Arrieros: «Finezza serrana»
Un destino único e imprescindible en la sierra de Huelva, ahora que empiezan las primeras lluvias y excursiones del otoño
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¿Puede una cocina enclavada en un pueblo de apenas doscientos habitantes de la Sierra de Aracena -y basada principalmente en el ibérico- ser de una sutileza tal que haga que se peregrine para intentar conseguir una de sus pocas mesas?
La respuesta es el restaurante del que hoy hablamos, Arrieros. Llevado con pasión y perfección por una pareja singular desde hace más de 30 años, concretamente desde que él heredara el bar que sus padres tenían junto a la fuente de la placita de abajo.
El local es sencillo y honesto, y la carta corta y ordenada con enfoque lógico en el ibérico: presa, carrilleras, pluma, castañetas, lengua… Luego están los «fuera de carta» que varían en función de la temporada y de la inspiración del día de su cocinero. Así, en pocas semanas las setas serán el complemento perfecto a su oferta.
La bebida y el aperitivo de la casa llegan enseguida. Hoy disfrutamos de unas espléndidas papas aliñadas y enseguida llega un paté de higaditos que se lleva un bollo de pan entero. Uno de sus platos estrella es la sopa de tomate con mermelada de higos, que nada tiene que ver con la que acostumbramos a tomar en Sevilla sino que es del tipo 'campbell', pero qué delicia. No hace falta que la pruebes para que el aroma de sus ingredientes naturales - muchos de ellos de los alrededores del pueblo- te colmen el alma. A continuación, probamos una de las maravillosas locuras de Luismi, un magnífico revuelto de morcilla, langostinos y vainilla, con toda la potencia serrana que cabría esperar pero a la vez un plato delicado.
Llegan a la mesa unos riñones sobre puré de patatas trufado inmenso y que pese a la potencia de ambos los dos sabores mantienen equilibrado su esplendor.
Una presa de pluma ibérica, con textura de hamburguesa y sabor pleno rematan la faena antes de que nos ofrezca su exquisita poleá hecha, cómo no, con harina de bellota.
Los platos presentados perfectamente, el ritmo del servicio que acompasa al del pueblo, los aromas de cada plato que nada más llegar desnudan todos sus ingredientes, los sabores profundos, el calor de hogar y de la bienvenida de Adela….¿podría ser un estrella michelín? Sí, pero ya no sería lo mismo.
