El homenaje inesperado a La Moni en la nueva entrega de 'Huelva choquera y tabernera'

José Ramón Andikoetxea Rodrigo vuelve a captar historias y anécdotas de los bares de otros tiempos gracias a los recuerdos de más de cien personas

Considera que la obra posee un testimonio colectivo «potente y muy generoso» que como en él puede despertar «la nostalgia de lo no vivido»

«En este libro pongo más carga de profundidad y acento en la gente que me cuenta», resalta de los protagonistas en cabarés, bares, tabernas y chiringuitos hippies

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José Ramón Andikoetxea, en la presentación del segundo volumen de 'Huelva choquera y tabernera' M. A. F.
Mario Asensio Figueras

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A la Huelva de hace unas décadas le faltaban muchas cosas de día y le sobraba de todo de noche. Presumía de dos cabarés entre sus puñados de tabernas y opositaba a potencia del desenfreno en los días de tiempo estirado y vasos rebosantes de juerga apilados en la calle Gran Capitán. Por allí La Moni, tan extrañada ahora, lucía las secuelas de las torturas como reina marinera de la libertad y en la trastienda de un bar enlazaba sus primeros acordes un Niño Miguel muy niño, con muchas madrugadas aún por quemar. En cualquier calle rivalizaban las tabernas de Bonares y sus vinos, mientras en la costa, acumulaban redadas policiales los chiringuitos playeros, agitados por música y psicodelia. Pasaba de todo.

Los puntos de encuentro de los habitantes de cualquier ciudad, más allá de las puertas de sus casas, son desenfadados campos de estudio. Permiten realizar un retrato sociológico particular, nada científico pero sí interesante, con sustancia, divertido. Somos en gran parte cómo nos mostramos en esos momentos en los que el ánimo de esparcimiento doblega al semblante predominante de rutina obligada. En los bares trasciende un 'Yo' de pelaje creativo, salvaje, desenfadado, cómico... entre otras muchas aristas.

En la segunda parte del exitoso libro 'Huelva choquera y tabernera' José Ramón Andikoetxea Rodrigo -'Andi' para los amigos- están todas esas realidades superpuestas en la historia de la ciudad, como estratos arqueológicos. El autor onubense ahonda en un registro narrativo donde se siente cómodo desplegando un estilo directo, rítmico y desenfadado pero sin embargo de resultado trascendente, porque su trabajo ha conseguido inmortalizar con cariño testimonios de otros tiempos del pálpito vital de la Onuba de varias décadas atrás, de la que quedan ecos apagándose de vaivén canalla y secuelas de alcohol. Consigue atrapar esos recuerdos verbalizados, compartirlos con sus anécdotas y costumbres, con su autenticidad. En esa foto de palabras bien escogidas somos diferentes pero también parecidos.

Imagen - «El objetivo fundamental era recuperar esas historias y devolvérselas a Huelva y se está cumpliendo»

«El objetivo fundamental era recuperar esas historias y devolvérselas a Huelva y se está cumpliendo»

José Ramón Andikoetxea

Autor de 'Huelva choquera y tabernera'

«Estoy muy contento. El objetivo fundamental era recuperar esas historias y devolvérselas a Huelva y se está cumpliendo. La gente está respondiendo bien y le está gustando. Están sintiendo cómo eran las cosas y cómo siguen siendo. Es una mezcla de lo antiguo y lo nuevo. Se busca un espíritu más que una realidad», expone Andi a Huelva24.com.

Si en la primera entrega había bares antiguos y otros de marcha de la propia movida onubense, ahora se cuela en las reminiscencias de antiguas tabernas, muchas de ellas de Bonares, y chiringuitos de Punta Umbría. «Creo que ha quedado un retrato bastante bueno de lo que era este mundo de claroscuros de la Avenida Alemania y la Calle Gran Capitán a través de testigos directos», indica el autor.

