carta al director

He denunciado al santero de la Ermita de El Rocío por discriminación

Esta mañana, sobre las 10.00 horas, me fui al Rocío. La Ermita estaba casi vacía, pero en la entrada de la cancela de la sacristía estaba José Antonio (el santero) con el guardia de seguridad. Me acerque a ellos para felicitarles la Navidad. José Antonio me invito a salir afuera para hablar, aunque le dije que podíamos hacerlo en el banco. Cuando nos sentamos, me dijo que por qué iba vestido así (con un alba bautismal, un manto echado encima y mis sandalias). 

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Sin verme en la necesidad de darle mayor explicación, le dije que vestía así desde la Misa del Gallo. Me dijo que tenía que ser bueno y comportarme, que no fuese allí a montar un espectáculo. Le dije que no era cuestión de ser bueno, sino de ser justos, como Dios lo desea. En ese mismo instante, entraron unos padres con una criatura en brazos. La madre iba vestida como de bata, de una forma sencilla y humilde. José Antonio y el guardia se fueron hacia ellos como una flecha, para echarlos de la Casa de Dios, diciéndoles que no podían entrar de esa manera. Me levanté y les dije que eso era una injusticia, que a las personas sencillas y humildes no se les echaba de la Casa de Dios. Los papás, con la criatura se fueron hacia la puerta atemorizados y humillados. Tanto me escandalicé por esta injusticia, que les dije que si les echaban a ellos, también me echaban a mí, pero poco les importo. Nos quedamos en la puerta, mientras José Antonio bloqueaba la puerta pequeña del lateral de la sacristía. Indignado les pregunté: ¿pero qué os creéis? Los padres con la criatura, con miedo se quitaron del medio y le dije a José Antonio que se retirara de la puerta, que iba a entrar. Él se retiró, pero me volvió a amenazar diciéndome que si montaba un espectáculo, llamaría a la policía. Les dije que llamaran a quien quisieran. Estuve hasta las 12:00 del medio día delante del Santísimo rezando el Rosario.

Cuando me levanté, me dirigí hacia la sacristía para hablar con José Antonio. Le dije que quería saber sus apellidos. Me dijo que no había ningún problema. Cuando saqué el móvil para apuntarlo, cambió de repente de opinión, preguntándome que para qué lo quería. Le dije que cuando me lo diera se lo diría. Entonces me dijo que era algo privado y que no me lo iba a dar. Le dije que iba a ponerles una denuncia por discriminación. Como no quiso darme su apellido, le pregunté que, quién era la persona a la que estaba subordinada. Me dijo que a la Hermandad Matriz. En varias ocasiones, le pregunté que si esa persona que le mandaba hacer esta injusticia era el presidente, aunque tampoco quiso darme más detalle. Le pregunté que si prefería que averiguase su apellido, en vez de facilitármelo. El prefirió que así lo hiciese. Esta persona, ha mostrado con esta actitud, un gesto de gran torpeza, ya que esto demuestra que este acto que habían hecho con estos padres, era algo que esta muy  mal. Finalmente les dije que cuando les denunciase, presentaría este caso en el Centro para la Igualdad y Bienestar Social María de Zambrano en Almonte.

Salió de la cancela de la sacristía buscando al fondo con su vista a la policía, que ya llevaba tiempo rondando por el templo. Les di la espalda y con voz viva les dije que, no tenían derecho a discriminar a las personas sencillas y humildes, que los iba a denunciar.  Mientras me dirigía hacia la puerta, me dijeron que no diera voces, pero les dije que las injusticias deben de ser denunciadas de la manera que sea.

Esta es la bondad de los cristianos que perjudican gravemente a la Iglesia, sin valorar antes lo que pueda ser justo o injusto. Es la hipocresía en estado puro, de las personas que excluyen a sus semejantes por lo que ven exteriormente. Bien saben ellos que en el fondo, lo que les da vergüenza, es que estas personas sencillas y humildes no puedan entrar a la Casa del Dios, porque con tanto brillo del oro de los retablos, pueda ser que otros infravaloren la ostentosidad del templo. Al parecer, todas las personas que cada día entran para poder rezar, deben de entrar en esos cánones estúpidos de la normalidad que ellos dicen vivir, mientras las empresas de lotería y de parking acaparan los alrededores, para poder hacer negocio, prostituyendo de esta manera el templo. Para este servidor, la mugre que puedan tener estas pobres personas, valen mucho más que cualquier persona que tenga actitud de exclusión o discriminación por raza, religión, ideas o porque no tengan posibilidad de vestir de la manera que otras personas les lleguen a imponer.

El Artículo 14 de la Constitución Española, dice que los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. Como testigo directo de esta injusticia, quisiera acogerme a este artículo, porque esta ley debe de ponerse en obra, incluso dentro de los ámbitos de la Iglesia Católica. Existe la posibilidad que un Tribunal de Justicia pueda considerar que esta denuncia que hago no es algo que pueda ser de su competencia. Aunque tampoco debería ser de su competencia que este servidor haya sido denunciado, esté siendo acosado y perseguido por la policía, por único hecho de cantar en Misa, que si es verdaderamente un deber dentro de la celebración litúrgica en la Iglesia Universal. 

Es posible que la Justicia Española quiera mirar hacia otro lado, aunque vive Dios que esta injusticia la va a conocer muchas personas. Lo tengo muy presente, porque este servidor esta mañana ha visto a Santa María a San José y mi Señor Jesús, que de nuevo han sido despreciados y humillados en un lugar que es de todos y no de unos pocos privilegiados.

Jesús del Pino Marín

(La denuncia puede verse pinchando este enlace)

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