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Decidió transitar por los amables e inseguros senderos del arte. Con el apoyo de quienes deseaban otro futuro para él, más cercano a los bufetes de abogado o a los despachos de oficinas, pero que supieron lo que le iba a hacer más feliz. Principió por cursar estudios de publicidad y diseño gráfico y tener de ese modo la seguridad de quienes le querían deseaban para él. Fue con esa visa lo que le permitió alcanzar lo que más ansiaba, entrar en la Escuela de Bellas Artes y dedicarse a lo que desde pequeño le había apasionado: hablar, expresarse, narrar, relatar sobre un lienzo cómo era el mundo que le rodeaba manejando formas y color. De hecho, una simple caja de lápices de colores fue el primer descubrimiento que le llegó a entusiasmar siendo bien pequeño, recién llegado a la escuela de primaria.
Ahora, después de haber alcanzado a exponer en galerías de medio mundo, cuando su nombre se asocia al buen hacer en las bellas artes, sigue teniendo la misma inquietud, el mismo anhelo por crear, por descubrir, el mismo temblor que cuando tuvo en sus manos aquella primera caja de lápices de colores.
-Pedro, desde bien pequeño te gustó esto de pintar o ¿fue una manera de eso que llaman encontrarse con uno mismo, con tu mundo interior?
-Algo de todo eso hay. Es la necesidad de expresarte, de comunicar cómo es lo que te rodea desde tu lado más íntimo, la sencilla razón por la que pinto. Pero más que por qué pinto te podría decir para qué pinto. Quizás la repuesta no sea la que tú u otros desearían conocer, ya que en cierto modo no estoy buscando lo que a lo demás le pueda gustar o agradar, pretendo siempre ser honesto conmigo mismo, comprometerme con lo que siento, con esa visión de lo que me rodea, ya sea pintando un paisaje urbano o con lo que ahora estoy tramando, buscar en el color, en las formas, lo bello, lo bien hecho. Trabajo en ideas con las que yo esté a gusto, y obviamente ello no tiene por qué tener una aceptación general, pues no todo el mundo piensa igual, pero estimo que con alguien finalmente voy a acabar conectando. Para eso pinto. Esto me hace sentirme a gusto, antes con los paisajes urbanos, o ahora con este apasionante viaje por la abstracción.
"En la abstracción estoy encontrando otra manera de expresarme, más libre, sin depender de la realidad, no tener modelos ni nada concreto"
-Del realismo a la abstracción, ¡menudo cambio!
-Sí, es un cambio notable, pero en el fondo es pintar y necesitaba un cambio. Han sido muchos años con el paisaje urbano y mis gustos se han ido fijando en otros caminos. Ahora busco una pintura más dinámica y más complicada, lo sé, pero en la abstracción estoy encontrando otra manera de expresarme, más libre, sin depender de la realidad, no tener modelos ni nada concreto. Ahora es la pintura la que habla, no quiero nada reconocible. Debe ser la contemplación de la pintura la que transmita sentimientos y emociones.
-Alguna vez he leído, y no sólo a Miró o a Picasso, cuyas opiniones han sido más reproducidas, sino a muchos otros artistas y teóricos, que se empieza a ser honesto cuando se reacciona como un niño, es volver a esa pureza mental la que has buscado.
- Quizás subliminalmente haya algo de eso. Cuando estás con la paleta y los pinceles en las manos sientes una sensación difícil de explicar. Estás solo sumergido en tus pensamientos y eso es algo muy íntimo que sabes que no va a ser fácil compartir, pero sigues adelante. En el fondo tienes la más absoluta certeza de que si a ti te gusta lo que estás haciendo y lo que estás haciendo es verdad, siempre habrá alguien mirando tu trabajo que le va a provocar sentimientos y emociones. Por estos caminos ando ahora. Y me siento bien.
-Habrá sido un largo camino. Estudiaste en Los Maristas y luego en un centro religioso porque en tu colegio no había COU. ¿Tuviste en estos centros alguna motivación especial que te ayudara a transitar hacia el mundo del arte?
- No precisamente, aunque lo mejor será no hablar de mi etapa escolar, puede que no fuera muy correcta. Siempre andaba metido en líos, luego supongo que los docentes se preocuparían más por enmendarme la plana que en ayudarme a encontrar los venturosos caminos del arte. Pero nunca me he sentido solo, la familia, los amigos… y también los maestros y los profesores que me tuvieron que aguantar.