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Comenta que «involuntariamente» el libro se convierte también en un homenaje a la recién fallecida La Moni de Huelva, personaje al que dio vida Antonio Herrera, represaliado por su condición sexual, artista cabaretera y de gran dimensión social con su ayuda a los necesitados. Con La Moni habló el autor y vale con su ausencia aún más si cabe sus memorias. Tiene un capítulo entero donde es retratada con sus anécdotas. «Ella habitaba mucho esa zona de la calle Gran Capitán, que era una fiesta sin fin, pero también un lugar con la dureza que experimentaban quienes se dedicaban al oficio más antiguo del mundo», refleja.

La fiesta sin fin

Sobre La Moni recuerda que «tenía su bar y se congregaban allí mezclados las reuniones de los señoritos, niños de papá, cómicos y flamencos, dispuestos a gastarse los verdes de una forma absoluta en una fiesta sin fin». En estas juergas, al igual que ocurre en Las Vegas, lo que allí pasa allí se queda y es curioso cómo «al salir nadie se conocía ni se podía saludar a esas personas con esa alegría». También jugaban su papel las fuerzas de seguridad, que para muchos gobernaban la calle aprovechándose de la situación.

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Entre las anécdotas simpáticas de estos ambientes el libro rescata cómo La Moni y La Lechuga, cada una a la puerta de su bar «se picaban y se pinchaban la una a la otra alardeando del número de clientes que tenían, cuando en realidad estaban los dos casi vacíos». Apunta, que el propio Antonio Herrera le confesó que «no ganaba tanto y que era casi más con las propinas por ir contando chistes», una de sus especialidades de las que los onubenses se quedarán huérfanos en las próximas Fiestas Colombinas.

Dos cabarés

Andi se detiene en el análisis de contrastes de aquella Huelva, «una ciudad pequeña, pero con puerto y minería, y que tenía dos cabarés. Se llenaban de marineros pendencieros que no veían otra zona de la ciudad y pensaban que era más grande. Alucinaban porque otras ciudades apenas tenían uno y aquí había dos».

En otro rincón, en la trastienda del Uno, en la Avenida Alemania, recibía clases de guitarra el legendario 'Niño Miguel', entonces más niño, de su padre, el gran guitarrista almeriense Miguel Fernández 'El Tomate'. «Era un padre muy duro», asegura Andikoetxea con la información de un valioso testimonio.

«En cada calle había tres tabernas y el 90% eran de Bonares, llevadas por gente trabajadora y emprendedora»

Su investigación también lanza las redes en el origen de las tabernas de Huelva fundadas por vecinos de Bonares. «En cada calle había tres tabernas y el 90% eran de Bonares, llevadas por gente trabajadora y emprendedora y traían vinos del Condado muy apreciados», detalla. Ahí están clásicos como Los Cuartelillos o El Macareno.

Paralelamente proliferaron los bares hippies en torno a las playas, con una «efervescencia psicodélica que hacía la fiesta especial». Cobra protagonismo la música, seguida por la chavalería «en masa». Pero había sustancias y otros aderezos y eran frecuentes las redadas policiales.

En esta nueva entrega de la obra está el testimonio de más de cien personas y se mencionan a unos 55 establecimientos. «En este libro pongo más carga de profundidad y acento en la gente que me cuenta», dice con respecto al primero Andi, que recuerda con gracia cómo el primer volumen fue clasificado por Amazon como parte de la sección de Antropología, algo que viste mucho. Al margen de este universo es la editorial Niebla la que se encarga de publicar y distribuir los dos volúmenes de esta obra. «Han dado a este proyecto siempre una cobertura muy potente. Es una editorial con prestigio y e impulsada por Rafa Pérez, que le pone muchas ganas y siempre me ha dado buenos consejos», agradece.

«Mi intención era buscar la vida cotidiana, no sacar conclusiones categóricas, ilustrar la memoria colectiva»

Matiza el autor que frente a la pretensión sociológica en la que le catalogaban está su visión real. «Mi intención era buscar la vida cotidiana, no sacar conclusiones categóricas, ilustrar la memoria colectiva y recuperar olores, sabores, sonidos y anécdotas de todos estos bares». En definitiva busca reunir los ingredientes de la pócima mágica que permita una inmersión auténtica en el pasado. «Lo que quiero es que si cierras los ojos puedas ponerte en el lugar de tus abuelos, en esas tabernas donde se hablaba de fútbol y toros, donde muchos huían de las penurias de los patios de vecinos para echar un rato de esparcimiento».

