crítica teatral 'camino al zoo'

Tenemos que hablar

Lleno hasta arriba, hasta la bandera,que se suele decir aplicando terminología taurina. Es lo que ocurre habitualmente aquí cuando recalan actores conocidos y habituales de la pequeña pantalla

Semana de música y teatro en Huelva con el Concierto Sinfónico de Laura Gallego y Fernando Tejero en la obra 'Camino al Zoo'

Testimonio

Una de las escenas de 'Camino al zoo' pentación espectáculos

César Corpa

En 1959 el dramaturgo americano Edward Albee escribe 'La historia del Zoo', una obra corta que tuvo un cierto recorrido en la segunda mitad del siglo XX también España. Si la memoria no me falla, se representó en Huelva entre los 70 y los 80 en una de aquellas sesiones de «café-teatro» que organizaba José-Luis Ruiz en el Hotel Tartessos -siempre el nombre de José-Luis Ruiz detrás de las más interesantes iniciativas culturales. ¿Para cuándo un homenaje del mundo de la cultura de Huelva al hombre que más ha batallado por ponernos en el mapa?-.

Aquella obra era 'The Zoo Story', por respetar el título original. Cuarenta y cinco años más tarde el mismo Edward Albee escribe 'Homelife', una especie de precuela en la que los protagonistas son Peter, que trabaja en una pequeña editorial, y Ana, su esposa, un matrimonio en crisis en el que la falta de comunicación y la soledad vienen a ser el pan nuestro de cada día -«tenemos que hablar» es la frase más repetida en el inicio de la obra, como un leit motiv-. Ana es la más consciente de ello y la que más pone de su parte para salir de la inestable situación.

Peter se marcha a leer a un banco del Central Park hasta que aparece un extraño, Jerry, que comienza a contar una historia tras otra. Historias que les incumben, que profundizan en sus vidas y que conectan de una manera muy directa con su problemática. El amor, el precio del éxito y del fracaso o el aislamiento en una sociedad como la nuestra, esos son los temas que van a estar presentes en esas 'Historias del Zoo' hasta llegar a la última y definitiva.

Es un teatro el de Edward Albee lleno de sufrimiento y de furia, de pasión y arrebato, con una gran brillantez en los diálogos que convierten algunas escenas en algo deslumbrante, como seguramente muchos recuerdan en la versión para el cine de su obra '¿Quién teme a Virginia Woolf?'.

Edward Albee pertenece a ese olimpo en el que también tienen luz propia dramaturgos como Thornton Wilder, Arthur Miller o Tennesee Williams. 'Un tranvía llamado deseo', 'La gata sobre el tejado de cinc', 'La noche de la iguana', 'Muerte de un viajante', 'Las brujas de Salem', 'Nuestra ciudad' o 'Panorama desde el puente' son títulos que por sí solos nos dan la medida de lo que fue el teatro estadounidense en la segunda mitad del siglo XX, aunque aquí muchas de estas obras las hemos conocido en su versión cinematográfica y no directamente sobre las tablas de un teatro.

Esta versión de 'Camino al Zoo', que es como se titula el espectáculo que surge de combinar las dos obras a que me refería al principio, la del 59 y la del 2004, está dirigido por Juan-Carlos Rubio, que en varias ocasiones ha mostrado abiertamente su admiración por el teatro de Albee: «Sus obras son joyas que diseccionan la condición humana de una manera estremecedora. Me deslumbran sus diálogos brillantes, la aguda descripción de los personajes, el sofisticado tono del teatro del absurdo que conecta con el tiempo actual...»

La escenografía en la que se desarrolla este montaje de Juan-Carlos Rubio es, a mi juicio, demasiado lineal, demasiado esquemática, encerrando a los personajes en un espacio que tiene todo el sentido en la primera mitad de la obra, pero que sobra en la larga escena del zoo.

La obra alterna momentos de gran brillantez -Albee es el gran maestro de los diálogos- con otros en los que se torna aburrida y falta de interés. Da la impresión de que 'Camino al Zoo' estuviera aún en rodaje y necesitara ir puliendo todo lo relativo al ritmo de cara a su estreno en Madrid en la próxima temporada.

Fernando Tejero, el protagonista de la obra, ha desarrollado su carrera de actor fundamentalmente en el cine y la TV. Y se le nota, para mal. En el gesto, a mi gusto demasiado contenido -no se actúa igual en cine o TV que en el teatro-. Y en la voz, sobre todo en la voz. Es un problema habitual en los actores que han basado su formación y su trayectoria en la TV y es que no vocalizan. Y si a la falta de vocalización le añadimos las dificultades insalvables que tienen algunos para proyectar la voz, el resultado es que el público se queda muchas veces a dos velas e incapaz de seguir los diálogos.

  Aparte de este problema, tan habitual en muchos actores que no tienen el teatro como medio de expresión habitual, Fernando Tejero es capaz de dar vida a Peter, su personaje, aportándole una delicadeza y una fragilidad a la que contribuye no poco su propia apariencia física.

Junto a Fernando Tejero dan vida a la obra Mabel del Pozo y Dani Muriel, y lo hacen dignamente, aportando cada uno de ellos talento y sensibilidad en sus interpretaciones. Lo dicho de Fernando Tejero en cuanto a la vocalización y la proyección de la voz sirve también para ambos. No se trata de gritar, sino de saber llegar al fondo del teatro con la palabra. Matizada, susurrada o cargada de emoción.

Versión Juan-Carlos Rubio y Bernabé Rico

'Camino al zoo', de Edward Albee

  • Dirección: Juan-Carlos Rubio

  • Escenografía: Leticia Gañán y Curt Allen Wilmer (estudio deDos)

  • Vestuario: Pier Paolo Álvaro

  • Reparto: Fernando Tejero (Peter), Mabel del Pozo (Ana) y Dani Muriel (Jerry), que cumplía los años y fue felicitado por todo el teatro mientras soplaba la velita de la tarta.

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