EN SERVISA

Un tanatorio de Huelva despide a una trabajadora tras denunciar que era obligada a vestir falda y tacones

11.32 h. El sindicato CGT Huelva denuncia que una trabajadora de Servisa (funeraria de Ocaso), que trabaja en la recepción del tanatorio viejo, ha sido despedida tras interponer una demanda por ser obligada a llevar falda y tacones de 9 centímetros. No es la única trabajadora en España que se ha rebelado: 'Nos dicen que estiliza'.

Un tanatorio de Huelva despide a una trabajadora tras denunciar que era obligada a vestir falda y tacones

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Un tanatorio de Huelva despide a una trabajadora tras denunciar que era obligada a vestir falda y tacones

Vanesa S., empleada en la delegación de Valencia, logró en 2019 un acuerdo en el que quedó por escrito que la plantilla podría elegir entre vestir pantalón o falda y calzar zapato plano o zapato de tacón. Para ello fue necesario llegar al Tribunal de Arbitraje Laboral de la comunidad, que emitió una resolución revisada por este periódico.

Pero la empresa sigue con la misma política, explica Vanesa a El Periódico de España. Una de mis compañeras pidió pantalón y le dieron falda alegando que no había. Cuando las compañeras de otras delegaciones se quejan, les dicen que son las únicas. Yo me encargo personalmente de que toda la gente nueva sepa que existe este documento, porque me parece injusto. También averiguo si han pagado o no las medias y consigo que lo hagan.

Servicios Especiales S.A, el nombre completo de la compañía, tiene tanatorios en 43 ciudades españolas y emplea a más de 600 personas.  La dispersión geográfica de la plantilla y la diversidad de convenios laborales (cada provincia tiene el suyo y algunas carecen de él) limita la capacidad organizativa de las trabajadoras. Pero la veda ya está abierta.

El caso de Sara llegará a los tribunales. Fue despedida tras demandar a Servisa por discriminación sexual y convocar elecciones sindicales, ya que en Huelva aún no tenían comité. La empresa la obligaba a llevar tacón pese a presentar un informe médico sobre su hernia discal. En el acto de conciliación de esta primera demanda, la abogada consiguió que Servisa se comprometiera por escrito a entregar a Sara un pantalón y zapato plano.

Puse la demanda en noviembre de 2020, estando ya de baja por depresión [causada por el trabajo]. Me reincorporé en febrero y a los veinte días me despidieron por falta de buena fe contractual, relata. En esa corta estancia monté una sección sidical y cogí firmas para convocar elecciones, siendo yo la única candidata. Eso les sentó mal: encima de que les demando convoco elecciones sindicales. Mi abogada me dijo que firmara no conforme. Esta causa está a la espera de ser resuelta.

Vanesa, la empleada de Valencia, sitúa el comienzo de los problemas en la llegada de un directivo, José Antonio de la Fuente, a las oficinas centrales de Servisa. Desde hace unos meses, De la Fuente no trabaja en la empresa.

Yo soy de las chicas más antiguas, llevo desde 2009. En aquel momento solo había dos delegaciones con recepcionistas y el protocolo no era tan riguroso. Íbamos con pantalón y el zapato que quisiéramos, acorde al uniforme. En Valencia teníamos directora mujer. Ella iba con vestidos y tacones, pero nos dejaba apañarnos, explica. En esta delegación sí hay comité, del que Sara es delegada.

Un tanatorio de Huelva despide a una trabajadora tras denunciar que era obligada a vestir falda y tacones

Cuando llegó él en 2016 implantó el uniforme en toda la empresa. Nos cambiaron el zapato y, sorpresa, era de tacón fino y alto. Yo me negué. Pasamos mucho tiempo de pie y un tacón así hace daño. Él, con mala leche, me dijo que se lo había probado y que era muy cómodo. Nos decía que nos estilizaba. Y la falda es muy incómoda, se te sube y tienes que estar bajándola, continúa. Hablé con compañeras de otras funerarias y solo Servisa obliga a las mujeres a llevar falda y tacón.

Vanesa se informó antes de tomar acciones legales. El convenio colectivo de pompas fúnebres de Valencia no distingue entre ropa de trabajadores y trabajadoras. Yo quería quitar ese estigma de que la mujer solo puede ir con falda. Ahí empezó una campaña de acoso y derribo que terminó conmigo de baja por ansiedad, añade. Al ser yo el enlace sindical y no pasar ni una, vinieron a por mí.  Entre otras situaciones, explica que fue coaccionada por un directivo insistiendo en que en la empresa se hacía lo que él dijera y que, al ofrecerle un cambio de departamento, pidió ser conductora y se le dijo que dónde se había visto a una mujer conduciendo un coche fúnebre. 

La plantilla, según se puede comprobar en las cuentas oficiales de la empresa, es muy masculina: hay 525 hombres y 154 mujeres, la mayoría recepcionistas. De doce años en la empresa, he estado siete aguantando situaciones vejatorias, continúa. Me armé de valor y puse una denuncia colectiva. La abogada creía que era la mejor fórmula para ganar la situación, porque en mi delegación hay más mujeres a las que se obligó a firmar un papel renunciando al pantalón.

Fue esta denuncia la que terminó en un arbitraje laboral, una vista con moderadores para mediar entre las partes. Cuenta Vanesa que la empresa insistió en que ni discriminaba por sexo ni los tacones tenían 9 centímetros. Dije: espera un momento. No contaban con que llevaba los zapatos conmigo. Me agaché, saqué el tacón y el juez se echó las manos a la cabeza, dice.

Con su resolución, Vanesa logró que sus compañeros hombres también se beneficiaran. Cada uno tiene sus problemas. Si mis compañeros necesitan otro tipo de zapato más cómodo, pueden pedirlo, dice.  El acuerdo indica que la empresa abonará el importe del zapato —dentro de unos modelos aprobados— en caso de que el trabajador no coja el proporcionado por ella.

La Justicia española ya ha dictado varias sentencias que consideran discriminatorios los uniformes diferenciados entre hombres y mujeres.  El Supremo falló en 2011 que la imposición de cofia, delantal con peto falda y medias a las enfermeras y auxiliares del Hospital de Cádiz, sin posibilidad de opción por el pijama sanitario de los hombres era discriminatoria. 

Asimismo, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid dio la razón en 2015 a una guía de Patrimonio Nacional que había sido suspendida de empleo y sueldo por negarse a llevar tacones en su trabajo.

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