García Parody: «El califato es la etapa más brillante de la historia de España»

Editado por Almuzara, 'La otra historia de España' se presenta este viernes en la Fundación Caja Rural

García Parody plantea la revisión de los conceptos y mitos de la historia de España

Manuel García Parody:| «En Córdoba es fácil ser profesor de historia»

Manuel García Parody en Córdoba, donde ejerce su labor docente ROLDÁN SERRANO
Bernardo Romero

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Catedrático de Geografía e Historia, el cordobés Manuel García Parody (La Línea de la Concepción, Cádiz, 1946) ha sido profesor en las universidades de Sevilla, Córdoba y UNED, se licenció en la Hispalense obteniendo el premio de la Fundación Vallejo para doctorarse después en la universidad de su ciudad natal. Es autor de más de veinte libros de historia, colaborador habitual en revistas especializadas, y premio Juan Bernier de Historia. Académico correspondiente de la Real Academia de la Historia y la de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes. El historiador cordobés es fundamentalmente un desmontador de los absurdos que pueblan la historia más elemental, la que está en manos del común de la población, arremetiendo contra los bulos y desinformaciones que la acción política ha cultivado siempre. Con él nos hemos encontrado antes de la presentación de su última publicación, 'La otra historia de España', que tendrá lugar en el Centro Cultural García Palacios de la calle Mora Claros, Fundación Caja Rural, el próximo jueves 7 de noviembre a las siete de la tarde.

PREGUNTA. En su último libro 'La otra historia de España', aborda las hoy llamadas fake news, y por lo que parece ser no son una novedad.

RESPUESTA. Manuel García Parody. Evidentemente, la historia está llena de bulos. En el libro se habla bastante de ello. De hecho, podría decirse que es la línea argumental, pero ya en otras obras anteriores he intentado hacer frente a este viejo problema de la Historia, contarla sin filtros a la intencionalidad política que han tenido cronistas y escritores a sueldo del poder. Algunos incluso con una literatura más que digna, yo diría que con muy buena pluma.

P. Pues parecen que siguen siendo efectivas las mentiras y los bulos. Hoy empresas y partidos políticos cuentan con los llamados bots, programados para realizar a velocidad de vértigo tareas predefinidas, automatizadas con idea de dirigir a la opinión pública en la compra de un champú o en el sentido de su voto. Del trabajo manual hemos pasado a la inteligencia artificial, ¿estamos en peligro?

R. Pienso que sí, pero que conste que no estoy contra la Inteligencia Artificial ni contra el progreso. En absoluto estoy en contra del avance de las nuevas tecnologías. El problema estriba en que no sabemos a dónde vamos a llegar. Es un peligro, pero un peligro que hay que saber cómo afrontarlo. Tenemos que estar atentos a lo que

«Tenemos que estar atentos a lo que aparece en la pantalla de un móvil, todo no puede ser verdad y sólo la educación nos permite discernir entre lo falso, o lo interesado, y lo que pueda ser, verdaderamente, información»

aparece en la pantalla de un móvil, es evidente que todo no puede ser verdad y que mucha información que nos llega no es información sino todo lo contrario, desinformación. La inteligencia artificial mal utilizada es una barbaridad. Deberíamos actuar siempre con respeto a la verdad, pero eso es un camino largo. De momento habrá que estar atentos. Sólo la educación nos permite discernir entre lo falso, o lo interesado, y lo que pueda ser, verdaderamente, información.

P. Volvamos atrás en la historia. ¿Todo tiempo y lugar fue siempre igual?

R. Los hechos se repiten, no la historia. Lo que se repite es la manera de actuar, tan propio de la condición humana. A veces observamos en el pasado comportamientos que hoy son similares. Hace poco presenté a la Academia de la Historia en Córdoba la llegada de Enrique IV, que vino a esta ciudad para contraer matrimonio con Juana de Portugal. Todo lo que vino después, el retrato que se hace de ese rey, viene definido por una campaña de desprestigio que hicieron los Reyes Católicos y que encargaron a un notable escritor y cronista, Alonso de Palencia. Esto se sigue repitiendo. Quienes escriben la historia en cada momento están en aquella realidad que le interese al poder. El historiador tiene que ser muy prudente y saber leer entre líneas todas las crónicas antiguas o las notas de prensa de hoy mismo.

