50 AÑOS DE LA LIBRERÍA SALTÉS

Jesús Carrasco, un cazamariposas entre ‘Intemperie’ y “una luz cegadora”

El autor de la exitosa novela ‘Intemperie’, Jesús Carrasco, fue en la Casa Colón protagonista del 50 aniversario de la Librería Saltés. Desentrañó cómo percibe, cómo crea, cómo perfecciona sus métodos y asimila todo lo que le ha venido para seguir haciendo camino.

Jesús Carrasco, un cazamariposas entre ‘Intemperie’ y “una luz cegadora”

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Jesús Carrasco, un cazamariposas entre ‘Intemperie’ y “una luz cegadora”

Unos dicen que el amor mueve el mundo, otros que el dinero. Probablemente el mundo cambia con los designios de estos y otros magnos elementos y en el cúmulo de causas y consecuencias también ocupa su incalculable cuota la literatura. No transforma el mundo a lo grande, de un golpe, pero modela, a su ritmo, vidas con las letras que unen a autores y lectores, historias para vivir más allá de la rutina. 

Que se lo digan a las personas a las que un libro les abrió una puerta -por la que se colaron otros cuantos libros- a otro modo de ver y sentir las cosas. Que le pregunten a una librería como Saltés, que cumple en Huelva 50 años de trayectoria, siendo nexo imprescindible, el retén que custodia un puente siempre amenazado. No hace falta que se lo recuerden a un escritor como Jesús Carrasco, que tiene muy presente cómo su novela ‘Intemperie’ le dio la oportunidad de tener más tiempo para observar el mundo con su sensibilidad especial e impregnar sus textos de toda la intensidad que le caracteriza. 

El autor pacense, de 50 años y más de 30 escribiendo, fue el protagonista especial de la celebración del cumpleaños de este rincón donde los libros respiran su ambiente y esperan ser encontrados. En el Salón Rojo de la Casa Colón, Carrasco desentrañó cómo percibe, cómo crea, cómo perfecciona sus métodos y asimila todo lo que le ha venido con el éxito para seguir haciendo camino en su pasión. En él es un cazamariposas que avanza desde ‘Intemperie’ a la “luz cegadora” de su próximo trabajo. 

Jesús Carrasco, un cazamariposas entre ‘Intemperie’ y “una luz cegadora”

Daniel Mantero, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Huelva, abrió el acto y opinó que “no debería ser noticia en una sociedad normal” que una librería cumpliera 50 años de vida. Alabó la “valentía” de Estrella Villalba, la persona que tomó el testigo en el momento más crítico del establecimiento para que siguiera adelante, compromiso que ella misma reafirmó. 

El foco pasó a Jesús Carrasco, agradecido por estar unido en la cincuentena a la librería, con el deseo de beneficio común de más años y libros vendidos para ambos. Para darse más a conocer ante su público, le acompañó el periodista de Canal Sur, Rafa Adamuz, también escritor. Ejerció de conversador curioso y con la maestría de su oficio guió el interesante recorrido. 

Adamuz, gran conocedor de la obra del protagonista desde que le enganchó en un avión rumbo a Miami, destacó de su firme estilo la intensidad sostenida con compleja sencillez en cada línea, la clave para que la lectura de sus historias se acople a la respiración. Introdujo el término de “poda”, pues el autor sevillano entiende que la escritura es un proceso en el que se “quita lo que sobra, se pule” y él es de volcar mucho material para a partir de ahí desarrollar un trabajo “más parecido al de un escultor” hacia lo exacto.

Antes de todo eso, se produce un proceso común pero mágico en la sensibilidad de cada uno: percibir el entorno y extraer lo jugoso. A Jesús Carrasco no le visitan las musas y la inspiración es más una actitud, una escudriñadora mirada. Siempre le acompaña una libreta y un bolígrafo que empuña como “un cazamariposas”, con el que atrapa todo lo que considera de de interés a su alrededor. Así, lo mismo refleja la “experiencia telúrica” de sentir la tierra en sus manos, que garabatea una idea que luego le cuesta leer, esboza un dibujo, anota que el PP está “en combustión”… pero sobre todo plasma frases que le conducirán hacia una novela. 

