La oda a Platko de Rafael Alberti

Los hermanos Platko entrenaron al Recreativo de Huelva en dos etapas distintas, Ferenc a principios de los 30, y Carlos Platko en los 40, recibiendo en 1944 un homenaje en el antiguo Velódromo en un partido que enfrentó al decano y al Real Betis Balompié

El poema fue publicado por vez primera, corregido y revisado en 'Papel de Aleluyas', toda una referencia para la novísima poesía de la generación del 27 y editada en Huelva por los poetas sevillanos Fernando Villalón y Adriano del Valle junto al onubense Rogelio Buendía

Platko El oso rubio de Hungría

Ferenc Platko, homenajeado en el antiguo campo del F.C.Barcelona h24
Bernardo Romero

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La final del campeonato de Copa de 1928 fue toda una batalla campal. La tildan de violenta las crónicas deportivas de la época, y ello teniendo en cuenta que fueron unos tiempos en los que un lanzamiento de córner era medio gol, ya que unos reglamentos más laxos permitían meter dentro de la portería el balón y al guardameta si hacía falta. Fueron necesarios tres encuentros disputados en los campos de sport del Sardinero, en Santander, entre la Real Sociedad de San Sebastián y el Futbol Club Barcelona, para dirimir quién se llevaba la copa, la cual acabaría en las vitrinas del club catalán al ser la quinta que conquistaban, lo que les hacía tenerla en propiedad.

El tercer y definitivo encuentro acabó con un resultado de tres goles a uno, después de dos empates a un gol entre ambas escuadras. Fue el primero de los tres encuentros el que presenció el poeta Rafael Alberti, quizás el más duro de los tres y en el que caería sin sentido y con la cabeza abierta de una patada el guardameta que dos años después defendería la portería del Recreativo de Huelva, el húngaro Frank, o Ferenc, Platko. El poeta del Puerto de Santa María relataba así el curso del encuentro: «Platko, un gigantesco guardameta húngaro, defendía como un toro el arco catalán. Hubo heridos, culatazos de la Guardia Civil y carreras del público. En un momento desesperado, Platko fue acometido tan furiosamente por los de la Real Sociedad que quedó ensangrentado, sin sentido, a pocos metros de su puesto, pero con el balón entre sus brazos (...) apareció de nuevo, vendada la cabeza, fuerte y hermoso, decidido a dejarse matar».

Imagen principal - Arriba, el delanterro donostiarra Cholin en el momento de patear la cabeza de Platko; y sobre estas líneas, el guardameta hospitalizado, eso sí, una vez acabó el encuentro
Imagen secundaria 1 - Arriba, el delanterro donostiarra Cholin en el momento de patear la cabeza de Platko; y sobre estas líneas, el guardameta hospitalizado, eso sí, una vez acabó el encuentro
Imagen secundaria 2 - Arriba, el delanterro donostiarra Cholin en el momento de patear la cabeza de Platko; y sobre estas líneas, el guardameta hospitalizado, eso sí, una vez acabó el encuentro
UNA FINAL HEROICA Arriba, el delanterro donostiarra Cholin en el momento de patear la cabeza de Platko; y sobre estas líneas, el guardameta hospitalizado, eso sí, una vez acabó el encuentro h24

El encuentro tuvo más jugadas accidentadas, como la lesión del goleador catalán Samitier, que tras una dura entrada hubo de abandonar el terreno de juego. Luego sucedió lo de Platko, que en el minuto 40 de la primera parte y al tirarse a los pies de Cholín, que a punto estuvo de marcar, recibió una patada en la cabeza que le dejó conmocionado. En la segunda parte y ante el clamor del público, Samitier, aunque mermado por la lesión sufrida, regresó al césped, ya que su equipo estaba jugando con nueve, pues en esos años no se hacían sustituciones. Entrada ya la segunda parte, apareció Platko de nuevo en escena, el público prorrumpió en aplausos y las fuerzas quedaron igualadas, pero no equilibradas por el estado tan lamentable que presentaban el guardameta y el delantero barcelonistas, a pesar de lo cual Samitier la enchufó y adelantó a los azulgranas en el marcador. A los pocos minutos los txuriurdín (albiazules) lograrían empatar, cosa que no recoge Alberti, pues pensaba que el gol de Samitier, al ser de mayor belleza, era suficiente para ganar el partido. Esto dio pie al poeta del Puerto, por entonces un joven de apenas veintiséis años, a componer una oda al bravo arquero húngaro, que volvió a saltar al terreno de juego a los pocos minutos con la cabeza vendada y plenamente consciente, aunque como es sabido, después del partido hubo de ser ingresado en un hospital.

