Cocinar bueno, sano y barato
Croquetas de gurumelos
En febrero gurumelo, en marzo gurumelazo y en abril… gurumelín: vuelve el sabor a campo y a tierra húmeda de nuestra extraordinaria seta, esta vez en forma croquetas
Quiche de gurumelos y jamón
Potaje de habichuelas

Esta receta no es apta para puristas ni para quienes tienen la suerte de estar en posesión de la verdad, que no es mi caso en modo alguno, luego vaya por delante, o por detrás, que cada cual deberá hacer las croquetas de gurumelos según sus apetencias, o por ser más directos, como le venga en gana. Como habréis comprobado no hay nuez moscada que valga, ni pimienta, y sí en cambio tomillo y perejil, con la intención de dar un toque a la croqueta que complemente el sabor a campo, a tierra húmeda, tan peculiar y extraordinario que tiene el gurumelo. Y por último una advertencia que a los más expertos no les hace falta alguna: el gurumelo es la única seta que se pela, de ahí que se le denomine por ahí, falsa patata, y esto se debe a una propiedad exclusiva de nuestra amada amanita, que segrega una sustancia que hace que la tierra se le pegue. Esta es una de las curiosidades del gurumelo que nos va a evitar confusiones que, llegado el caso, podrían ser hasta mortales. Pero no se asusten, pues es precisamente lo fácil de identificar lo que hace que las confusiones sean mínimas o raras. Otra característica fundamental a la hora de identificarlos, es el olor, inconfundible, un aroma que todos los huelvanos tenemos metido en el magín y aun en los sentimientos. Y otra por si fueran poco las dos anteriores, el color. El gurumelo al roce deja una mancha al poco tiempo de color rosáceo, mientras que la seta con la que suele confundirse, la muy tóxica y a veces mortal, Amanita verna, en fase de huevo, pues después es muy distinta, no toma ese color sonrosado, sino que permanece de un blanco impoluto. Ea, pues a disfrutar de las croquetas de gurumelos, como aquí se apuntan o como cada cual crea conveniente. Si alguna vez las hacéis así, ya me contaréis. Salud, y recordad que en febrero gurumelo, en marzo gurumelazo y en abril gurumelín. Pues como quiera que este abril sigue dando gurumelos, vamos a aprovechar para marcarnos unas croquetas.

Elaboración
Ingredientes: Gurumelos, cebolla, puerro, perejil, tomillo, harina, leche y sal
1. Hay que picar muy bien picadita la cebolla y el puerro, lo blanco del puerro. Siempre teniendo en cuenta lo que vamos a picar luego de los gurumelos, que será más o menos cuarto y mitad de los que solemos llamar huevos o del cabo de los más grandes y abiertos. Normalmente será media cebolla, siempre que no sea una de esas grandes sino mediana. En cuanto al puerro, con cuatro dedos de largo bastará. Todo, repito, bien picadito.
2. Ponemos puerro y cebolla a pochar mientras picamos el gurumelo, de modo que luego se note en la croqueta, pero sin exagerar. Vamos, picadito chico.
3. Cuando la cebolla esté transparente, se añaden los gurumelos, perejil y tomillo. El perejil picado, y el tomillo quitada la ramita, las hojas, que son diminutas, nada más. También se puede usar tomillo seco en el caso de que no tengamos la preocupación de tener una macetita con tomillo en la ventana de la cocina. Ahora también deberíamos poner la sal.
4.- Se revuelve todo bien revuelto y se espera a que los gurumelos cambien de color, momento en el que añadimos la harina, como cuatro cucharadas soperas colmadas, no os cortéis ni un pelo. Damos vueltas hasta que se integre en el sofrito, hasta que deje de aparecer su color blanco, y a continuación ya sólo tendremos que ir echando leche, chorrito a chorrito, y menear sin parar hasta conseguir la textura deseada.
5. El punto de cremosidad que le demos a la bechamel que hemos hecho de gurumelos, es lo que luego nos encontraremos en la croqueta, de modo que vosotros mismos deberéis decidir si queréis unas croquetas con mucho tropezón o más bien ligerita, más tirando a esas que venden ultracongeladas y que son pura bechamel rebozada. Creo que en el medio está la virtud.
6. Pasar por pan rallado, huevo, pan rallado otra vez, y ale, a freír. Aceite caliente, para que no se rompan o estallen al freír. Se fríen en un momento. Hay que decir que se sirven calientes, pero a mí particularmente, las croquetas frías me vuelven loco.