gente de aquí
Eduardo Hernández Garrocho: «Huelva es algo más que la gran riqueza que tiene en sus fandangos»
El cantaor onubense nacido en León no se cansa de repetir que el patrimonio folclórico de esta provincia no se debe perder
Ha recorrido la provincia cantando y estudiando sus cantes, que ha exportado por España y muchos países
Pepe Prieto , olímpico, pintor y maestro en la cocina: «Fuimos el centro del tiro con arco en España y nuestros mejores entrenadores»
Enrique Bono : «El primer laboratorio de genética de Huelva me permitió vivir con un halo de hombre de éxito»
Jesús Monteagudo: «He viajado mucho por España y América y pocas veces he encontrado un territorio como Huelva»
![Eduardo en lo alto del Conquero, pintado por su amigo Pepe Jiménez](https://s2.abcstatics.com/huelva24/www/multimedia/cultura/2025/02/08/Eduardo-Hdz-Garrocho0002-RVBe4gdRivuwXZiqdpxhuiO-1200x840@huelva24.jpg)
Destinado su padre, guardia civil, en León, Eduardo Hernández Garrocho, cantaor y estudioso del flamenco, fue a nacer en la capital leonesa para viajar a Huelva sin haber cumplido ni tan siquiera un mes. Hace unos años le nombraron hijo adoptivo de Huelva, lo que se tomó con buen humor, como la vida, a la que ha hecho frente siempre con la mejor cara que poder se pueda poner a las adversidades que se hayan podido cruzar en su camino, siempre el más recto posible y con un fandango por delante. La recompensa ha sido un montón de hijos y nietos que adoran al abuelo, sabedores que es algo más que un cantaor, un erudito y un estudioso del flamenco que ha tenido en la provincia de Huelva su campo de estudio. Así es quien, de paso, se ha recorrido medio mundo dando a conocer el rico folklore de su tierra, los cuarenta y tantos tipos de fandango con sus distintas variantes, aunque él no se cansa de repetir que Huelva no es sólo fandango, que hay mucho más. Charlar con Eduardo es como abrir una enciclopedia del arte flamenco.
- ¿Eso de nacer y ser viajero al mismo tiempo se prolongaría después, o ya te quedas en Huelva para siempre?
- Bueno, el hecho de ser mi padre miembro de la Benemérita hizo que en mi infancia diera muchas vueltas, pero todas alrededor de Huelva: Hinojos, Moguer… y mucho tiempo en San Juan del Puerto. En Huelva capital mi familia se instala ya definitivamente cuando yo tenía diez añillos más o menos. De ahí que aceptara lo de que me nombraran hijo adoptivo, aunque sea más de Huelva que un choco.
- Y lo del flamenco, cómo te llega, ¿era cosa de familia?
- Qué va. En mi familia nada, pero mi hermana se fue a casar con Alejandro Barrera, que era de aquí de Huelva y cantiñeaba muy bien. Con él di mis primeros pasos en esto del flamenco y me fue gustando. Hasta me picó el gusanillo de ir aprendiendo. Al principio cuatro fandangos y se acabó. Después ya vendría la Peña Flamenca de Huelva, la mejor Universidad del arte flamenco.
«Era un niño. Me montaban en un caballo y yo iba cantando de reunión en reunión. Recuerdo que cantaba siempre por Valverde»
- ¿Cantabas sólo con los amigos hasta tu llegada a la Peña Flamenca, o te lanzaste pronto a los escenarios?
- Pues te voy a contar porque tiene su gracia. Al principio iba a las romerías, recuerdo la de Palos a la que fui con pantalón corto, me pasaba por las casetas y cantaban lo poco que sabía entonces. Ya ves, era un niño. Me montaban en un caballo y yo iba cantando de reunión en reunión. Recuerdo que cantaba siempre por Valverde. Sobre todo uno que a la gente le gustaba mucho, uno que hablaba de un niña que se llamaba Pepi Mora… más bonita que un lucero y más linda que una amapola… Total que en la Peña Flamenca, cuando llegué, lo que cantaba era lo mismo, el de Adiós Huelva mía, en lo alto del Conquero y por supuesto el de la Pepi Mora, hasta el punto de que acabaron llamándome en la Peña Eduardo el de la Pepimora.
