cocinar bueno, sano y barato

Ajoblanco

Hoy traemos una deliciosa crema fría donde las almendras emulsionadas con ajo y aceite crean una sofisticada sopa veraniega con reminiscencias contraculturales

Croquetas de gurumelos

Quiche de gurumelos y jamón

Bernardo Romero

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Siendo alegres estudiantes, medio anarquistas a pesar de que cada cual estuviera organizado en uno u otro partido, destinados con el tiempo a mandarlos a la gran puñeta, teníamos en la revista 'Ajoblanco' un lugar común. Allí, en esa revista que ahora, muchos años después, definen los politólogos como contracultural, nos refugiábamos los que entonces pensábamos que lo contracultural eran los otros, el franquismo, aquella gente que vivía de la política y tenían sus privilegios, canonjías o chupaderos directamente, como ahora pero quizás disimulando un poco más que estos sus actuales herederos, que no esconden ni a sus amantes ni a sus guarradas ni a sus mangancias.

En aquella revista que circulaba de lo lindo en la segunda mitad de los setenta, esos años que llamaron de la transición, encontrábamos reflexiones sobre lo que vendría después, bastante exactas curiosamente, pero que entonces a algunos militantes de la izquierda más sectaria y oscura les parecían exageraciones o desviaciones propias de trotskistas y anarquistas pequeño burgueses. Y andado el tiempo resulta que sí, que quienes tenían razón eran los de esa izquierda facha que sobrevive a base de consigna y lealtad a unas herramientas amarillas cruzadas en un ángulo del rojo de los rojos, o con un dibujito de una flor. Qué más da, si están todos en el mismo carro, en aquel que nos despertaba un rechazo tremendo. Y resulta que, como estableció Giuseppe Tomasi di Lampedusa en su monumental obra 'Il Gattopardo', «Se vogliamo che tutto rimanga come é, bisogna che tutto cambi», si queremos que todo siga como está, es menester que todo cambie. Por cierto, una serie recomendable, espectacular en la ambientación y en los paisajes, pero además bastante ajustada a la obra de Lampedusa, es la serie del mismo título.

Elaboración

Ingredientes: Almendras, uvas, ajo, sal, pimienta, vinagre, aceite y agua fría (nada de pan)

1. Un rato antes de hacerlo ponemos las almendras, peladas como es natural, el ajo, la sal, un poco de vinagre, agua y aceite en el vaso de la batidora, batimos levemente y dejamos reposar. El caso es que las almendras se ablanden para que luego el ajoblanco quede más fino.

2. Las proporciones serán más o menos las que siguen: cien gramos de almendras, pues lo mismo de aceite. En cuanto al agua, que esté muy fría y ya a gusto de cada cual, si se quiere menos espeso o más, pues añadimos menos o más agua. Sentido común, que es el ingrediente principal de todo en la vida. En la cocina también. Con el vinagre y la sal se procede de igual manera. Ah, y pan no se pone, al menos que tengáis que ir a segar de sol a sol, que entonces sí. Pero normalmente el ajoblanco lo disfrutamos por puro placer, de modo que sin pan mejor. Se trata de emulsionar el ajo con las almendras y el aceite, que se hace batiendo en una batidora normal y corriente.

3. Cuando la mezcla haya reposado un rato largo y las almendras ya se hayan hidratado lo suficiente, se procede a batir definitivamente. Deberá quedar una sopa fría delicada y fina. Se sirve con uvas, o con manzanas o vete tú a saber, igual está estupendo con trocitos de caquí, o más serio con aguacate. Como en los campos andaluces y en el supermercado o en la tienda de al lado de casa tenemos de todo, pues a elegir.

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