-Acabas COU y de cabeza a la Universidad.
- Sí, primero me matriculé en Derecho y aguanté más bien poco, creo que ni medio curso y con bajas revoluciones… al final casi al ralentí. Al año siguiente lo dejo y mis padres, sabedores de mis gustos, buscaron en el diseño gráfico y la publicidad un mal menor. Fue un buen acuerdo, ellos se quedaban tranquilos al ver que iba a tener un oficio, y yo sabía que allí me iba a encontrar con material para dibujar. En el fondo todo es lo mismo.

- Y ahora sí que cumples, porque acabas y te vas a la Escuela de Bellas Artes, ¿un buen premio, no?
- Claro. Demasiada paciencia tuvieron en casa conmigo. Termino Diseño Gráfico y Publicidad, y aquello fue como superar un nivel y tener una vida extra, hasta el punto de que me planteo continuar estudiando, pero Bellas Artes. En realidad siempre fue mi sueño y mi objetivo.
- Entonces todavía se hacía examen de ingreso, y lo superas a la primera.
- Así es, eran todavía los tiempos en que para ingresar en la Escuela había que superar un examen bastante duro. Era necesario saber dibujar y además con excelencia. En mi caso no tuve que prepararme para el examen de ingreso, ya que llevo dibujando desde que era un niño y como comprenderás, en los años que estuve haciendo publicidad y diseño gráfico el dibujo era fundamental. Nunca me ha gustado perder el tiempo. Hasta cuando paseas por la playa estás haciendo algo de provecho, recargándote para luego poder mantener el pulso delante del lienzo.
- Unos años dichosos en Sevilla, al fin estabas en tu propio mundo.
- Desde luego, todo aquello era muy interesante, muy atractivo y por lo tanto muy ameno, desde la primera hasta la última de las asignaturas fueron un puro gozo. En lo académico todo era apasionante. Tuve suerte, conocí y aprendí de grandes maestros.
"Ya sabes cómo es este negocio, que de negocio tiene bien poco"
- Acabas la carrera y consigues nada menos que el premio del Ateneo de Sevilla, uno más en una carrera en la que menudean los premios y las exposiciones en medio mundo, Hong Kong, Estados Unidos, Alemania, Suecia, Corea…
-Sí, los premios son un recurso, sobre todo si van acompañados de adquisición de la obra. Ya sabes cómo es este negocio, que de negocio tiene bien poco. Y en lo que respecta a las galerías, parece que mi forma de trabajar no ha pasado desapercibida.
- Ya, estoy al tanto, aunque sea lateralmente, como puro observador. La lista de exposiciones y premios es verdaderamente importante, y exhaustiva. Pero dime, seguro que además de a galeristas o a jurados, algunos profesores debieron descubrir tu talento, ¿recuerdas a algunos de una manera especial?
- Claro, algunos te llegan más, los sientes más cercanos a tu manera de pensar y, si me apuras, hasta a tu manera de vivir. Es lo que me ocurrió con Miguel Gutiérrez, que desgraciadamente nos dejó demasiado pronto, con sus impagables clases al aire libre, en las que no paraba de dar sabios consejos y abrirnos puertas. De él pude aprender los rudimentos esenciales del arte, que tanto me han servido en mi evolución como pintor. Era un auténtico placer recorrer Sevilla de su mano, aprender mientras dibujabas o pintabas en el convento de Santa Inés o en los jardines del Alcázar. Recuerdo también las clases con Carmen Márquez, una grandísima acuarelista, con la que también aprendí dibujo al natural, que es un paso inevitable que debes dar, aunque luego transites por otros caminos. Fue muy importante recibir clases de gente tan experimentada.
-Con el título en la mano, ¿a qué te dedicas?
-En mi caso, a pintar. Muchos de mis compañeros se fueron directos a las oposiciones para dar clases en institutos o quedarse en la facultad, pero después de tanto como me había costado llegar allí, lo que ansiaba era dedicarme a pintar, ni me planteé otro horizonte distinto que éste: pintar. Y pude hacerlo porque tuve oportunidad de exponer y de presentarme a premios desde antes incluso de acabar la carrera. Además, siempre puedes buscarte la vida cuando todo se pone feo, aunque sea pintando al por mayor. Recuerdo que en tercero de carrera ya llevaba obra a tiendas de muebles y de decoración, que siempre eran una ayuda. De modo que lo único que tuve que hacer fue iniciar un camino que de alguna manera ya conocía. La verdad es que ha sido un no parar. Hasta hoy.