El historiador con su obra EFE

P. En su libro hace un repaso vertiginoso de la Historia de España. Llama la atención su insistencia en desvincular el califato cordobés tanto de las ideas predeterminadas de una derecha radical, carpetovetónica, como de las lecciones que se dan en nuestro vecino del sur que vindican el califato como propiedad inalienable del mundo musulmán. ¿Algún día los españoles podremos presumir de una de las historias más brillantes de nuestra historia?

R. Podemos y deberíamos de presumir de ello. Del periodo andalusí o de otros más recientes. Mire el ejemplo de mi paisano el pintor Julio Romero de Torres y otros artistas de la llamada Edad de Plata de la cultura española, mucho más productiva y brillante que la llamada Edad de Oro, de la que no quiero desmerecer, pero hay otros momentos importantes. La gran edad de Oro de la historia de España deberíamos concluir que es el periodo de Al Andalus más que en el Califato, todo el periodo de Al Andalus, porque los reinos de taifas también tuvieron nombres muy destacados en la cultura y la ciencia universales. Debemos enorgullecernos de ello. Al Andalus no

«Al Andalus no es nada extraña a España, sino todo lo contrario: debemos enorgullecernos»

es nada extraña a España, sino todo lo contrario. Recuerdo que mi profesor Juan de Mata Carriazo, uno de los más insignes historiadores del siglo XX, insistía en que en Al Andalus eran más españoles que nadie. Fijémonos en Abderramán III que tan sólo tenía una parte de dieciséis de sangre árabe. Era hijo de una vasca, Muzna, y nieto de otra vasca, Onneca, pero en su árbol genealógico aparecen desde el caudillo pamplonés Fortún Garcés, a su esposa Maryan, madre de su sucesor, nada menos que un intelectual de la talla del califa Alhakán II. Cualquiera de los califas, y casi todos los reyes de taifas tenían más sangre española que, pongamos por caso el flamenco Carlos I, que cuando llega a España no sabía ni hablar español, o que los borbones, una dinastía francesa. Es curioso que no queramos vindicar esta que es la etapa más brillante de la Historia de España. Fíjese que en la propia Córdoba, una personalidad como Abderramán III, el fundador del califato independiente, tiene asignada una calle marginal en su propia ciudad, en su Córdoba natal.

P. Eso pasa en las mejores familias, Ibn Hazm, de origen onubense y que regresó a su tierra huelvana para escribir buena parte de su ingente creación literaria y filosófica, apenas es conocido en Huelva.

R. Efectivamente, en Córdoba sí que es reconocido, pues allí fue a nacer. Tiene hasta monumento levantado en su honor. Era un onubense de familia hispanorromana convertida al Islam, 'El collar de la paloma' es una de las obras que más han influido en la literatura universal. Lo dicen todos los especialistas. En el ámbito universitario, en el mundo de la investigación, Ibn Hazm, o Avenazán, es autor de una ingente obra y la que es su obra más conocida, 'El collar de la paloma', es mucho más que un tratado amatorio, es un tratado que incluye reflexiones de hondo contenido intelectual. Últimamente su figura está siendo muy reconocida entre los especialistas y estudiosos de la literatura y de la historia.

P. Cuando se toca algo muy presente en la cultura popular, saltan las alarmas. Es lo que ha ocurrido con el genovés o sefardí que anduvo por estas tierras huelvanas buscándose la vida. ¿Cómo está la cuestión sobre el origen y la condición económica y social de Cristóbal Colón?

R. La verdad es que sigue habiendo incógnitas importantes. Esto de que tuviera un origen sefardí no es ninguna novedad. Es una hipótesis que siempre ha gozado de

«Lo del origen sefardí de Colón no es ninguna novedad. Las últimas investigaciones que tanto han movido las redes sociales no refutan nada de lo que hasta ahora se sabía»

credibilidad entre los historiadores. Para mí en particular, todo sobre el origen de Colón sigue siendo un misterio. Las últimas investigaciones que han salido a la luz en documentales y que tanto han movido las redes sociales, no refuta nada de lo que hasta ahora se sabía. No es nada transcendente. Tengo referencias sobre esta novedad y hay sobradas y justificadas dudas de lo que ha saltado ahora a la luz.

