Flamenco > Entrevista a José Luis Rodríguez

'Me siento como un viajero que regresa a su tierra para soltar parte del equipaje y mostrarlo'

Perdió el miedo a salir de Huelva y tiene el corazón preparado para regresar a ella y expresarlo. Muchos sentimientos se apoderarán este sábado del guitarrista onubense que sigue haciendo las Américas, José Luis Rodríguez, que sobre el escenario sublimará su arte para que resuene de emoción el auditorio de las Cocheras del Puerto.

'Me siento como un viajero que regresa a su tierra para soltar parte del equipaje y mostrarlo'

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A partir de las 21.00 horas, la escasa luz que habitará su escenario redondeará en la penumbra la silueta formada por artista y guitarra como un único cuerpo movido por el mismo alma. Ella sola guiará al toque en la oscuridad para alambicar la brillantez que peinará los oídos, abonando los trastes con huellas ágiles, secuencias de bordado inimaginado de la prima al bordón, sutiles cimbreos y resonancias que calan, matices que perlan y desentrañan… No es el sonido del emigrante que cantaba Juanito Valderrama, pero tiene en sus solos, arpegios y acordes el espíritu del que ha aprendido a vivir a miles de kilómetros de la cuna, abriéndose camino bajo otro sol, en otras reglas del juego, y que se ha enriquecido. Entre fronteras, zonas horarias, paralelos y meridianos, le ha acariciado el barniz multicultural que da el haber vivido en muchos escenarios. Pero es un músico que busca siempre el pellizco materno esencial y como ebanista, lija en mano, decapa su madera. Es Odiseo en busca de su Ítaca, un Peter Pan alimentado por una sensibilidad infantil virtuosa, recurrente e intuitiva, que mantiene en el hombre experto viva la ilusión de una primera vez.

PREGUNTA.- ¿Con qué ánimo afronta este concierto en Huelva tras casi cinco años desde el último?

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P.- ¿Cómo ha surgido la oportunidad?

R.- Unos días antes de venir para Huelva Ángel Romero, el director de las Cocheras del Puerto, me escribió un email para ver si me apetecía tocar aquí. Ya se había tanteado antes, pero yo estaba fuera y se juntó un poco todo. Llegué el día 15 de diciembre y esto fue a primeros de diciembre. Y le dije que sí encantado. He organizado un repertorio para el momento, no tal y como lo tengo ahora allí porque no he venido con todos los músicos. He hecho un ‘compilation’ de todo lo que he hecho en estos tres años. El lugar de concierto me ha encantado. Me parece un sitio ideal tanto para hacer cosas de teatro como para conciertos y para acústicos es buenísimo.

P.- ¿Qué va a encontrar el público que acuda al concierto en las Cocheras?

R.- Sobre todo quiero un concierto muy crudo a nivel de adornos. No quiero mucha historia de acompañamientos. Vengo con Antonio Detely, que es mi segundo guitarrista de muchos años, Vicente Redondo me acompaña en la percusión y Niurca Márquez va a hacer un par de detalles con el baile. Concretamente va a hacer solos de guitarra coreografiados. Luego va a haber una sorpresa en un momento del concierto con la aparición de alguien. Sobre todo va a ser un concierto de mucha guitarra, que es la que va a contar el momento en el que me encuentro. Será un reencuentro con mi propio solismo en el escenario, que es como empecé cuando tenía 15 años y se fue después ramificando y cambiando y he regresado de Estados Unidos y de estar montando espectáculos con más gente he acabado yo con varias cosas en solitario.

P.- ¿Es volver a sus esencias y raíces pero con el peso de su experiencia y trayectoria?

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P.- ¿En qué momento de su carrera se encuentra?

R.- Uno nunca piensa que se hace mayor, así que siempre te sientes aprendiendo. Me siento en un momento en el que no tengo ganas de demostrar sino de expresarme y sentir que cada concierto se convierte en una experiencia y la música se puede transformar. Esa es mi búsqueda ahora y no siento que sea una cuestión de más o menos madurez, sino que el camino del artista te va llevando ahí en algún momento. Como digo, uno no siente esa sensación de que se hace mayor. Me encuentro gente de mi edad y hay quien piensa en la madurez, en cómo será su jubilación y yo sigo con mis proyectos de día a día y no siento que pasan los años. A lo mejor te pueden decir que eres un poquito Peter Pan.

