¿Por qué es importante el pino de la Corona para Juan Ramón Jiménez?: «Es un elemento de protección y de guía, como un faro»

El catedrático Manuel Ángel Medel, especialista en la obra del Nobel moguereño, comparte las claves que hacen de este árbol caído un destacado elemento simbólico

«Forma parte del paisaje vital y emocional de Juan Ramón Jiménez», subraya

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Imagen antigua del pino de la Corona H24
Mario Asensio Figueras

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El pino de Platero, el pino de Fuentepiña, el pino de la Corona. Son formas de denominar a un mismo árbol, muy importante en la vida y obra de Juan Ramón Jiménez, para Moguer y para todos los amantes de la literatura del Nobel moguereño, que lo hizo inmortal con sus palabras. Un viento huracanado hace unos días tumbó este pino y dejó al aire sus raíces, moribundo. A sus más de 200 años este golpe del destino puede ser definitivo, pero los técnicos están tratando de mantenerlo con vida con medidas de urgencia.

El revuelo social ha sido grande, porque quien más y quien menos sabe, -además de a través de los libros se ha difundido en el boca a boca-, que bajo este pino se enterró a Platero, el burrito con el que el autor compartió su niñez, también universal e inmortal gracias a la obra 'Platero y yo'.

¿Por qué es tan importante este árbol?

Pero ¿Por qué es tan importante este pino en la obra de Juan Ramón Jiménez? Uno de los mayores expertos de la obra de poeta universal es el onubense Manuel Ángel Medel, catedrático de Literatura y Comunicación de la Universidad de Sevilla. Comparte con los lectores de Huelva24.com las claves que hacen de este pino un elemento con una gran carga simbólica.

«Hablamos, como en tantas cosas de Juan Ramón, de realidades que tienen que ver con su vida, pero también de realidades que han quedado idealizadas, trascendidas, transformadas en su palabra», señala Vázquez Medel, que recuerda es que el pino de la Corona «forma parte el paisaje vital y emocional de Juan Ramón Jiménez». Está ahí para el autor desde que era niño, pero muy especialmente en la que el experto denomina 'la etapa moguereña', porque entre los años 1905 y 1912, Juan Ramón regresa después de haber estado en Castel d'Andorte y en Madrid a su Moguer natal y «es ahí donde se gesta la escritura de 'Platero y Yo'. Se publicaría un par de años después de su regreso a Madrid a finales de 1914 y «daría ocasión de leerlo a Francisco Giner de los Ríos, que murió en febrero de 1915 a poder leerlo».

Imagen principal - Fotografías recientes del pino de la Corona tras ser derribado por un fuerte viento
Imagen secundaria 1 - Fotografías recientes del pino de la Corona tras ser derribado por un fuerte viento
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Fotografías recientes del pino de la Corona tras ser derribado por un fuerte viento H24

Vázquez Medel comparte que cuando los fuertes vientos del temporal derribaron el pino, conversó con Carmen Hernández-Pinzón, sobrina nieta de Juan Ramón, triste por lo ocurrido. «Le decía que el pino seguía vivo gracias a la evocación de Juan Ramón Jiménez».

Al respecto, citó el texto del capítulo 40 de 'Platero y yo', «uno de los más hermosos y más logrados de esta obra», que refleja el ideal educativo del institucionismo, que es «la expresión de Juan Ramón hacia la verdad, la bondad y la belleza, una escritura dirigida no sólo a los niños, sino a los niños que deben seguir en nuestro corazón».

En este capítulo, Juan Ramón «transforma el pino de la Corona en un eje de verticalidad, en algo que se eleva al cielo. Lo convierte en un faro y, por tanto, en una guía». «Faro rotundo y claro en los mares difíciles de mi sueño», dice en este capítulo el Nobel.

Vázauez Medel explica que estamos ante «un elemento simbólico, además de ser un elemento real, con el que Juan Ramón se siente protegido». «Donde quiera que paro, Platero, me parece que paro bajo el pino de la Corona», cita.

«Es lo único que no ha dejado al crecer yo de ser grande, lo único que ha sido mayor cada vez», decía Juan Ramón sobre el pino

Por tanto, hay que considerar al pino de la Corona «un elemento de protección y de guía, como un faro. Es un recuerdo que le hace sentirse fuerte, le transmite fortaleza». Además, comenta que curiosamente, como dice el autor, «es lo único que no ha dejado al crecer yo de ser grande, lo único que ha sido mayor cada vez». Se diferencia de lo que expresa en el «hermosísimo» poema 'Cuando yo era el niñodiós', donde «pone el contrapunto de lo grandes que le parecían las cosas cuando era un niño y de lo pequeñas que le parecieron cuando ya joven volvió después de haber faltado de Moguer».

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Juan Ramón Jiménez EP

Juan Ramón piensa en el pino de la Corona «como algo magno, grande» y el experto le cita de nuevo: «La palabra magno le cuadra como al mar, como al cielo y como a mi corazón». Comenta que «de nuevo lo real y lo simbólico se unen en esa visión de Juan Ramón del pino de la Corona». Por eso, recuerda que «le dolió cuando le cortaron una rama y le hubiera dolido de haber sabido que ha quedado ya arrancado y probablemente muerto», pero también Vázquez Medel incide en que «hemos de insistir en que el pino de la Corona sigue vivo en la palabra de Juan Ramón. Él lo hizo perdurar mientras haya almas sensibles que lean 'Platero y yo'.

El pino de la Corona (Capítulo 40 de 'Platero y yo'

«Donde quiera que paro, Platero, me parece que paro bajo el pino de la Corona. A donde quiera que llego—ciudad, amor, gloria—me parece que llego a su plenitud verde y derramada bajo el gran cielo azul de nubes blancas. Él es faro rotundo y claro en los mares difíciles de mi sueño, como lo es de los marineros de Moguer en las tormentas de la barra; segura cima de mis días difíciles, en lo alto de su cuesta roja y agria, que toman los mendigos, camino de Sanlúcar.

¡Qué fuerte me siento siempre que reposo bajo su recuerdo! Es lo único que no ha dejado, al crecer yo, de ser grande, lo único que ha sido mayor cada vez. Cuando le cortaron aquella rama que el huracán le tronchó, me pareció que me habían arrancado un miembro; y, a veces, cuando cualquier dolor me coge de improviso, me parece que le duele al pino de la Corona.

La palabra magno le cuadra como al mar, como al cielo y como a mi corazón. A su sombra, mirando las nubes, han descansado razas y razas por siglos, como sobre el agua, bajo el cielo y en la nostalgia de mi corazón. Cuando, en el descuido de mis pensamientos, las imágenes arbitrarias se colocan donde quieren, o en esos instantes en que hay cosas que se ven cual en una visión segunda y a un lado de lo distinto, el pino de la Corona, transfigurado en no sé qué cuadro de eternidad, se me presenta, más rumoroso y más gigante aún, en la duda, llamándome a descansar a su paz, como el término verdadero y eterno de mi viaje por la vida«.

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