OJO DE HALCÓN
¿Pero quién ha invitado a la derecha al 28F?
La izquierda actúa como si el andalucismo fuese un club privado fundado por ellos
Les aflora uno de los vicios del nacionalismo: patrimonializar el territorio y negar al otro

«Lo que el pueblo andaluz conquistó el 4D en las calles y el 28F en las urnas, a día de hoy lo vemos peligrar con la gestión de Moreno Bonilla», alerta el secretario de Organización del PSOE andaluz. Es una idea obsesiva de la ... izquierda sobre todo al aproximarse el 28F, días en los que de repente les fluye la sangre blanquiverde por las venas. Ángeles Férriz, portacoz parlamentaria, en el arrebato faltón de cada semana sostenía que «Moreno Bonilla está desmantelando a todo trapo todo por lo que luchó Andalucía en el 28F». Todo y a todo trapo. ¿Realmente no reparan en que ese dramatismo, esa alerta de una amenaza fatal, es sustancialmente ridícula?
Más allá de transmitir algo tan chusco como que los andaluces han sido engañados por quienes quieren destruirlos —«Timeo Peperos et dona ferentes», emulan la Eneida con la guerra de Troya: Temed a los peperos y los regalos que traen— sugieren que los andaluces se han entregado ciegamente al PP dándole una mayoría absoluta con la que los arrasarán mientras arrinconan a sus verdaderos protectores del PSOE.... La izquierda actúa como si el andalucismo fuese un club privado, fundado por ellos, donde pueden ejercer el derecho de admisión para vetar la entrada de liberales, conservadores y democristianos, puesto que la extrema derecha ya se excluye sola.
Comparten esa ficción con la izquierda radical, como Adelante Andalucía: «Nos parece una auténtica barbaridad que el señor Bonilla, que se dice andalucista pero no lo es, utilice la autonomía que tanto costó a nuestros padres, a nuestras madres, a nuestras abuelas, para justo lo contrario de lo que querían conseguir nuestro nuestros abuelas. Él la quiere usar para evitar que los ricos paguen impuestos». Al parecer los andaluces no querían «libertad, amnistía y estatuto de autonomía», como se coreaba en las calles, o sea, libertad, democracia y progreso, sino que su verdadera lucha era que jamás hubiera alternancia de programas electorales.
Todo esto es sectario, pero sobre todo ridículo. «Nos repugna que el Gobierno de Moreno Bonilla utilice este 28F de manera partidista», gimotean en el PSOE, recordando que ellos siempre celebraron el 28F «desde el corazón y la sensibilidad». Qué cosas. Quizá en el PSOE deberían andarse con tiento, porque una cosa es provocar tensión, y otra empezar a provocar risa. Y todo esto es de risa.
Va de suyo que en el infantilismo creciente de la política, unos y otros practiquen ese discurso maniqueo de «somos los buenos y ellos los malos», pero apropiarse del andalucismo, del sentimiento de pertenencia a la tierra –no el andalucismo en su acepción política, de carácter nacionalista– es absurdo. Pero al final ahí les aflora uno de los vicios del nacionalismo: patrimonializar el territorio y negar al otro, ya sea un enemigo exterior o interior. En definitiva, como si hubiera buenos modos y malos modos de ser andaluz, y sólo en la izquierda se pudiera ser buen andaluz.
Jurassic Park 28F
En el Parque Temático del 28F han reaparecido dos monstruos de la Transición (monstruos en el mejor sentido), dos tiranosaurios de la época, renacidos no mediante la clonación de su ADN, sino viajando en el tiempo con su tarjeta dorada: Rojas Marcos y Rafael Escuredo, pleiteando esta semana sobre la memoria del andalucismo.
Rojas Marcos debería vencer la tentación de reescribir los errores del Partido Andalucista, pero es legítimo que trate de corregir lo distorsionado. Y tiene cierta razón en que el Museo de la Autonomía es una «catedral del PSOE». La respuesta de Escuredo fue negarse a perder un minuto «en el jardín de los perdedores y de los suplantadores. Viva Andalucía libre». Después sí perdió un minuto en otro tuit contra el viejo líder andalucista: «Judas se vendió por unas monedas de plata, desde entonces la vergüenza por los siglos le acompaña». Se ve que no hay edad para caer en el zasca tuitero.
Es sabido que la historia la escriben los vencedores. Y el PSOE venció de largo entonces. Por eso sostenían su portavoz esta semana que «la historia ya está escrita». Y ahí se equivocan. De hecho la frase completa es «La historia la escriben los vencedores pero el tiempo da voz a los vencidos». El PSOE ha dominado hegemónicamente Andalucía durante décadas, y creó su relato, no un puro «fake», como dice Rojas Marcos, pero sí muy a su media. Y por tanto los ajustes serán inevitables. Eso sí, por los historiadores. Entretanto Rojas Marcos presiona para que se reescriba la historia que el PSOE reescribió durante cuarenta años.
Un error de la izquierda
Juanma Moreno ha tenido una hoja de ruta para asentarse en el poder: reproducir en buena medida la hoja de ruta que utilizó el PSOE para hacerlo. En muchos aspectos ha hecho lo mismo. Y sin duda repetirá errores, pero en su andalucismo tiene la oportunidad de corregir otros: evitar el centralismo, entender la totalidad compleja de Andalucía. El PSOE llegó a identificar Andalucía con el Guadalquivir (así se escribió en el Estatuto de 2007, aunque después acabaron por corregirlo) desentendiéndose demasiado de la fachada mediterránea. Ahí empezó su declive. Y esa historia no se puede reescribir. Pero sí se puede no repetir.
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