P.- Pero los artistas necesitan ser un poco Peter Pan para mantener esa frescura del principio.

R.- Sí, los artistas necesitamos mucho el niño interno ese que nos mueve y que casi siempre sabe realmente lo que necesitamos y lo que no, aunque no siempre le echemos cuenta. La curiosidad, la inocencia, esa pureza que yo me siento cuando me veo en fotografías de niño o me escucho tocando entonces y veo cómo yo sentía en ese momento. Tener esa limpieza de pensamiento es la que tienes que tratar de mantener o a la que tienes que tratar de recurrir cada vez que sientes que se te cubre de capas. Como el polvo que se acumula tienes que ir limpiándolo de cuando en cuando y devolverle al niño su libertad.

P.- ¿Este concierto puede servir para reivindicarse en su tierra, para que se acuerden de que sigue habiendo un artistas de Huelva fuera o tiene más una vocación sentimental por el reencuentro con la familia y su gente?

R.- Yo no quiero pensar nunca en los sentimientos negativos. Las dificultades que yo haya pasado en otro momento son producto de circunstancias y no puedo venir queriendo reclamar nada. Ni le pido ni espero nada del público de Huelva. Simplemente me ofrecieron tocar en mi tierra y lo hago con toda la ilusión y el cariño del mundo y además me resulta emotivo por todo lo que rodea el concierto, el tiempo que llevo sin tocar aquí, el volver tras varios años de Estados Unidos, el haberme sentido un poco retirado de mi tierra y esa conexión que siempre estaba cercana, a un ratito de caminar, ahora está a muchos kilómetros, pero no más que eso, no quiero pensar en lo negativo. 

P.- ¿Entonces asume el concierto más como homenaje a ese cúmulo de sentimientos presentes en este momento y asociados a su regreso?

R.- Es más emotividad para mí, el pensar que es mi tierra, mi regreso y me siento como un viajero que de cuando en cuando regresa a su tierra para soltar parte del equipaje y mostrarlo y después recargar sus pilas y volver a seguir caminando. Es hasta cierto punto como Ítaca.

P.- ¿Qué diferencias aprecia entre el José Luis Rodríguez de su último concierto en Huelva y el que va a hacerlo este sábado?

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P.- ¿Qué es lo que más le ha enriquecido de Miami en particular y de Estados Unidos en general?

R.- Creo que por un lado la multiculturalidad, es decir, la posibilidad  y el acceso a artes y culturas tan diferentes. La propia infraestructura a nivel artístico de Estados Unidos está creada a partir de la variedad y he tenido acceso a mucho tipo de arte que antes no podía. No lo digo por fusionarme con nada, aunque he hecho pruebas, sino lo que te enriquece el poder verlo, el tener el acceso, el ver las entrañas de todo eso y no sólo a nivel musical, sino de teatro, de danza, pintura… descubres un mundo que es mucho más mundo que el que nosotros desde aquí a veces conocemos. En definitiva, me ha permitido tener una visión más global de todo y eso me ha enriquecido mucho. Luego me he encontrado con una comunidad, con la que yo me relaciono, que tiene el componente del compromiso con su arte, bien sea social, espiritual… el darle un sentido a lo que haces ante la avalancha creada por el sistema en Estados Unidos de lo que se llama el ‘entertainment’, el crear arte para entretener. Entonces hay todo un movimiento de artistas, en el que yo me incluyo, de mucho ‘background’, de muchos sitios, y hay una tendencia de los propios artistas de darle sentido al arte y recuperar en esencia para lo que el arte fue creado, que fue para conectarse, con la naturaleza, con Dios, con el alma, con lo  que quieras llamarlo, pero que no se quede vacío de contenido el arte. Entonces he encontrado una comunidad que está en eso y ves lo que haces de otra manera y te enfocas en ello también de otra manera.

P.- En Estados Unidos ha realizado varias giras, ha  ofrecido muchos conciertos y colaborado con otros artistas. ¿Cree que eso ha hecho crecer su prestigio en España y que desde aquí se le ha visto con mejores ojos o cree que se ha desconectado algo del mundo del flamenco y no le han seguido tanto?

