Tributo a una generación de artistas onubenses
Pilar Barroso y amigos
La galería de John Holland y Enrique Romero Santana, homenajea a la artista con una exposición retrospectiva de su obra
La muestra es un tributo a toda una generación de creadores que han acompañado a la pintora onubense en su periplo vital
Pilar Barroso vindicada
Los paisajes sentidos de Pilar Barroso
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Enrique Romero Santana vuelve a su tierra como han hecho otros muchos artistas onubenses, y lo hace ofreciendo arte. Es algo parecido a aquellos indianos que después de hacer las Américas regresaban cargados de plata para levantar imponentes casonas en la tierra que los vio nacer. Santana, en lugar de casonas, ha puesto en marcha un centro de arte en Lepe, la John Holland Gallery, que poco tiempo ha tardado en ser referencia de la cultura en todo el territorio nacional, manteniendo importantes compromisos con prestigiosas galerías e instituciones que han posibilitado la presentación de proyectos expositivos de artistas que son parte de la historia del arte actual.
Frente a la evidencia de que para vivir del arte es menester salir del terruño, ampliar horizontes, está la constatación de que muchos han optado por regresar. La tierra, tira. Recordarán a toda una generación de artistas plásticos que salieron y han vuelto, ya con la fama y el prestigio detrás. Lo hizo hace muchísimos años la sorprendente Esperanza Abot, con un intenso periplo parisino, o ya más recientemente JuanManuel Seisdedos, que después de estar disputado por galeristas y marchantes de media Europa, de aparecer hasta en enciclopedias de arte contemporáneo, optó por regresar. De igual manera lo han hecho Belmonte, que ha ofrecido varias exposiciones en los últimos meses en Huelva y Granada, o Juan Fernández, el ayamontino que aun manteniendo estudio y domicilio en Madrid cada vez pasa más tiempo por estas tierras, exposiciones incluidas. Algo parecido ocurrió en su día con Pilar Barroso, la pintora a la que la galería de John Holland y Enrique Romero Santana, homenajea con una exposición retrospectiva de su obra, muestra que quiere ser un tributo a toda una generación de artistas que han acompañado a la pintora onubense en su periplo vital, imposible de desgajar de su carrera artística.
Formada en el taller que compartían el escultor León Ortega y el pintor Pedro Gómez, un oasis en la Huelva de la posguerra donde la pintora entraba gateando y donde aprendió a pintar antes que a andar, taller que como es conocido y celebrado, fue lugar en el que se reunían artistas e intelectuales de la época. Allí coincidió con alumnos como José Maria Franco o Juan Manuel Seisdedos, además de aprender de tan celebrados maestros, Pilar Barroso conoce allí a los escritores Adriano del Valle, Curro Garfias, Enrique Montenegro o Rogelio Buendía, y por supuesto a otros artistas plásticos que ayudaron en su primera formación a esta pintora rebelde y única, como es el caso de Manuel Moreno Díaz, apenas recordado en su ciudad, donde también estuvo pintando Pilar Barroso junto a otras artistas reconocidas de esta provincia, como Pilar Toscano. En estos ambientes fue a conocer la pintora protagonista de la muestra, entonces apenas una jovencita, a pintores como Orduña Castellano o Martínez Coto, de quienes pudo aprender además de las técnicas los rudimentos espirituales del arte. Con este importante bagaje marcharía a Madrid, donde logrará entrar, en su primera convocatoria, en la prestigiosa Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, algo inusual por la dureza de las pruebas de acceso y por el hecho de ser mujer, realmente un caso excepcional en los todavía grises años sesenta. En esa etapa matritense entabla relación con artistas que serían fundamentales para entender su evolución pictórica, desde Waldo Aguiar, en cuyo estudio trabajó algunos años, hasta Pepe Caballero o Daniel Vázquez Díaz, con quien mantiene una estrecha y larga relación. Regresa por un corto espacio de tiempo a Huelva y conoce a Esperanza Abot, artista de ascendencia francesa nacida en esta ciudad y formada en Londres y París, donde se había relacionado con los postimpresionistas y, como ellos, fue muy influida su pintura por Cezanne o Gauguin. Poco tiempo permanece Pilar Barroso en Huelva, pues armada de caballete, pinceles y pinturas inicia una aventura por Europa que le lleva a residir en Munich, desde donde se desplaza a los museos más importantes del viejo continente, ansiosa por conocer la obra de los grandes maestros. A finales de los años setenta
Aquí en la tierra, al calor y las inquietudes de un reducido grupo de amigos y artistas, abonó con sumo placer el precio de permanecer lejos de galeristas, marchantes y otros ineludibles condicionantes de la creación artística
regresa a una Huelva ya muy cambiada. Puede en consecuencia permanecer en su ciudad natal, y dedicarse por completo a la pintura, tal como se atrevieran a hacer extraordinarios pintores como la mencionada Esperanza Abot o su amigo Juan Manuel Seisdedos, prefiriendo al bullicio de las grandes urbes los aromas salobres de esta ciudad rodeada de esteros que ellos supieron mezclar con el fuerte olor del óleo y la trementina. Aquí en la tierra, al calor y las inquietudes de un reducido grupo de amigos y artistas, abonaron con sumo placer el precio de permanecer lejos de galeristas, marchantes y otros ineludibles condicionantes de la creación artística. Pilar Barroso, siempre generosa a la hora de compartir técnicas y conocimientos artísticos, ha sido lazo pleno de color y ritmo entre una generación de artistas que permanece indeleble en la memoria colectiva de la ciudad, y las generaciones de jóvenes creadores, algunos de ellos ya afamados artistas plásticos onubenses que, los tiempos cambian, han podido permanecer en esta tierra huelvana, como es el caso de Ramírez Vega, Víctor Pulido, el malogrado Rafael Mélida y sus partenaires en Arte 2 Paco Ribera y Fernando Domínguez Rivas, Juan Villa, tan ligado a los anteriores y a la propia pintora, entre otros muchos creadores que forman parte también de este Tributo a toda una generación de artistas que Holland y Santana han querido homenajear en una muestra de la que sigue siendo una sobresaliente referencia en la pintura onubense, Pilar Barroso.