Jesús Carrasco, un cazamariposas entre ‘Intemperie’ y “una luz cegadora”

En ese constante desempeño han ido surgiendo las líneas maestras de sus tres novelas, que también requieren, tras la concienzuda construcción de las páginas, de descanso y maduración, de una necesaria distancia antes de enfrentarse de nuevo a lo escrito para redondearlo. En el camino también se suceden los “bloqueos” y precisamente la exitosa ‘Intemperie’, traducida a más de 20 idiomas, se desbloqueó en una mirada al mar desde un hotel de Punta Umbría en un viaje con el que obsequió a su mujer. Cosas del karma, hubo recompensa. 

La figura delgada de atleta de fondo, en la que resalta un poblado bigote, es una imagen que queda en un segundo plano al desenvolver sus ideas con una voz que acapara toda la atención. En un tono agradable, sin aspavientos en los gestos ni estridencias, con sentido del humor, pero sobre todo, explicándose maravillosamente, Carrasco se hace entender y hace posible un vínculo similar al que recrea con su literatura, sin la añadidura de las redes sociales. 

Este hijo de maestro y ama de casa relató cómo el ámbito rural siempre le ha sido cercano, cómo es ser autónomo, redactor de agencia de publicidad, ‘montabares’… Dio saltos entre Olivenza, Torrijos, Sevilla, Estocolmo, Edimburgo… De todo eso hay en ‘Intemperie’, ‘La tierra que pisamos’ y ‘Llévame a casa’. Y quizás también en dos novelas guardadas en el cajón por ser fallidas. 

Jesús Carrasco, un cazamariposas entre ‘Intemperie’ y “una luz cegadora”

Carrasco explicó cómo pudo escribir sin más conciencia que la propia sus primeras obras, pero que al convertirse en todo un ‘pelotazo’ su novela ‘Intemperie’ percibió “no presión”, pero sí “el sentirse observado”, algo que al final cala en la literatura. Como una inocencia irrecuperable, se transformó su percepción de todo lo que implicaba el mundillo literario. Ya sabía lo que era pasar por ferias internacionales de la talla de la de Estocolmo, transitar con humildad y sorpresa las estancias de los Premios Nobel, cenar con ministros, codearse con Colm Tóibín y sus discursos a la nada, encadenar entrevistas y viajar mucho.

Sin embargo, ese éxito le permitió tener el respaldo necesario para ser exclusivamente escritor. Se llevó a su familia tres años a Escocia y ahí asimiló todo y se reencontró con la calma para seguir armando textos, con la comprensión y complicidad de su editora en los momentos de flaqueza. 

Aparentemente Jesús Carrasco no ha dejado de ser el mismo, pero enriquecido por las nuevas experiencias. Con gracia planteaba cómo su familia era la antítesis de la real británica, con su Carlos III cabreado con los tinteros. Él puede presumir de la pinacoteca de factura imperfecta que le dejó su padre en museo del ‘Pradito’ ubicado el garaje. Pero sobre todo de cómo se ha criado, la importancia del trabajo y el esfuerzo y cómo ha tomado conciencia del “cuidado en la sociedad”, algo básico. Subrayó que hay que mirarse menos el ombligo y cuidar a los demás. Sólo así entiende las relaciones personales y así lo resalta en su obra. 

Jesús Carrasco, un cazamariposas entre ‘Intemperie’ y “una luz cegadora”

En esta línea va su siguiente obra, que tras las tinieblas de las dos primeras novelas y una tercera más luminosa, la próxima -que podría llegar sobre esta fecha en 2023- porta “una luz cegadora”, dijo exagerando un poco. Será “una especie ensayo” y bajo el título ‘Elogio de las manos’, busca reconocer y adentrarse en la importancia del trabajo manual. Cuenta con la ayuda de Antonio Muñoz Molina, quien le está aportando textos de referencia como uno de Juan Ramón Jiménez. 

Y al final, en la ronda de preguntas del público, donde recibió muchos elogios, aseguró que está “satisfecho” con la ‘Intemperie’ que Benito Zambrano llevó al cine, porque es consciente de que se trata de “una adaptación cinematográfica” y la novela apenas tiene diálogos. No obstante, ensalzó que mantuviera la esencia la relación entre el cabrero y el niño y que la historia se desenvolviera más que bien en un ‘western ibérico’. 

De momento, no hay interés para que sus otras novelas sigan el mismo camino, pero para Jesús Carrasco eso es “una bola extra” y seguirá a lo suyo. De su libreta saldrán más novelas, pues no se come con relatos ni poesía. Cuenta con las herramientas para escribir, pero considera más importante aún ser “muy observador”. Por supuesto, empuñando el cazamariposas.

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