![Con su amigo, el llorado guitarrista José Luis de la Paz](https://s1.abcstatics.com/huelva24/www/multimedia/cultura/2025/02/08/Eduardo-Hdz-Garrocho0001-U20621228128TJn-760x427@huelva24.jpg)
- ¿Había locales en Huelva para cantar flamenco, o solo los de mala nota?
- Que yo recuerde el primer sitio que hubo para cantar y para aprender los palos del flamenco, fue la Peña Flamenca de Huelva. Yo tenía veinte años, a principios de los sesenta, y me llamó mi compadre Manolo Romeu para decirme que había un sitio muy bueno de flamenco, porque él sabía que yo era muy aficionado. Pero aparte de lo que dices, en Huelva por aquellos años no había nada y yo sólo sabía cuatro cosas. Allí aprendí todo lo que ahora sé. Allí y yendo de peña en peña, de reunión en reunión y recorriendo la provincia de punta a cabo gracias a mi profesión.
- La Peña Flamenca por aquel entonces era una auténtica academia.
- Ya lo creo, no veas los nombres que figuraban en la primera nómina de socios. Todos nombres propios del flamenco, Antonio Toscano, Camilo Gómez, Manolo Castilla y muchos más, y además por allí aparecían normalmente Paco Toronjo, el Brujo, Cantares, el Niño Miguel… hasta el Muela. Y si nos vamos al baile, figúrate tú, que los profesores de baile que abrieron la Peña fueron nada menos que Antonio el Negro y Matilde Coral. Casi na. Y sobre el escenario ha estado lo mejor del flamenco durante todos estos años. Los mejores. En el escenario de la sede antigua recuerdo que vino a morir cantando La Niña de la Puebla. Allí mismo la atendió Eduardo Fernández Jurado, en el escenario, que se dio cuenta en seguida de la gravedad de la situación. Después vinieron ya la ambulancia y los servicios médicos, se la llevaron al hospital y al día siguiente falleció.
«La Niña de Huelva acababa de terminar unos fandangos y tenía a todo el público en pie, cuando le dio como un mareo»
- Pues no fue el único acontecimiento trágico que has vivido tú en los escenarios
- Pues desgraciadamente, no. En Sevilla, en el Palacio de Congresos, y en un espectáculo en el que dábamos a conocer los cantes de Huelva, me tocaba cantar al lado de nada menos que La Niña de Huelva. Acababa de terminar unos fandangos y tenía a todo el público en pie, cuando le dio como un mareo. Yo estaba a su lado y la pude sostener. Fue todo muy rápido. Del teatro al hospital Virgen Macarena y allí nos dejó tan grandísima artista.
- Tus enormes conocimientos sobre la riqueza etnográfica de la provincia de Huelva, se debe curiosamente a tu profesión
- Pues sí, yo estuve colocado de mancebo en una farmacia, pero por poco tiempo. Enseguida cogí rumbo y me hice visitador médico. Tendría unos veintidós o igual ni los había cumplido. De ahí que me recorriera en infinidad de ocasiones toda la provincia. Aprovechaba y preguntaba, me gustaban las historias que me relataban, los orígenes de cada cante, quién lo cantaba de una manera o de otra, y oír cantar a la gente mayor. Eso me fue envolviendo y hasta la fecha, que no veas lo que tengo por ahí grabado y guardado.
«José Luis de la Paz me presentaba al público como su padre, y yo en otras ocasiones le decía al público que a la guitarra tenía a mi hijo»
- ¿Esa fue una de las razones por las que José Luis Rodríguez, el grandísimo guitarrista que nos acaba de dejar y que en los Estados Unidos le pusieron de nombre artístico José Luis de la Paz, viniera a que te unieras a su proyecto de crear un centro etnográfico en la capital onubense?
