Los inicios no son fáciles

Llegar hasta aquí no ha sido fácil. Nadie en su sano juicio espera que al mirar al abismo en blanco de un folio aparezca la palabra depresión, para teñirlo todo de negro. Y siendo honesta, ojalá fuese tan fácil. 

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Los inicios no son fáciles

Recuerdo, de forma leve, como vienen a la cabeza los recuerdos de niños, que la primera vez que pronuncié esa palabra tendría unos 14 años. Luego, la olvidé, rápido y por un período largo de tiempo, por suerte.

Los inicios no son fáciles
Los inicios no son fáciles

¿Porque sabes qué? A pesar de todo, que es mucho más, por suerte tengo la fortuna de poder seguir yendo a trabajar, me sigo dando por completo e intento disfrutar y seguir aprendiendo en mi trabajo, sigo opositando y sigo escribiendo. Y me lo digo cuando se me olvida: ¡Puedes! Por eso sé que tú o la persona en la que has pensado al leerme, también puede, solo que quizás necesita recordárselo. 

No estás sola, de verdad, y no eres la única, aunque esta enfermedad te lleve a pensarlo. ¡Podemos!, porque juntas somos más; e iremos, sin dudas, a mejor. 

  Recuerdo, de forma leve, como vienen a la cabeza los recuerdos de niños, que la primera vez que pronuncié esa palabra tendría unos 14 años. Luego, la olvidé, rápido y por un período largo de tiempo, por suerte.La primera vez que la escuché con referencia a mí fue el año pasado: “nena, deberías ir al médico. Tú necesitas una baja, lo que tienes es una depresión”. La escuché de una amiga, que por entonces era compañera de trabajo. Después de ella y  a lo largo de ese año, tuve que oírla multitud de veces más. Cada vez llegaba más clara a mis oídos, pero yo evitaba retenerla y la dejaba ir como se deja ir aquello que no se sabe propio. Porque yo no supe verlo, no quise verlo hasta que el cuerpo me paró de golpe. Casi acabada la misión, mi batalla, el curso; por aquella idea mía de no dejar nada a medias y mucho menos a “mis niños y mis niñas”, porque yo soy maestra ante todo. Pero el cuerpo un día no me dejó levantarme de la cama, literalmente. Un dolor de cabeza que en un principio parecía ante los ojos de los médicos y de mis seres queridos cualquier cosa grave que podáis imaginar, menos una mera consecuencia de lo que arrastraba. Algunos ya sabíamos qué podía haberlo provocado; Pero aún faltaba información. Faltaron señales de alerta, de esas que invisibilizamos los que estamos dentro de esta enfermedad; de esas mismas por las que se culpan de no ver los que están cerca de nosotros. De esas por las que hoy estoy aquí, después de haberlo pensado mucho, por si a alguien puedo ayudar contando algunas que yo vi en mí y que mostré sin darme cuenta a los otros, para evitar que arañéis el fondo como yo lo hice. ¿Porque sabes qué? A pesar de todo, que es mucho más, por suerte tengo la fortuna de poder seguir yendo a trabajar, me sigo dando por completo e intento disfrutar y seguir aprendiendo en mi trabajo, sigo opositando y sigo escribiendo. Y me lo digo cuando se me olvida: ¡Puedes! Por eso sé que tú o la persona en la que has pensado al leerme, también puede, solo que quizás necesita recordárselo.  No estás sola, de verdad, y no eres la única, aunque esta enfermedad te lleve a pensarlo. ¡Podemos!, porque juntas somos más; e iremos, sin dudas, a mejor.  esthergoroez.escritos 

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