-Quiero recordar que tu presentación en Huelva fue en la sala de la Caja de Ahorros, hace ya unos años.
-Sí, y te puedo decir hasta la fecha, fue en el 96 porque recuerdo que andaba en cuarto de carrera y me faltaba solo un año para terminar. Y lo recuerdo bien porque en aquella ocasión no fue plantearme un discurso expositivo, ir con un objetivo concreto, sino que, al ser una exposición en Huelva, en mi ciudad, con mis amigos y mi familia de testigos, quise dar a conocer todo lo que había estado haciendo en los muchos años que me pasé, entre una carrera y otra, en Sevilla. Igual me lo planteé como una justificación de todo aquel tiempo. Fue una especie de batiburrillo, pero los paisajes urbanos ya estaban ahí. Eso ha sido una constante en mi pintura. Ahora circulo por otros mundos, pero quién sabe qué estaré haciendo mañana.
-Entiendes la pintura como comunicación.
-Siempre fue así. En mi caso, me expreso mejor con la pintura que con la palabra. También me gusta la música, que es otra manera de hablar con los demás, y además para mí es otra pasión. En el círculo de la música tengo más contacto social, la pintura como es natural se vive en una mayor soledad. Alguna vez me han invitado a subir a un escenario porque tengo algunos colegas músicos, como John Conde, con el que he colaborado en algunos conciertos y en algunas grabaciones. Es un tipo genial.
-Ah, sí, le conozco, pero no personalmente, le he visto tocando, creo recordar que con Sara Santofimia, y con Penélope Watson, tú ¿tocas la guitarra?, ¿qué música prefieres?
- Sí, pero prefiero la armónica. Me encanta. A Sara no la conozco, a Watson, sí, pero nunca he tocado con él, le conozco a través de John Conde. En cuanto a gustos, sobre todo post punk y todo lo que vino después, The Cure, Bauhaus…, pero también grupos como Roxy Music y todo el rollo noventero o, mejor aún la música de los ochenta, también el grunge o la bossanova. En realidad, soy muy ecléctico. Antes pintaba escuchando música, siempre tenía algo de música, según me sintiera y según lo que estuviera pintando.
"El silencio es ahora mi aliado. Estoy en el estudio y me concentro en mis pensamientos"
-¿Antes?
-Sí, antes. Ahora no, prefiero el silencio. Es curioso, pero ahora estoy tan metido en lo que estoy haciendo que lo único que quiero a mi alrededor es silencio. El silencio es ahora mi aliado. Estoy en el estudio y me concentro en mis pensamientos. Es dejarte llevar por tu sensibilidad, por los latidos de tu corazón. Vuelvo a lo que te decía antes, mi manera de hablar es pintando, y ahora tengo muchísimo más claro eso, que es la pintura la que habla.

-Hace poco estuve en una exposición tuya en la galería Espacio 0 y pude comprobar que, junto a tu obra más reconocible, había ya algunas abstracciones.
-Ahí va. Eso fue hace un par de años. Los cambios de registro, al menos en mí, no son de un día para otro. Hace falta mucha reflexión y mucho convencimiento. Desde entonces he estado trabajando en piezas más cercanas a la abstracción, y eso es lo que he acabado haciendo, pura abstracción. Necesitaba un cambio, han sido muchos años de paisaje urbano, y además mis gustos me llevaban siempre a tener en consideración los trabajos de gente como De Kooning, Pollock o Kline, el expresionismo abstracto, la action painting o pintura gestual… Necesitaba recorrer estos caminos, tener libertad absoluta delante del lienzo, no depender de la realidad, sin modelos ni nada concreto. Tú solo delante del lienzo. Quizás de ahí lo del silencio, porque te tienes que meter en lo que estás haciendo, creando. Es muy duro, y vuelvo a lo mismo, necesito que sea la pintura la que hable. Sin nada reconocible en el lienzo, solo formas, color, gestos… Hay momentos complicados, difíciles y a veces te encuentras en una encrucijada y no sabes siquiera por donde salir. Podría parecer que se sufre, pero nada más lejos de la realidad, estás en tu mundo, absorto en lo que estás haciendo y cuando te das cuenta han pasado horas… En realidad, te puedo asegurar que me lo estoy pasando muy bien.