- Ahí va, era un estudioso del flamenco y como tú bien sabes, tenía una sólida formación. Estudió Historia del Arte en Sevilla, a la par que perfeccionaba su toque y sus conocimientos musicales en el Conservatorio hispalense. Tenía mucha ilusión con ese proyecto (a Eduardo le embarga el dolor recordando a su amigo), éramos como si fuéramos familia. A veces me presentaba al público como su padre, y yo en otras ocasiones le decía al público que a la guitarra tenía a mi hijo. Nos recorrimos toda Europa, él con la guitarra y yo a su lado cantando. Y todo viene de la Coral Santa María de la Rábida y de Antonio Ángel Ligero, que nos llevó por muchos países y uno de los números, entre actuación y actuación, mientras se cambiaban la indumentaria los compañeros de la Coral, salíamos los dos a entretener al público. Y fíjate que acabaron llamándonos a nosotros para que cantáramos y por fandangos nos recorrimos un montón de países. Pero sí que es cierto que a él le interesaba sobremanera todo lo que yo, y por supuesto él, había conocido recorriendo Huelva de arriba abajo. Esta tierra es algo más que la gran riqueza que tiene en sus fandangos. Empezando por las tonás, que yo te puedo hablar y cantar las aceituneras de Cumbres Mayores, el Pandero de Encinasola, las tonás de la Puebla, que son tres, la de a caballo, la de la procesión y la de las encalaoras… las que le daban la cal a la ermita y al tiempo cantaban. - Deja de hablar de pronto Eduardo y empieza a cantar una toná: «Qué amarillita te has puesto / cuantos abrazos de pena, / vuelvo mañana a quererte / que no quiero que te mueras». Y ya entonado sigue con el Artillerito de Castillejos: «Mi caballo y mi mujer / se me murieron a un tiempo. / A mi mujer Dios la perdone, / mi caballo es lo que siento» y luego el estribillo: «Artillerito tira la bomba / y al cabellito dale que corra / laralalá…»- Todo eran proyectos con este gran amigo y gran guitarrista, un estudioso de los cantes de Huelva, la de veces que hablamos de todo esto en nuestros viajes por Europa. Qué grande José Luis Rodríguez.
![Una enciclopedia de flamenco especializada en los aires de Huelva, Eduardo Hernández Garrocho](https://s2.abcstatics.com/huelva24/www/multimedia/cultura/2025/02/08/Eduardo-Hdz-Garrocho0004-U70778385457ngJ-760x427@huelva24.jpg)
- Has llevado el fandango de Huelva por Europa y en acontecimientos importantes
- He tenido el honor de representar a Huelva en muchos escenarios y en muchos acontecimientos. Estuve en la reunión de Granada, cuando desde la Junta nos convocaron a un cantaor por provincia. Aquello fue como un congreso, y acabó con la grabación de un disco en el que la parte de Huelva es, como tiene que ser, por fandangos. Pero lo más importante para mí ha sido conocer a gente tan buena cantaora como Antonio Toscano y todos los que te he referido antes. Mis amigos de la Peña, que no te puedo nombrar a uno o a otro no vaya a ser que se me olvide alguno. De modo que todos, y con eso hemos terminado.
- Pues no hemos terminado porque tienes la maleta repleta de recuerdos. Recorres Andalucía, España, Europa pero y después, América.
- Eso antes y después también. Antes porque gracias a la Coral recorrí un montón de países iberoamericanos, pero después llegó la ópera flamenca de Eduardo Fernández Jurado, 'Y después América', con la que triunfamos en Huelva, en Sevilla, en Barcelona… y de esto también te puedo contar cosas curiosas. Nos pasó lo mismo en Huelva que en Barcelona. En Huelva el primer día, en el Gran Teatro, hubo muchas personas, pero había huecos en la platea. Al día siguiente se correría la voz porque hubo patadas para conseguir una entrada. El Foro de La Rábida lo llenamos las tres veces que actuamos, es decir, doce mil personas vinieron a ver el espectáculo. Y luego en Sevilla igual, lo de Barcelona que te iba a referir fue como lo de Huelva, el primer día no creo que hubiera ni un ciento de personas en el teatro, pero lo dimos todo, como se tiene que hacer por respeto a quienes acuden a verte, aunque sean solo dos o tres personas, tú lo tienes que dar todo. Al día siguiente llegamos al teatro y vemos que en la calle había mucha, muchísima gente. Recuerdo que al entrar en el teatro le preguntamos a un acomodador por la cantidad de gente que había en la calle, y va y nos dice que vienen a ver el espectáculo. Hasta que no se abrió el telón y vimos que, efectivamente, el teatro estaba hasta las trancas, no me lo pude creer. El boca a boca fue lo que nos hizo llenar el teatro y ya fue así los días siguientes.
- Y después América fue un gran éxito y tú eras cabeza de cartel.
