EL TESORO DE LA COCINA ANDALUZA
Sopa de ajos
Aunque este plato no es como para irse luego a bailar agarraos, los beneficios del ajo son para escribir una enciclopedia
En España es indispensable, se cultivan desde tiempos inmemoriales y en todo el país, pero en Andalucía son recomendables los de la vega granadina

Andalucía, una inabarcable despensa
Ajos. El ajo es un ingrediente que está en todos los platos. En España por supuesto que es indispensable. Se cultivan desde tiempos inmemoriales y en todo el país, pero en Andalucía son especialmente recomendables los de la vega granadina. De hecho se dedica buena parte de la producción andaluza a la exportación. En cuanto a los beneficios del ajo, son para escribir una enciclopedia, baste decir que en la Antigüedad se usaba incluso como medicamento. En cuanto a aprovechar sus propiedades, con el tiempo que nos dura en la despensa, siempre aireado y si os fijáis, en las cazuelas de barro donde los conservamos siempre hay unos agujeros, lo mejor es huir de los ajos rallados que nos vienen en botes y picarlos nosotros directamente, que tampoco se tarda tanto.
En esta receta que hoy os traemos, los hemos aplastado con un cuchillo. Obviamente una sopa de ajos no es como para irse luego a bailar agarraos, pero el placer que produce esta sensacional sopa, lo supera todo.

Elaboración
Ingredientes: Una docena de dientes de ajo, cuatro rebanadas de pan frito, cuatro huevos, medio litro de caldo del puchero o del cocido, otro medio litro de agua, cominos, pimienta y sal,
1. Con la parte plana de la hoja del cuchillo aplastamos levemente los dientes de ajo y los pasamos a un sartén con poco aceite, como medio dedo. Antes de que se doren, simplemente cuando estén tiernos, los sacamos y reservamos.
2. En el mismo aceite se fríen las rebanadas de pan.
3. Caldo y agua se pondrán a hervir, y cuando empiece el hervor se añade una cucharadita de cominos y los ajos que teníamos medio sofritos y reservados. A fuego medio, diez o doce minutos será suficiente.
4. En el caldo que lleva esos diez o doce minutos hirviendo, escalfamos los huevos, de uno en uno. Es mejor ir echándolos en una taza y de ahí a la olla, porque de este modo es más fácil y vemos si cae algo de la cáscara. Se sirve muy caliente, la sopa, cuidando de que a todo el mundo le toquen ajos, el huevo escalfado y en todo lo alto la rebanada de pan.