CARTA AL DIRECTOR

La misión imposible de reclamar telefónicamente a las empresas de telefonía

Si ayer fue un día desafortunado para mí ante el trato injusto y la impotencia que sentí al intentar reclamar ante la Consejería de Consumo de la Junta de Andalucía por no dejarme pasar a presentar una hoja de reclamaciones porque, según ellos, ya estaba cerrado, hoy no lo ha sido menos ante la reclamación telefónica que he puesto ante mi operadora de telefonía.

La misión imposible de reclamar telefónicamente a las empresas de telefonía

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Resulta que, en mi intento de llamar ayer en las dependencias de la Consejería de Consumo a la Policía Local, -de cuyo teléfono no me acordaba dado el estado de nerviosismo en el que me encontraba-, marqué, sin saberlo, un número de tarificación adicional de los que te facilitan el número al que tú realmente quieres llamar. A lo largo de la tarde, recibo en mi teléfono dos mensajes de mi operadora  en los que se me comunica que tengo un cargo adicional en mi próxima factura de 25,5234.-€, impuestos no incluidos, y que mi servicio de Llamadas Especiales ha sido desactivado con éxito, y que para más información puedo llamar al 2206.  Alertada por estos dos mensajes y el comentario de una amiga, a la cual le había contado la odisea de la mañana, llamé a dicho número respondiéndome una señorita que me dice que ese cargo se corresponde a la llamada que hice por la mañana y de cuyo hecho e importe se me había tenido que informar por una locución de la Compañía en el momento en que estaba realizándola, locución que era previa a la que te pone la empresa a la que corresponde el número de tarificación adicional la cual, dicho sea de paso, está grabada por una persona con acento sudamericano y a un número de revoluciones por minuto que no hay oído humano que logre captar lo que dice. Ante mi insistencia y la de ella en nuestras posiciones encontradas de que sí o de que no había existido dicha locución de mi operadora, y de que,  además, yo tengo ese tipo de llamadas desactivadas de mi línea, le digo que quiero poner una reclamación, remitiéndome entonces al teléfono 1470.  

Esta mañana, al llegar a mi despacho, (después de pasar por la Consejería de Consumo a presentar la reclamación que no pude presentar ayer), me pongo manos a la obra y llamo al 1470. Y cuál es mi sorpresa cuando me dice el chico que me atiende, con acento sudamericano, que no puedo poner una reclamación por el motivo que alego y, para más “inri”, me dice que va a pasar a comentarme las ofertas que la Compañía tiene para mí.

Estupefacta e indignada ante la situación, le digo que voy a colgar y volver a llamar para intentar hablar con una persona que me entienda y a la cual yo entienda, haciéndolo hasta un total de seis veces, en mi intento de que me cogiera alguien con acento español, saliéndome siempre un chico/a de acento sudamericano. Como veía que era misión imposible, a la séptima llamada le dije al chico, llamado Giovani, que si me podía pasar con un agente de acento español porque aunque yo no tengo nada en contra de las personas de habla sudamericano, era evidente que ni ellos me entendían ni yo los entendía a ellos. El chico, muy amablemente, me respondió que eso no era posible pero que le explicara qué me ocurría por si lográbamos entendernos ambos y me podía ayudar.

Después de explicarle todo lo que me estaba pasando y la razón por la que quería reclamar, me dijo que lo único que podía ofrecerme era un descuento de 10.-€ del importe de la llamada, a lo cual le dije que no, que yo tenía desactivadas las llamadas a ese tipo de teléfonos y que, por tanto, no entendía por qué se había realizado la llamada y que no tenía por qué pagar absolutamente nada, a lo cual respondió que estaba en mi derecho y que entonces, me recogía la reclamación y ya la Compañía, quizás a través de él mismo, se pondría en contacto conmigo en 48-72 horas para darme una contestación.

Es tan indignante, frustrante y causa tal impotencia este tipo de situaciones a las que nos vemos sometidos diariamente que, muchas personas se conforman y desisten de reclamar. Pero yo les pregunto: ¿qué es mejor, morir en el intento por hacernos escuchar cuando llevamos razón en lo que reclamamos o permanecer impasibles y dejar que las empresas, organismos  y demás poderes se salgan con la suya y sigan abusando de su superioridad en detrimento de nuestros derechos y de nuestra dignidad como seres humanos?

Ya está bien, luchemos por lo que es justo.

Eva María Reyes Barroso 

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