- Yo era don Cristóbal Colón, nada menos. Fue un gran éxito, recuerdo que el día del Foro hubo un atasco tremendo. La carretera abarrotada de coches que iban a La Rábida. La verdad es que el cartel era de lujo, Eduardo reunió a un grupo de artistas muy bueno y nos llevábamos muy bien. Fue tremendo. El primer día retransmitían en directo la representación por televisión y el regidor nos decía que había que empezar, pero no paraba de llegar gente y sabíamos que estaba todo el papel vendido, que el problema era el atasco, de modo que el hombre decía que teníamos que empezar porque era en directo la transmisión y no podía haber retraso alguno, y me vino a decirme que empezáramos. Yo estaba con mi niño, que era chico de la mano, y le dije que a mí no tenía que contarme nada, que yo no tenía prisa, pero que a la gente habría que dejarla entrar.
«Con la Coral Santa María de la Rábida estuvimos en Puerto Rico, en Méjico, en Brasil, y en Argentina nada menos que en el Margarita Xirgú»
- Pero lo de América no fue sólo el nombre de la recordada ópera flamenca, fueron también algunos viajes por el continente.
- Claro que sí, a América fui unas pocas de veces. Con la Coral Santa María de la Rábida estuvimos en Puerto Rico, en Méjico, en Brasil, y en Argentina nada menos que en el Margarita Xirgú, que en Buenos Aires más que un teatro es una institución. El teatro tiene una acústica fantástica, y por allí han pasado desde García Lorca hasta Serrat o los Luthier… Estuvimos en no sé cuántos países más. La verdad es que el espectáculo era una preciosidad y Antonio Ángel un genio.
- Te has recorrido la provincia de Huelva cantando, dando conferencias y recopilando información
- Y Extremadura. Por Extremadura he actuado infinidad de veces. Es curioso que por allí, en Fuentedecantos concretamente, escuché por vez primera un fandango de Pérez de Guzmán con los aires de Huelva y en la guitarra de nada menos que Paco de Lucía. Fue la primera grabación que se hizo de esos cantes por Huelva, no abandolaos, sino por Huelva, que yo escuchaba, y fue el Muela el que lo hizo. He estado escuchando mucho ahora sobre este tema del fandango de Pérez de Guzmán con aires de Huelva, y he llegado a encontrar una grabación de 1922 con la guitarra de Manolo de Huelva, nacido en Minas de Ríotinto.
«Los fandangos de Pérez de Guzmán, como él creador no quiso nunca grabar nada ni actuar en público, el primero que los grabó como tales fue Manolo Centeno, y luego El Cojo de Málaga»
El caso es que los fandangos de Pérez de Guzmán, como él creador no quiso nunca grabar nada ni actuar en público, el primero que los grabó como tales fue Manolo Centeno, y luego El Cojo de Málaga, pero el cojo iba a su aire, como si fueran suyos, porque Pérez de Guzmán, que tan joven se fue a morir, organizaba reuniones en su casa de Lucena, en el antiguo Convento de la Luz, que por entonces eran tierras suyas, y entre los invitados, que tuvo hasta infantes de España, invitaba a estos dos, a Centeno y al Cojo. Hasta la alternativa tomó Pérez de Guzmán de manos de su amigo Sánchez Mejías, pero en privado, en su finca de Lucena. Él llegó a jugar al fútbol en el Recreativo, como su hermano mayor, que hasta jugó en el Real Madrid dos partidos y en los dos marcó gol, luego es el único jugador del Real Madrid que ha marcado en todos los partidos que ha jugado. Pepe Pérez de Guzmán fue, según cuentan, un gran cantaor, tocaba la guitarra con mucha maestría, toreaba con gusto, era un gran caballista y una escopeta de categoría.