-Entiendo que ha sido un camino además de duro, largo.
-Claro, desde luego. Salgo de la facultad con un bagaje mínimo, con un oficio apenas aprendido y menos aún asimilado. Me dediqué a visitar todo tipo de exposiciones, comprobar qué estaban haciendo los demás. Era como una obsesión, y mientras más obra conocía más me daba cuenta de que estaba apenas empezando a ser un pintor, un artista.
"La amplitud de miras y la adquisición de conocimientos, quizás sea lo que me ha permitido ahora cambiar de registro, hasta cambiar la gama de colores que venía utilizando"
Así descubrí el paisaje urbano, y en la galería Haurie pude realizar algunas exposiciones que fueron los inicios de unos paisajes urbanos en los que he estado centrado y para los que tuve que estudiar desde Hopper hasta Antonio López, o casos como una manera de crear que me llamó la atención sobremanera en aquellos tiempos, la obra de Arthur Dove, una figuración con partes de abstracción. Pero en realidad me he dejado estimular por todo tipo de temáticas, estilos y hasta maneras de entender el arte. Esto que te estoy diciendo, la amplitud de miras y la adquisición de conocimientos, quizás sea lo que me ha permitido ahora cambiar de registro, hasta cambiar la gama de colores que venía utilizando. Y esto está muy bien. Me gusta.
-¿Tiene que ver este nuevo registro con tu actual estado de ánimo?
- En absoluto, el estado de ánimo no tiene nada que ver con los colores. Eso no pasa de ser una leyenda urbana. Cuando estás en un momento de mucha energía, lo plasmas en el lienzo, pero no con un determinado color, sino con todo. Son esos momentos en que estás absolutamente metido en lo que estás haciendo, el estado de ánimo, la energía se trasmite desde el pincel, desde la paleta y sobre todo desde el corazón. Es todo. Igual puedes estar transmitiendo tranquilidad que todo lo contrario. Al final te das cuenta de que lo más importante es ser honesto contigo mismo, comprometerte contigo en lo que estás haciendo. Si lo consigues, estás a gusto con la obra que estás ejecutando.
"Siempre he sido feliz pintando, con lo que he estado haciendo y con lo que hago ahora"
-La abstracción puede que tenga mercados más reducidos.
-No me importa, la aceptación no debe ser general. Todos somos diferentes y cada uno tiene sus gustos, sus preferencias. Creo que habrá a quien le interese esta nueva forma de expresarme. De momento lo que te puedo asegurar es que estoy muy a gusto con lo que estoy haciendo. Siempre he sido feliz pintando, con lo que he estado haciendo y con lo que hago ahora. Además, mentalmente también me ha venido muy bien hacer lo que estoy haciendo. Era necesario encontrar la tranquilidad, y la he encontrado, ya te he dicho que no soy de muchas relaciones sociales, de ahí que tenga establecido un diálogo con lo que me rodea, con la naturaleza, el campo abierto y sobre todo la playa. No puedo vivir lejos del mar.
He estado viendo el listado de lugares en los que has expuesto tu obra, desde San Petersburgo a Seul, Bath, Londres, Goteborg, Estocolmo, Bruselas, Hong Kong… y por supuesto Sevilla o Madrid entre otras muchas ciudades, y entiendo que ahora se haya metido en su estudio y haya encontrado en Huelva, en sus paisajes, en su luz, los caminos que anda transitando con paso firme. Tranquilidad, me ha estado diciendo al final de la larga conversación, interrumpida por unas gotas de agua que caen sobre la mesa y le hacen sonreír. Ves, me señala las gotas y después mira al cielo, azul y limpio. Esto solo pasa aquí. Huelva es muy especial.
No tardará mucho antes de que podamos ver su obra expuesta en cualquier lugar del mundo, esperemos que por aquí también podamos admirar sus conclusiones, lo que ha dejado palpitando en unos lienzos a los que se ha enfrentado con compromiso por buscar lo bien hecho, lo cual quiere decir que con arte pero también con honestidad.