CRÓNICA FLAMENCA
De la sierra de Aracena cantando hasta la mar
Estando como estaba el día metido en agua, un grupo de flamencos de Aracena bajó a la capital para hacer lo que saben hacer -y la mar de bien además-, cantar.

En la Peña Flamenca estuvieron nueve artistas como nueve soles, como ese sol que no quiso brillar en los cielos, pero en el escenario sí que lo hizo en calidad y en cantidad.
La noche era propicia para las confidencias, por lo que a pesar de estar todos subidos al escenario, los recuerdos y las anécdotas iban y venían desde los artistas a los espectadores. Había mucho arte a uno y otro lado, sobre el escenario y en la amplia sala de la entidad peñista que hace veinticinco años amadrinó a esta Peña de Aracena, donde se mecen los mejores cantes y maneras de entender el arte flamenco. Hubo cante grande y músicos que acompañaron de lujo a los intervenientes, las guitarras de Luis Domínguez “Parrales”, y de Felipe, acompañados por Luís González con la caja flamenca. Con ellos la guitarra de Pedro Peña, de la Peña Los Cuatro Gatos, que también bajó a Huelva junto a otros miembros de la celebrada reunión de flamencos aracenense, Alonso Jiménez, que se gustó por tientos, y Paco Ruíz que cantó por seguriyas y malagueñas de Enrique el Mellizo.
La noche se abrió con un cante por soleares de Luís González, que luego se animó con unas peteneras de hermosísimas letras. A su lado Ricardo Acevedo también cantó por soleares, de Triana, y alegrías, como José Carmona, con más cantes de Cádiz, tangos además de alegrías, acabando la actuación prevista con una soleá por bulerías a cargo de Pedro Pedroso. Hubo cantes de ida y vuelta, hubo fandangos, como unos brillantemente interpretados de Almonaster, y hubo sobre todo un reencuentro de flamencos de arriba, de la Sierra, y de abajo, de la Costa, unida por dos ríos que recogen sus aguas en aquellas tierras serranas para traerlas, como el viernes los cantes grandes, a la ciudad donde se unen el Tinto y Odiel para arrimarse a la mar.