R.-A nivel de prestigio ni lo sé ni me importa mucho. El prestigio es algo que hay que ganárselo cada día y tal vez haya crecido o tal vez no. A nivel de los flamencos a veces siento que la distancia te desconecta, lógicamente, pero por otro lado creo que eso también para muchos artistas flamencos ha sido una inspiración en algún momento dado o ha podido ser un ejemplo en el que reflejarse, por lo cual tampoco siento que no me he desconectado del todo. Hasta cierto punto, con algunos artistas me ha vuelto a conectar más de lo que estaba antes. Pienso en la fuerza con la que yo me fui al decir que me iba, porque quería mantener mi línea de conciertos, hacer mi propia música, dirigir lo que hago y hacer lo que realmente me gusta por encima de todo y que el peaje que tuve que pagar fue irme y desde allí volver a construirme una carrera y un espacio como músico en un país tan grande como Estados Unidos, con las facilidades pero también las dificultades que tiene la visibilidad. Tienes facilidades para trabajar pero dificultad para ser visto, para tener un poco de espacio. 

P.- ¿Cómo se ha encontrado Huelva y su ambiente flamenco?

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P.-¿A quién destacaría?

R.- No me gusta nombrar a nadie, pero creo que el empujón que dimos en la guitarra por un lado Juan Carlos Romero y yo y por otro lado en el cante de Arcángel, Argentina y Rocío Márquez, como artistas que han sido de los últimos que han grabado disco y  que están más en el candelero, hemos creado afición. No vamos a decir escuela, porque no creo que sea pensar tanto, pero sí se ha generado un interés por el flamenco por encima de lo que yo conocí cuando era jovencito. Creo que eso es bueno. Ya veremos hasta dónde llega eso y cuáles de todos esos son los que de verdad han perdido el miedo a salir de Huelva.

P.- También es de los que ha sentado precedente al salir y abrir camino para animar a los que vienen por detrás.

R.- Huelva siempre ha sido una ciudad con el complejo de que no merecía la pena salir de aquí porque nos iba a costar mucho. Yo lo he sufrido en mis carnes en algún momento. Pero yo creo que los que hemos conseguido romper esa barrera y estar ahí y que seamos respetados en el mundo del flamenco, hemos abierto esa puerta de algún modo y yo me siento contento de por lo menos haber contribuido a romper esa reja.

P.- ¿El regresar ahora es aún más complicado que cuando se fue?

R.- Regresar cuando vienes de turista es extraño, porque tienes una doble sensación. Por un lado sientes que ya no perteneces al espacio y es raro, al mismo tiempo que sabes que es tu espacio, porque la vida continúa, y los lugares siguen ahí pero la gente cambia y se habitan de una manera diferente y es raro verte cuando regresas. Lo que está claro es que es complicado regresar definitivamente, porque se he invertido mucho tiempo, dinero y mucho esfuerzo para conseguir abrir una brecha para poder ir haciéndome mi carrera en Estados Unidos y ahora empieza a dar sus frutos. Ahora mismo es muy difícil decir me vuelvo para atrás y me olvido de todo lo que he hecho allí. Ahora tengo apoyos.

P.- ¿Qué proyectos tiene entre manos?

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P.- Es decir que tiene mucho campo en el que arar, sembrar y recoger.

R.- Eso es ahora mismo el comienzo. Siento que en un año más mi meta es tener un manager que tenga ya todo ese trabajo recopilado, tenga las diferentes producciones y pueda ir tocando por más sitios y abrirme mercado en Estados Unidos. Ahora estoy trabajando en las producciones y en medio de eso hay presentadores americanos que me han hecho algunas presentaciones y también uno cubano, también estoy haciendo cosas en otras ciudades y a veces me llaman para hacer música para compañías de baile. Pero a nivel de concierto eso es lo que estoy intentando, que en tres o cuatro años tener cuatro o cinco opciones fuertes de trabajo, ganarme el respeto del mundo de la cultura allí, de la ciudad y de la gente que tiene algo que ver con la música y a partir de ahí exportar el trabajo.

P.- ¿Recomendaría a otros artistas seguir tus pasos o crees que hay que tener la experiencia que tenía en el momento que se fue para tomar esas decisiones?