Frank Platko, fue portero y entrenador del Recreativo de Huelva entre 1930 y 1933, en los años que tuvo que cambiar transitoriamente y de forma accidental su denominación el club por la de Onuba debido a unos incidentes ocurridos en un encuentro contra el Real Betis Balompié, los cuales vinieron a acabar con una sonada trifulca más posterior y exagerada multa imposible de pagar por el club, de ahí que driblara la sanción cambiando de nombre. Frank Platko tuvo una trayectoria larga de resumir. Diremos al menos que fue pionero en la llegada a América de las más modernas tácticas de fútbol que se seguían en el fútbol europeo, logrando tres ligas con el Colo-Colo chileno, o que entre 1925 y 1929 conquistara tres copas del Rey y una liga con el Fútbol Club Barcelona.

Caricatura del guardameta publicada en ABC

La ciudad de Huelva y el club decano del fútbol español, tuvieron a dos de los hermanos Platko como jugador y entrenador Ferenc y como entrenador a Carlos, al cual rindieron homenaje un 18 de mayo de 1944, celebrándose un encuentro de foot-ball en los antiguos campos del Velódromo, entre el Real Club Recreativo de Huelva y el Real Betis Balompié, con resultado de empate sin goles, algo impropio de aquellas temporadas tan fecundas en juego, goles y emoción. Frank Platko por aquel entonces no estaba en España, pues oficiaba de entrenador en la Selección de Chile y al mismo tiempo en el equipo argentino River Plate. A la temporada siguiente regresaría a España para entrenar al Real Valladolid. Luego aparecería de nuevo en Chile y en Argentina, para regresar a Barcelona y hacerse cargo de su antiguo club en la temporada 1955/56. Diez años después, con setenta años volvería a los terrenos de juego para entrenar al San Luis de Quillota en la mejor trayectoria de la historia de este club en la primera división chilena. Falleció en 1983 a los 85 años de edad, y sus restos reposan en el Mausoleo de los Viejos Cracks del Colo-Colo, en el cementerio de Santiago de Chile.

La oda a Ferenc Platko apareció por vez primera, completa y corregida en la revista literaria onubense 'Papel de Aleluyas'

En los últimos años de los felices y movidos años veinte, aparecía en Huelva la revista literaria Papel de Aleluyas, cuya sede oficiosa estaba en el número 1 de la Calleja del Duende, ya por entonces nombrada Gobernador Alonso, residencia de Rogelio Buendía, que junto a Fernando Villalón y Adriano del Valle, llevaron a cabo la edición de esta ilustre referencia de la generación del 27 (1).

Publicación de la oda en la revista onubense

Una de las características de los escritores de esta generación fue la de acercarse a temas de su tiempo, y muy reiteradamente al mundo de los deportes (2). La Oda a Platko aparece en el número de julio de 1928 (3), apenas dos mes después de la accidentada final de la copa del Rey, con una dedicatoria a Samitier que tiene también su historia. No fue Alberti el único en presenciar el encuentro entre la Real Sociedad y el Futbol Club Barcelona, en la grada de enfrente estaba Gabriel Celaya, otro enorme poeta y, este sí, aficionado al fútbol y en concreto a la Real Sociedad. El caso es que Alberti poco tenía que ver con el fútbol, o nada, pero resultó que estaba realizando una cura de reposo y escribiendo en la casona de Tudanca propiedad del académico José María Cossío (4), apartada en la montaña cántabra. Cossío era amigo de Samitier (5), la estrella del Futbol Club Barcelona, y recibió la invitación de este para asistir a la final. Otro amigo de Samitier era la entonces máxima estrella de la canción, Carlos Gardel, que se encontraba de gira por España y también acudió a presenciar el match. De modo que este partido iba a dar para tres distintas creaciones artísticas, por un lado sería la Oda a Platko, que nos ocupa, y en la grada de enfrente, estaba Gabriel Celaya, que escribiría en respuesta a la Oda albertiana, su Contraoda de poeta de la Real Sociedad. Por su parte Carlos Gardel, que ya tenía un tango dedicado al fútbol, adaptó su letra para incluir en ella a su amigo Samitier y al héroe de la final, el guardameta herido.

(1) Algún día habrá que recordar el paso por Huelva para sacarse el título de bachillerato del torero e intelectual Ignacio Sánchez Mejías, amigo íntimo de Pepe Pérez de Guzmán. Sí, el que da nombre a unos celebrados fandangos abandolaos de su invención acompañados por el toque de una guitarra con sabor huelvano. Este diestro en el arte de la tauromaquia y en el de las letras, propició y sufragó la reunión sevillana de escritores que daría nombre a una brillante generación de artistas, la del 27.

