Crítica
Portichuelo: «Familia y familiaridad»
Éste establecimiento es un auténtico guardián de las tradiciones gastronómicas de Huelva
Recomendado
En un mundo tan globalizado como el que nos apabulla por todas partes, encontrar lugares auténticos y con identidad propia, resulta mágico. Hoy por hoy es uno de los más claros referentes de la gastronomía onubense y verdadero estandarte del buen hacer culinario en la ciudad de Huelva.
Con tres generaciones compartiendo las riendas de este céntrico local, es precisamente la personalidad de sus propietarios una de sus mayores señas de identidad.
Uno de esos restaurantes en los que el tiempo se detiene y a los que se va a disfrutar, no solo de una magnifica comida, si no de verdaderos momentos únicos, tertulias inolvidables y sobremesas que pueden convertirse en eternas, donde se arregla el mundo en un momento y se llega a unir la comida con la cena.
Su propuesta la podemos denominar clásica o tradicional, con una oferta de productos locales de primerísimo nivel en cuanto a carnes, mariscos y pescados y un abanico de guisos caseros, de esos que ya se ven cada vez menos, que hacen las delicias de cualquier comensal.
El maravilloso Mercado del Carmen de la ciudad es una gloriosa despensa de la que en esta casa hacen buen uso.
En esta visita, además de la habitual degustación de cortesía, que este día tuve la suerte de que fuese una cazuelita de potaje de habichuelas con perdiz y gurumelos soberbio, he probado el revuelto de la casa, que se ha convertido en su plato estrella sin lugar a duda, una suerte de huevos rotos con jamón, patata pochada y pimiento verde que sabe a gloria; junto a este, un tomate aliñado de esos que han creado escuela, de gran calidad y tamaño, pelado, aspecto que hace que suba a otro nivel, con un buen aceite Olipaterna y un poco de sal gorda.
Y como remate de los entrantes, para no dejar de lado una de las joyas onubenses, nos tomamos unas gloriosas gambas cocidas, en su punto justo, a mí me gustan algo cortas de cocción y de un tamaño espectacular.
Para continuar la comida nos sugirieron compartir dos principales y así poder ampliar el abanico degustativo. Aceptando la sugerencia nos inclinamos por un brazuelo de cordero deshuesado, que sinceramente lo hacen soberbio, al horno con una salsa espesa y acompañado de patatas fritas en tacos y un pargo que nos trajeron en dos elaboraciones, una de las caras frita en tacos junto a las espinas y la otra a la plancha, muy jugosa, todo acompañado de verduras y unas patatitas fritas que reconozco que son mi debilidad y las suelo sustituir habitualmente por cualquier otro acompañamiento.
Regamos la comida con un tinto muy asequible y de gran relación calidad precio, Amaren de bodegas Luis Cañas y rematamos la comida con un estupendo tocino de cielo, uno de los mejores de la ciudad.
El local cuenta con una gran terraza en una de las plazas más coquetas de la ciudad, una animada zona de barra y mesas altas y un elegante comedor en el que mantener encuentros de más seriedad.
El servicio sufre las complicaciones del gremio hoy en día, pero se solventa con maestría por los tres miembros de la familia que dirigen al equipo amoldándolos a su forma de trabajar. Liderados por el bueno de Manolo Gómez, que es todo un referente de este mundo del buen comer en la capital onubense. Tras él, su hijo Iván, tomando ya el relevo con solvencia y, tras éste, su nieto Iván haciendo un rodaje que ya lleva muy avanzado para que este barco no deje de navegar y siga siendo uno de los mayores referentes de la gastronomía de y en nuestra provincia.