«Fíjate tú donde me fueron a nacer, en León nada menos, con lo lejos que queda eso»
En todo esto de la historia del fandango que lleva su nombre me ayudó y me lo dio a conocer Paco Zambrano, excelente médico y mejor amigo, un entendido del flamenco que ha estudiado y publicado un libro muy interesante sobre Pepe Pérez de Guzmán, porque aunque criado en Huelva, nació en Fregenal de la Sierra. Se ve que la gente de Huelva viene a nacer donde le da la real gana. A Pepe Pérez de Guzmán, siendo un niño se lo trajeron a Huelva, como me pasó a mí, que fíjate tú donde me fueron a nacer, en León nada menos, con lo lejos que queda eso. Pepe Pérez de Guzmán es también más de Huelva que todas las cosas, creador de un estilo de fandangos y un hombre curioso lo mires por donde lo mires, amigo íntimo de Ignacio Sánchez Mejías, intelectual y torero, el que sufragó la reunión de artistas que dio nombre a toda una generación, la del 27. Hay muchas anécdotas curiosas con este par de amigos, Pérez de Guzmán y Sánchez Mejías y los dos se fueron de este mundo muy jóvenes. Ignacio también destacaba en muchos campos, era igual de inquieto que Pepe Pérez de Guzmán, quizás por eso se llevaban tan bien, fue además de torero, automovilista, autor teatral, actor y hasta jugador de polo. Se lo llevó por delante Granadino, un manso astifino. Años antes moriría en el Convento de la Luz, en su casa, Pepe Pérez de Guzmán, muy joven y con una historia de vida hermosísima rematada con una muerte trágica. Como la vida misma, que es tragedia, es amor, es llanto y es esperanza. Así de caprichosa es la alegría de vivir que nunca nos cansaremos de dar gracias a Dios.
![En su lugar de trabajo](https://s2.abcstatics.com/huelva24/www/multimedia/cultura/2025/02/08/Eduardo-Hdz-Garrocho0003-U40333452885Jwq-760x427@huelva24.jpg)
- Vamos a cambiar de tercio, tienes un montón de hijos y una mujer que ha sido todo para ti.
- Llevo setenta años con mi mujer, ¿te parece poco? Toda la vida. Y ahí la tienes, con eso del Alzheimer, pero con la misma sonrisa de siempre, haciendo punto. Con todos sus hijos pendientes de ella. Siete hijos hemos tenido. Como se suele decir, siete hijos como siete soles. Y nietos para mandar a parar. En esto hemos tenido mucha suerte. Los hemos educado con entera libertad, el que quisiera estudiar, pues a estudiar y el que no pues no, pero afortunadamente todos han querido. Así que los tengo a todos muy bien situados y algunos muy cerca de casa, ya te digo, una maravilla de hijos y de nietos.
«Mis hijos no han tirado por esta vera, pero tengo un nieto que cantiñea muy bien y una nieta que es artista hasta en los andares»
- ¿Alguno se ha tirado por el flamenco?
- Pues no. Les gusta, pero aquí el abuelo es el único que se ha subido a un escenario. O el único que se ha pasado toda la vida entre los escenarios y la Peña Flamenca de Huelva, donde he tenido a ms mejores amigos, a la gente que más quiero. Mis hijos no han tirado por esta vera, pero tengo un nieto que cantiñea muy bien y una nieta que es artista hasta en los andares. Y además mi nieto tiene buenas maneras y se interesa por el cante y le gusta, que es lo importante, que se interese. Sin interés no hay conocimiento. Y el cante, como el arte en general, es conocimiento. Lo demás llega solo.
A Eduardo Hernández Garrocho, huelvano de raíces palermas y nacido en León, se lo llevan los vientos del amor hablando de su familia, de su mujer, de sus hijos, yernos, nueras y nietos. Es una pasión como la que tiene por los cantes grandes, con los fandangos de Huelva por bandera. Empieza por el Alosno y le da la vuelta a Huelva. Cuarenta y siete tipos de fandangos y cada uno con sus variantes. Pero Huelva, no se cansa de repetir, es algo más que fandangos. La riqueza folclórica de esta provincia no se debe perder, nos refiere una y otra vez, y nos lo repite mientras te lleva a su despacho, repleto de jondura flamenca en la mesa y en todos y cada uno de sus estantes, auténtica sacristía repleta de conocimientos sobre la riqueza flamenca que Huelva atesora. Le digo que el flamenco le debe mucho y me corrige, asegurándome que no, que el le debe mucho al flamenco. Genio y figura se arranca por Huelva y luego te va explicando, como hacía cuando estuvo dando clases en el aula de flamenco de la Universidad de Huelva, que este lo cantaba así Rengel, que el Muela de esta manera o que Paco Isidro de esta otra, pero Paco Toronjo, no, resuelve de pronto. A Paco lo que le gustaba eran los aires del Alosno. Qué verdad es que no está mejor un árbol que en tierra donde se cría. Y al compás de una guitarra con la sal de Huelva y la luz de sus ríos temblando entre sus cuerdas, Eduardo nos lleva con sus conocimientos y con su arte, a querer un poco más a esta Huelva, a nuestra Huelva.