Se habla también de locales actuales, como el Berdigón 14, que habita la casa más antigua de Huelva, La Grosera, y hasta la Asociación Huelva Rock, porque también forman parte de esa Huelva choquera y tabernera. «La esencia de la taberna pervive en la convivencia de los parroquianos y por suerte la mujer, antes excluida de los espacios públicos, ahora forma parte de todo», valora.

En este volumen hay entrevistas a taberneros y taberneras o sus descendientes, que forman un «testimonio potente y muy generoso», pues contiene muchas historias y anécdotas. Con sus voces convive la percepción del autor como público y cliente y semblanzas personales como Perico Terrades, Bernardo Romero, Moisés Izquierdo, Paco Perdigones, La Moni… personas que han trabajado en bares o los ha dirigido.

«Han sido años de trabajo y muchas horas, un disparate, pero el agradecimiento es grande»

«No es un recuento de datos fríos, que son importantes, pero aquí lo que hay es una sustancia del puchero, con muchos ingredientes. Han sido años de trabajo y muchas horas, un disparate pero el agradecimiento es grande», reseña el autor. «Con el primer libro la gente lo cogía y lo ojeaba muy rápido para ver quién estaba y quién faltaba. Con estos mimbres el tercer volumen está ya en camino y hay capítulos escritos, pero me tengo que frenar porque es una paliza tremenda», admite.

Otra obra en ciernes

Y mientras tanto, para julio, en pleno verano, verá la luz del sol otra obra con repleta de recuerdos de infancia. 'El Rompido 77: los niños salvajes', compuesto por microrrelatos en los que «he intentado rescatar el niño que fui».

Tanto hablando de si mismo como de los bares cree que ha encontrado «un nicho que para mí es muy espontáneo y natural, en el que me siento muy cómodo. Llevo toda la vida trabajando en formación y he estado mucho con mayores de la tercera edad, a los que escucho más que hablo. Es una de las raíces de estas obras», pero para el origen «fundamental» ha sido y es «pasear con mi padre por Huelva, que lleva aquí desde los años 50, y te va señalando y diciendo íbamos allí o allí y cada sitio que indica ya no existe. Entonces llegas a sentir la nostalgia de lo no vivido».

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Considera que las personas que ahora tienen entre 45 y 65 años han tenido «la grandísima suerte de vivir muchas de las tabernas de Huelva, de disfrutar de tascas, garitos, de locales de marcha y música y hemos sido los últimos que hemos vivido ambas realidades».

Taberneando por Sevilla

El interés de Andikoetxea por bares y tabernas también le ha llevado a adentrarse en calles sevillanas y escribir 'Sevilla la ilustre taberna'. Expone que «Sevilla tiene una cultura de taberna más arraigada que Huelva. Aquí la hemos perdido en gran parte a día de hoy. Ese orgullo de tasquero que hay en Sevilla aquí es mucho más escaso, no existe casi. Allí hacen alarde de su taberna de cabecera». Añade que ha estado yendo a Sevilla dos años, en los que ha ido a puerta fría, porque llegaba sin contactos, pero «al igual que en Huelva me han recibido muy bien y he descubierto una flipada de tabernas».

La esencia de las tabernas se ve amenazada por el turismo salvaje y el autor onubense piensa que «hay un debate interesante y creo tiene que haber límites y ser contundentes. Hay gente que me ha dicho que la Alameda de Hércules se ha convertido en un parque de atracciones». Considera que «en Huelva estamos lejos de eso, pero cuando las barbas de tu vecino veas cortar… Si lo vendemos mal se genera un monstruo y habría que poner medidas antes, pero el debate es amplio».

Al margen de cómo se puede articular un turismo sostenible, lo claro es que una gran manera de viajar por la Huelva que fue y la que queda es abrir las páginas de 'Huelva choquera y tabernera', un pozo de historias prácticamente inagotable.

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