R.- Yo creo que cualquiera que quiera seguir su sueño debe tomar en una balanza qué es lo que quiere hacer. Yo no digo que siga mis pasos exactamente. Cada uno puede ir a un sitio. En mi caso Estados Unidos creí que era lo mejor porque tiene infraestructura para muchas cosas. Hay otros países atractivos como Francia, Alemania o Inglaterra, pero para mí era cómodo Estados Unidos porque mi mujer nació allí. Llevo tocando mucho tiempo allí, aunque no seguido, y sabía más o menos dónde me metía, aunque es cierto que las personas que piensas te van a ayudar al principio son las que te ayudan más tarde. Yo ya sabía ya el tipo de público, cómo se trabaja allí y lo que tenía que hacer, porque a veces gastas mucha energía en producir algo y te centras más en un aspecto que en otro y resulta que ese que has descuidado es el más importante allí. Lo que recomendaría a cada uno es que siguiera su sueño, que si realmente están convencidos de que hay algo que quieren y que es lo que le verdad les gusta, que luchen por eso. Porque a veces tiramos la toalla por el dinero, por la comodidad y el artista muchas veces se diluye en la sociedad por las necesidades que tiene de comer.

P.- ¿Ve que la gran emigración de jóvenes a otros países en los últimos tiempos tiene algo de eso, de que ven que aquí no pueden cumplir sus sueños?

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P.- ¿Y tiene solución?

R.- Para mí la solución para este país es demasiado comunista. Mi solución es bajar los precios de todo un 40%, mantener más o menos los sueldos y no competir en mercados internacionales y limitarnos a sanar la economía interna, como era esto en los años 80 o principios de los 90 y regenerar una economía que se ha vuelto caótica. Para que aquí la economía vuelva a crecer el españolito tiene que recuperar su estatus, su alegría para poder gastar. El español es gastoso, no es el alemán, que no gasta ni bromas. Si aquí creas una infraestructura en la que la gente puede salir sin que le cueste medio sueldo, la gente lo va a hacer porque tiene ese carácter y esa tendencia. Quieren volver al español muy europeo y al andaluz lo están volviendo amargo, una tristeza interna que no se sabe explicar. Otra parte es que hay que reeducar en la cultura y que la gente se acostumbre a ir al teatro a conciertos y al cine pagando una entrada pero que no le cueste una barbaridad, pero creo que soy muy utópico.

P.- ¿Cómo se ve la situación de España en Estados Unidos?

R.- Las críticas desde Estados Unidos son durísimas y se critica muy fuerte la política que se está llevando a cabo. De los artistas mejor no hablamos. Hay un 21% para la cultura y es ridículo, no tiene sentido. El que el estado tenga que cubrir todo lo que significa el movimiento artístico también lo es y lo fue en su día. El que todo el dinero se vaya a grandes festivales y producciones con la idea de que se mueve la economía y al artista de a pie no se le de espacio y lugares donde desarrollar su arte es ridículo también. El haber educado al pueblo para que no pague una entrada también lo es. Hay una serie de cosas que le complican la vida a los artistas. El no haber acostumbrado a la gente a escuchar instrumentistas o grupos pequeños y que cada vez que hay una fiesta vengan los Bisbal de turno o lo que esté de moda y convertir el arte en algo de usar y tirar y todo lo que tiene más de 10 años es antiguo… En fin, hay mil millones de cosas que estorban y que no ocurren en otros países, donde se protege la cultura. 

P.- ¿La crisis ha hecho de la cultura algo muy secundario?

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P.- ¿En Estados Unidos hay otras fórmulas?

R.- Allí se dan mucho los ‘home concert’, en los que tocas en una casa y lo hace solo  o con dos músicos y tocas y después hay un cóctel y tienes que charlar con la gente, te haces fotos, firmas discos. La filosofía de esto es que el público pueda conocer al artista en persona y lo pueda conocer de cerca. Pero la entrada mínima ha sido 30 euros y ha llegado a 65 y no es por la comida. Es que ellos consideran un privilegio ir a un concierto exclusivo para 40 personas y ver a un artista a menos de dos metros. Eso aquí es impensable. Aquí se quedaría solo el músico. Ese tipo de conciertos son muy bonitos. A mí me gusta rodearme de la gente, que esté más integrada y no sea como en el escenario con el público de frente. Es muy bonito porque la emotividad que puede llegar a conseguir en esos conciertos es más difícil en un teatro y te puedes entregar mucho más. Tienes que vencer el miedo de tener a la gente tan cerca y cuando se rompe esa capa se abre y es maravilloso porque las dos partes se entregan y sientes cómo la gente se emociona contigo y tú entras en la emoción de la gente. Es una energía que se está moviendo constantemente. A mí me encantan.

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