Félix Albo o cómo reír de emoción

El narrador valenciano subió en una montaña rusa anímica al público onubense en la Fundación Cajasol con su forma desemadejar una historia cautivadora

El narrador oral Félix Albo promete un viaje emocional con 'Faros' en la Fundación Cajasol de Huelva

Vero Rilo, la voz del río donde la emoción hace corriente de historias pasadas

Félix Albo, durante su actuación en la noche del jueves en la Fundación Cajasol ALBERTO DÍAZ
Mario Asensio Figueras

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Hay muchos y muy buenos contadores y contadoras de historias. Cada quien tiene su voz, con su color y matices, su estilo y su forma de contar. Ya lo vimos el año pasado en la Fundación Cajasol con el ciclo 'Mujeres en escena', por donde pasaron Magda Labarga, Vero Rilo y Sandra Cerezo. Con ellas aprendimos a dibujar imágenes mentales a partir de palabras, recrear escenas de películas e identificarnos con otros personajes y sus historias, más cercanas de lo que se puede pensar a priori.

Este año sigue el aprendizaje en el ciclo Theatron, con el que Irene Reina nos descubre más talento de quienes engrandecen con pasión la narración oral y su poder de transmisión. El protagonista de la noche de este jueves fue Félix Albo, que hizo entender por qué acumula 20 años de carrera tocando la fibra entre risa y risa. Su propuesta, 'Faros', fue espectacular, fascinante. Hizo magia con la materia sensible que todos llevamos dentro, hasta los que más se esmeran en ocultarlo.

Imagen principal - ´Félix Albo divirtió y emocionó al público con su sorprendente historia
Imagen secundaria 1 - ´Félix Albo divirtió y emocionó al público con su sorprendente historia
Imagen secundaria 2 - ´Félix Albo divirtió y emocionó al público con su sorprendente historia
´Félix Albo divirtió y emocionó al público con su sorprendente historia ALBERTO DÍAZ

Alguien que se dedica a contar historias es como un faro que guía en la oscuridad a los navegantes. Los escuchantes ponen la mente casi en blanco y la hacen permeables al relato que tejen las palabras. Se dejan guiar. El foco de luz pasa a ser como un proyector de cine y casi se puede ver lo que nos están contando. Nos imaginamos las caras y los gestos de todas las personas que evocaba la penetrante personalidad de Félix Albo.

Expresivo, simpático, amigable, gracioso, te conquista desde el principio y ahí es cuando estás perdido. Te conduce a un atracón de carcajadas tan grande que cuando estás entre una y otra, antes o después, te pararás a pensar de qué te estás riendo, cómo ha conseguido hacer simpática y divertida una realidad dura, descarnada, pero a la vez repleta de emoción. Parece que juega con nuestros corazones, pero en realidad nos recuerda que están hechos para sentir y no para convertirse en piedra.

Imagen principal - Los asistentes disfrutaron mucho con el espectáculo 'Faros'
Imagen secundaria 1 - Los asistentes disfrutaron mucho con el espectáculo 'Faros'
Imagen secundaria 2 - Los asistentes disfrutaron mucho con el espectáculo 'Faros'
Los asistentes disfrutaron mucho con el espectáculo 'Faros' A. DÍAZ

De la historia es mejor no intentar reproducirla ni romper con un resumen su incesante ovillo. Empezamos con una mano en la nariz y otra en la oreja, poco coordinados. Y antes de darnos cuenta ya éramos parte de la pandilla de un Félix adolecente pirómano y conflictivo, acompañado por 'El Chino', 'El Flaco', 'El Johnny' y 'El Rulo'. Con ellos aprendimos a volar cometas, a ganar sin jugar al fútbol, a cocinar, a lidiar con el 'social worker', 'El Jaco', un obispo o un militar, a saber qué es Peimecozun (Proyecto Experimental de Integración de Menores Conflictivos en Zonas Urbanísticas Normalizadas).

Sus peripecias en la voz de Félix provocaban risas encadenadas, contagiosas, en las que se difumina el retrato de niños con carencias afectivas, dañados por la violencia y las drogas y, especialmente, por la invisibilidad a ojos del resto de la sociedad. Con ellos entendemos que no les queda otra opción que seguir adelante, gestionar sus escasísimos recursos, y sacar el mejor ánimo, hasta en las circunstancias más desalentadoras.

Y en esa iluminación de bromas, motes, situaciones cómicas, tan surrealistas como duras, Félix Albo nos relata cómo llegó a proyectar desde el interior su propio haz. Lo hizo tras verla desplegarse sobre lo que creía un mar tranquilo. Da igual lo que fuera. Eso le marcó el camino y le salvó.

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