P. Leyendo las interesantes páginas de 'La otra historia de España', desde luego usted muy monárquico no se ve que sea. Habsburgos y borbones no salen muy bien parados en su repaso a la historia de España. ¿Hubo alguno que se pudiera salvar de la quema?

R. De los Habsburgo ni uno. Arruinaron España desde la misma llegada de Carlos I, un extranjero rodeado de extranjeros, por muy hijo de Juana que fuera. Su hijo continuó el despropósito. El conflicto de Felipe II en Flandes costó más que toda la plata y el oro que se trajo de América. Nos habría venido mejor utilizar el dinero en modernizar España. Defendían los Habsburgo intereses familiares. Desde luego, a un cordobés o un onubense no le importaba lo que pudiera estar sucediendo en Flandes. España perdió una oportunidad, y valga la redundancia, histórica con este despilfarro de lo que se trajo de América. En cuanto a los Borbón bastará con decir que fueron unos vagos que dejaron todo en manos de corruptos del calibre del duque de Lerma. El único que me resulta simpático, de entre los Habsburgo es Carlos II, porque el hombre no tuvo ni tiempo ni medios para andar hundiendo más los territorios de su corona. Entre los borbones quizás se pueda salvar algo a Carlos III y a Alfonso XII, a este último porque reinó poco tiempo y tampoco tuvo tiempo de hacer nada, ni bueno ni malo. Hubo dos reyes que sí que podrían haber cambiado la historia de España, el modelo de una España que se acercara a la Europa que caminaba decidida hacia sistemas democráticos y a la Revolución Industrial, José I, al que en los colegios se sigue llamando Pepe Botella, otra fake news, y Amadeo de Saboya, otro que tuvo que marcharse al encontrarse enfrente a toda la reacción encarnada por la iglesia y la nobleza terrateniente.

«Felipe VI ha tenido una actitud seria, responsable y desde luego ejemplar. Nada que ver con lo que ha tenido alrededor»

P. ¿Y este borbón de ahora?

R. Aunque por un gesto no se puede evaluar a un personaje como este, podremos decir que Felipe VI ha tenido una actitud seria, responsable y desde luego ejemplar. Nada que ver con lo que ha tenido alrededor.

P. ¿Después de toda una vida dedicado al estudio de la historia, esta otra historia de España que acaba de publicar Almuzara es un epílogo a modo de conclusión o tenemos que considerar que el estudio de la historia es eso, una historia interminable?

R. Sí, debe ser exactamente eso, una historia interminable. El momento que vivimos es apasionante para un historiador. Cada vez tenemos más datos que contrastar y medios para investigar, pero sobre todo cada vez tenemos más sentido crítico. Hoy es más fácil eliminar la hojarasca que nos impedía hasta hace poco pisar con seguridad el suelo de archivos y bibliotecas. Además, hoy podemos hablar sin tapujos bulos y asuntos tan alejados de la realidad como la del mismísimo patrón de España, el apóstol Santiago, que no es que sea improbable que hubiera arribado a la península, y menos a la Galicia donde los caminos al despropósito de sus presuntos restos son hoy, como ayer, desde el momento en que se inventa esta historia, un boyante negocio. Hace sólo unas décadas decías esto y te ponían, como poco, a caer de un burro. Hoy está aceptado que lo de Santiago es un auténtico disparate y no pasa nada.

P. Se ha preocupado usted en La otra historia de España, que fuera una lectura fácil. Apta para todos los públicos, se podría decir.

R. Sí, por supuesto. Los historiadores deberían ser más divulgativos y no quedarse ocultos detrás de las paredes de las universidades. Una historia más al alcance de personas que no deben pertenecer al ámbito de la historiografía, de la innegablemente necesaria investigación rigurosa de la historia, es absolutamente necesario desarrollarla. Los historiadores en su conjunto deberían ser más divulgativos, abrir el conocimiento de la historia a un público más amplio. Como es natural, el único modo de luchar contra la manipulación es la educación y la formación, de ahí que tengamos que difundir unos conocimientos que hasta ahora han estado muy restringidos al ámbito universitario. Hay que ser optimistas, todo esto está cambiando.

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