esta semana pasada me encargaron preparar una visita por el centro histórico de Huelva a una serie de escolares de diferentes institutos de Andalucía, que venían a realizar unas jornadas de trabajo a nuestra ciudad, ejerciendo como anfitrión el IES Diego de Guzmán y Quesada.Al prepararme la visita y documentarme sobre los edificios históricos que podíamos contemplar me di cuenta del, si no escaso patrimonio arquitectónico, sí de lo moderno del mismo. Y sí, antes ya había pensado en ello, pero sólo al ponerme seriamente a enumerarlos me di cuenta de que en realidad no hay apenas edificios en pie anteriores a la, como muy tarde, segunda mitad del s. XVIII. Esto es debido a una serie de factores que han determinado la configuración actual del urbanismo y del patrimonio arquitectónico vigente de la ciudad. Por una parte tenemos la existencia y tratamiento que se le han dado a uno de los elementos más característicos de Huelva, los cabezos. Su presencia ha condicionado siempre a los onubenses que han vivido adaptándose a sus contornos y aprovechándose de los recursos que ofrecen. Pero también, quizás cansados de tanta cuesta como obliga el ceñirse a su naturaleza, se han desmontado hasta su desaparición varios de estos montes del Terciario, llevándose con ellos las huellas del pasado humano que quedaron impresas en sus arcillas. Ello nos ha privado de la oportunidad de, si no conservar, al menos conocer una importante parte de nuestro pasado.Otros elementos que han definido la no conservación de la arquitectura más antigua de la ciudad han sido los terremotos. Con ellos no sólo se destruyeron edificios de viviendas comunes, sino iglesias y demás edificios principales de los que algunos se reconstruyeron en mayor o menor medida, y otros simplemente desaparecieron.Por último, y no por ello lo menos influyente, ha sido la política de urbanismo llevada a cabo desde mediados del siglo XX. Parece que lo antiguo molesta, que da una imagen de pobreza y vejez, entendiendo vejez como decrepitud y no como testimonio de nuestros antepasados, de experiencia y sabiduría.Si nos ponemos a contar, prácticamente caben en los dedos de una mano los edificios anteriores al s. XVIII: La Catedral de la Merced, la Iglesia Parroquial de San Pedro, la Iglesia Parroquial de la Concepción, el Convento de Santa María de Gracia, el Santuario de Ntra. Sra. de la Cinta, la Ermita de la Soledad… ¿me dejo alguno en el tintero?. Es curioso que todos sean edificios religiosos. Puede ser que haya una relación entre la imagen de la Iglesia y la religión actual con la edad de los edificios donde se rinde culto… pero eso son otras reflexiones que no vienen al caso en esta columna.Pero dejando aparte estas evidencias, hoy quiero hacer un homenaje a uno de estos edificios que ha sufrido de todos y cada uno de los males antes citados: La Ermita de la Soledad.Al hablar de este edificio hay que atender a las fuentes documentales y a las fuentes arqueológicas, ya que los orígenes de la ermita se pierden en el tiempo. Hay varias hipótesis al respecto: D. Diego de Guzmán y Quesada recoge en su testamento que la Ermita de la Soledad es la anteriormente conocida como Apóstol Santiago, de lo que se deduce que, de ser así, pudo ser construida tras la reconquista de Huelva por Alfonso X que contó con la ayuda de la Orden de Santiago, por lo que es plausible que se dedicara un templo al santo. Si esto fue lo que ocurrió, la ermita debió erigirse a principios el S XIII, pero duraría muy poco como lugar de culto puesto que en el Libro Blanco de la Diócesis de Sevilla de 1411 no aparece registrada. Otras teorías tratan de vincular la Ermita de la Soledad con el Hospital de la Misericordia. Si nos trasladamos seis siglos atrás, nos encontraríamos una sociedad onubense empobrecida en la que es común la fundación de hospitales dedicados a la beneficencia, por parte de Hermandades y Cofradías, entre los que se debía encontrar el Hospital de la Misericordia. Y digo debía, porque no está del todo clara su existencia como tal ya que, aunque aparece así mencionado en un documento del Papa León X, otras veces viene unido al nombre de Hospital de San Andrés y de la Misericordia como si se tratara de uno sólo.Lo cierto y verdad es que el nombre que hoy recibe la ermita se debe a ser la sede de la Hermandad del Santo Entierro y Soledad de María de la que sabemos que fue fundada al menos en la primera mitad del s XVI, pero no sabemos en realidad donde tuvo lugar esa fundación.Y hasta ahí los testimonios documentales, hablemos ahora de las evidencias arqueológicas.Las excavaciones arqueológicas en el interior y exterior del templo, en 1991 realizadas por Jesús Fernández Jurado y Pilar Rufete Tomico, iban destinadas a conocer mejor los orígenes y modificaciones que había sufrido el inmueble a lo largo de su historia. Con su trabajo sabemos que la Ermita de la Soledad es un edificio de nueva planta, por lo que se desmantela la hipótesis de que estuviera edificado sobre un templo anterior, ya que está asentado directamente sobre el cabezo.En la cata arqueológica realizada en el interior del templo se encontró la cripta que se había mandado a hacer a petición de D. Pedro de Guzmán y Quesada, que deseaba tener allí una cripta para él y su familia. La cripta está directamente excavada en las margas del cabezo y revestida con ladrillos revocados con un mortero de cal prácticamente desaparecido, a la que se accedía por una rampa. Si bien fue originalmente pensada como cripta privada, no se sabe bien en qué momento pasó a convertirse en osario debido a la cantidad de personas que se enterraron en ella; del estudio de sus huesos se ha podido obtener una imagen de la vida que habían llevado estos antiguos onubenses. Hoy la cripta puede verse al encontrarse al descubierto bajo un cristal, si bien las veces que yo he ido las luces estaban apagadas, lo que hace difícil su contemplación. La Ermita de la Soledad ha sufrido desde sus remotos y sólo parcialmente descubiertos orígenes numerosas transformaciones debido a sus múltiples funciones a lo largo de la historia, la primera referencia documental como Ermita de la Soledad la tenemos en el testamento de D. Pedro de Guzmán y Quesada donde ya se da a entender que el templo tiene orígenes más antiguos y que en ese momento está en desuso. Tras este periodo, la ermita ha sido usada como esclusa para niños, hospital, escuela benéfica, lugar de ensayos de la Banda Municipal de Música, depósito de Protocolos Notariales y albergue nocturno para transeúntes, existiendo siempre entre una función y otra un periodo de abandono que, en última instancia, casi la lleva a la ruina de no ser por la iniciativa popular que se revolvió al conocer las intenciones del Obispado y el Ayuntamiento y los obligó a la restauración de este edificio si bien no tan llamativo visualmente, si testigo privilegiado del devenir de los onubenses y símbolo de nuestra historia.Ojalá con todos hubiera sido así. Descansen en paz todos los edificios que no se beneficiaron del amor de los onubenses.