(2) El propio Alberti volvería al mundo del deporte con otra oda, en esta ocasión dedicada al púgil Paulino Uzcudum. Y en este tiempo el jovencísimo Francisco Ayala vuelve a un ring para cantar a este deporte en su relato El boxeador y el ángel: que termina así: Nuevo golpe. ¡Al suelo! Corrían los segundos. Y un hilo de sangre por su cara, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7… El ángel puso su pie rosado sobre el pecho del negro boxeador. (Alborozo de alas y palmadas.) Mientras levantaba el árbitro –indicador lineal del cielo victorioso y centro de aclamaciones– el puño vencedor del púgil. Vencedor por k. o. Volviendo a Huelva, el poeta y editor de Papel de Aleluyas, Rogelio Buendía, canta al también poeta y guardameta malagueño José María Hinojosa: “colocado en la puerta de los once, paraba, con gesto de Dionisos sin rosas ni racimos, la pelota de oro de la Osa Mayor”, en clara alusión a la manzana de oro presente en varios mitos y leyendas, entre ellos el de la diosa y deportista Atalanta, que da nombre a una escuadra futbolera italiana, la de Bérgamo, en la Lombardía. Ayer le ganó a la Juve en su propio campo cero a cuatro nada menos. A Hinojosa le recuerda como genial deportista Giménez Caballero, y así podríamos estar tres días relatando poemas y escritos de grandes escritores del 27 que tienen como protagonistas a deportistas y a toreros.

(3) Cierto es que la Oda fue publicada días después del partido en La Voz de Cantabria, pero la edición corregida y revisada fue publicada en la revista literaria onubense en julio. Más adelante el propio Rafael Alberti incluiría este poema en su libro Cal y canto, aconsejado por José Bergamín, quien precisamente también estuvo retirado pero no en la casona de Cossío, donde este escribió la enorme enciclopedia sobre el arte de torear, sino que se vino a Fuenteheridos, donde residió un tiempo para encontrarse con la soledad y la necesidad de escribir.

(4) Conocida abreviadamente como “el Cossío”, la enciclopedia Los Toros. Tratado técnico e histórico, fue dirigida por el académico José María de Cossío, que la compuso en una casona en plena montaña cántabra. Publicada en 1943 consta de tres enormes volúmenes. Luego se han ido realizando ampliaciones de esta auténtica biblia del toreo. En los últimos años el diario ABC realizó en 2001 una reedición especial en doce volúmenes, y el diario El Mundo haría lo propio en treinta volúmenes seis años más tarde.

(5) Mítico jugador barcelonés, José Samitier se enfundó la camisola blaugrana durante casi toda su carrera deportiva, aunque fue fichado por el Real Madrid, donde jugó un par de temporadas, para acabar su carrera en la Olímpica y Gimnástica de la ciudad francesa de Niza. Fue tal su popularidad que el club catalán se vio en la necesidad de construir en 1922 un campo con mayor capacidad, Les Corts, para albergar al gentío que aclamaba las proezas y habilidades de la langosta, como se le conocía popularmente.

Oda a Platko

Ni el mar,

que frente a ti saltaba sin poder defenderte.

Ni la lluvia. Ni el viento, que era el que más rugía.

Ni el mar, ni el viento, Platko,

rubio Platko de sangre,

guardameta en el polvo,

pararrayos.

No nadie, nadie, nadie.

Camisetas azules y blancas, sobre el aire.

Camisetas reales,

contrarias, contra ti, volando y arrastrándote.

Platko, Platko lejano,

rubio Platko tronchado,

tigre ardiente en la yerba de otro país.

¡ Tú, llave, Platko, tu llave rota,

llave áurea caída ante el pórtico áureo !

No nadie, nadie, nadie,

nadie se olvida, Platko.

Volvió su espalda al cielo.

Camisetas azules y granas flamearon,

apagadas sin viento.

El mar, vueltos los ojos,

se tumbó y nada dijo.

Sangrando en los ojales,

sangrando por ti, Platko,

por ti, sangre de Hungría,

sin tu sangre, tu impulso, tu parada, tu salto

temieron las insignias.

No nadie, Platko, nadie,

nadie se olvida.

Fue la vuelta del mar.

Fueron diez rápidas banderas

incendiadas sin freno.

Fue la vuelta del viento.

La vuelta al corazón de la esperanza.

Fue tu vuelta.

Azul heróico y grana,

mando el aire en las venas.

Alas, alas celestes y blancas,

rotas alas, combatidas, sin plumas,

escalaron la yerba.

Y el aire tuvo piernas,

tronco, brazos, cabeza.

¡ Y todo por ti, Platko,

rubio Platko de Hungría !

Y en tu honor, por tu vuelta,

porque volviste el pulso perdido a la pelea,

en el arco contrario al viento abrió una brecha.

Nadie, nadie se olvida.

El cielo, el mar, la lluvia lo recuerdan.

Las insignias.

Las doradas insignias, flores de los ojales,

cerradas, por ti abiertas.

No nadie, nadie, nadie,

nadie se olvida, Platko.

Ni el final: tu salida,

oso rubio de sangre,

desmayada bandera en hombros por el campo.

¡ Oh, Platko, Platko, Platko

tú, tan lejos de Hungría !

¿ Qué mar hubiera sido capaz de no llorarte ?

Nadie, nadie se olvida,

no, nadie, nadie, nadie.

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