El sector editorial se sobrepuso y se reinventó a pesar de la pandemia

Las tecnologías de comunicación, responsables de un nuevo concepto en el negocio del libro

Los libros no solo están en el Retiro

José F. Peláez firma ejemplares de su última obra en la Feria del Libro de Madrid ISABEL PERMUY
Jesús Nieto Jurado

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El confinamiento cambió la vida a muchos. La pandemia varió las formas de vida, de relación con lo cotidiano, pero la literatura, en esos días no tan lejanos, provocó una avalancha en la demanda de letras que fue la envidia de todos los sectores. Es cierto que hubo de variarse la relación entre el lector y el librero, pero tanto uno como otro sabían que las nuevas tecnologías iban a ser definitivas en no perder una relación que es de confianza y, en muchos casos, de fe ciega en una recomendación.

A pesar de las cifras de muertes, o precisamente para obviar de la forma que fuese la tragedia durante el confinamiento, Ramón Alba, de la librería Polifemo, aprendió a conocerse «todos los ascensores del Parque de las Avenidas». A los ascensores, incide, que «no a los clientes», porque Ramón repartía dejando el libro en el elevador cuando el contacto entre personas hubo de reducirse a la mínima expresión.

La crisis derivada del Covid no afectó a Alba, que en su despacho veía que su plantilla no iba a perder su empleo, que los SMS «se multiplicaban» en su móvil procedentes de lectores y vecinos con palabras de agradecimiento, muchos de ellos desconocidos. El librero puso en marcha un servicio por el cual él hacía de intermediario entre los lectores y las editoriales.

Su caso en particular refleja cómo en la pandemia, las librerías fueron ese «eje de transmisión» entre la cubierta y quien está al otro lado de las cubiertas. Él estableció un «radio de reparto de entre dos y tres kilómetros», que hacía a pie y, pese a entregar el libro a la hora acordada, volvía a su establecimiento con la «sensación de que no había mundo».

134,79 mill/euros Libro digital

Supone la diferencia entre la facturación de 2020 y la de 2021, casi un 7%

Si había pedidos más lejanos, recurría a las agencias de reparto. De hecho, considera que el libro en papel se ha «consolidado», que «ha recuperado un prestigio que había perdido frente a lo digital». Además, con cierta sorna confiesa que cuando salía un experto por televisión, éste se enfocaba desde su biblioteca, lo que supuso la «mejor campaña de publicidad subliminal» que se le ha hecho al libro.

5,6% Libro impreso

Es el incremento en facturación del libro impreso experimentado de 2020 a 2021. De los 2.439,93 millones de euros a los 2.576,70

Los lectores le devolvieron con gratitud su esfuerzo cuando se alivió el confinamiento. En las Navidades del 2020, vio una cola que, guardando las distancias y los aforos, nunca había tenido en la puerta de su negocio. Ante lo inaudito de la escena, pensó si «sacarle algo caliente» a quienes guardaban la fila. A punto «de congelamiento».

Aparte de lo anecdótico de Alba, los datos que arroja el informe de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) son más que elocuentes. De 2020 a 2021, el libro impreso vivió un crecimiento en ventas de un 5,6%. O en términos absolutos, si en 2020, año crítico de la pandemia, el sector ingresó 2.439,93 millones de euros, en 2021 fueron 2.576,70. 'Sotto voce' y con todas las precauciones, comentan que el balance de 2022, a punto de cerrarse será mejor. Incluso aventuran que en lo que llevamos de año van a proseguir por «la misma línea de crecimiento». O al menos, de estabilidad.

En el libro electrónico sucede algo similar, a pesar de que sus cifras sean más modestas. En 2020, y según el mismo estudio, el formato de la literatura digital generó 126,19 millones de euros. Una cifra que solo un año después se situaría en el montante de 134,79 millones. Casi un 7% de aumento.

Con estas cifras, el optimismo de editores y libreros está más que justificado, si bien ese «prestigio» del libro que arguye Alba era un fenómeno que ya había comenzado y que se consolidó con la pandemia pero no necesariamente gracias a ella. Muchos trabajadores vinculados al libro tuvieron que reciclarse a «marchas forzadas», como Ramón, pero a este sector, frente a otros como el del espectáculo o la hostelería, la senda de la recuperación les llegó en un contexto de crisis. Una paradoja del tiempo actual.

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