NUTRICIÓN

Voces contra la implementación del etiquetado Nutri-Score en España

Voces contra la implementación del etiquetado Nutri-Score en España

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Desconcierto y preocupación, son dos de las palabras que mejor resumen lo sucedido en 2018 cuando la exministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, anunció la implantación del sistema de etiquetado frontal nutricional Nutri-Score en España. En ese entonces, fueron varias las voces que se manifestaron en contra del sistema. La Federación Empresarial de Carnes e Industrias Cárnicas (FECIC), la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA), la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), la Asociación Interprofesional del Cerdo Ibérico (ASICI) y hasta incluso la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), se mostraron reticentes ante el anuncio de Sanidad. ¿El principal problema? Las simulaciones del funcionamiento del sistema Nutri-Score auguraban una mala clasificación para los alimentos básicos de la dieta mediterránea, oficialmente reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, frente a una mejor clasificación de otros productos como los refrescos.

“El sistema Nutri-Score clasifica a los productos en buenos y malos, lo que puede tener un impacto negativo”, explicaba en 2019 Ignasi Pons, voz destacada de la Federación Empresarial de Carnes e Industrias Cárnicas (Fecic) en representación de la industria cárnica. Declaraciones similares a las de expertos de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición que aseguraron que “este método quizás no es el óptimo ya que puede generar confusión en los consumidores, especialmente si la elección del alimento se basa únicamente en este código de colores”, explicaban desde la sociedad de endocrinólogos. Refiriéndose así, a otra de las principales críticas contra este sistema, relacionada a su simpleza.

Tal como lo explica el documento oficial colgado en la página web del Ministerio de Consumo, el logotipo nutricional Nutri-Score consiste en cinco colores, de verde oscuro a rojo, asociados a cinco letras, de la A a la E. A su vez, estas categorías describen cinco niveles de calidad nutricional. El problema, para muchos, es que la clasificación en cada categoría se realiza a través del cálculo de una puntuación global relativa al contenido de nutrientes en 100 gramos de producto y no se basa en las porciones consumidas. De esta manera, se distingue entre nutrientes “menos favorables” (calorías, azúcares, ácidos grasos saturados y sodio) y los “más favorables” (proteínas, fibra alimentaria y porcentaje de frutas, hortalizas, legumbres, frutos secos y aceites de oliva, colza y nuez). Es por ello que los críticos consideran que este sistema no educa, ni informa al consumidor.

“El semáforo nutricional Nutri-Score es un modelo simplista que no educa al consumidor, sino que demoniza determinados alimentos basándose en una clasificación por colores”, afirmaban tiempo atrás desde la Asociación Interprofesional del Cerdo Ibérico. Opinión que fue respaldada también por la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB), que también criticó al sistema al considerar que “confunde a los usuarios y no tiene en cuenta las costumbres de ingesta españolas”.

Si bien ya han pasado algunos años desde aquel anuncio de Sanidad y de la ola de críticas por parte de distintas asociaciones, el debate sigue abierto. Especialmente ahora que el ministro de Consumo, Alberto Garzón, ha decidido seguir adelante con la implantación definitiva del Nutri-Score, que según sus dichos, entrará en vigor en 2021. El tiempo que ha transcurrido, no ha servido para despejar todas las dudas que surgen con respecto a este sistema y son varios los que aún consideran que el etiquetado elegido por España no es el que mejor se adapta a la dieta de los españoles.

Es por ello que muchos aún insisten en revisar la elección del sistema y considerar alternativas que se adapten a la alimentación de los españoles, como podría ser el caso del sistema de etiquetado presentado recientemente por Italia, conocido como Nutrinform Battery.  Un sistema de baterías que no demoniza ningún producto, sino que parte de la base de que una dieta equilibrada está condicionada por las cantidades consumidas y por la frecuencia de consumo. Quizás el punto más positivo de este diseño es que informa a los consumidores al indicar si están superando los umbrales diarios recomendados de calorías y nutrientes. Sin contar que además, el sistema italiano está enfocado en la defensa de ciertos ingredientes estrella de la dieta mediterránea, como el aceite de oliva. Contrario a lo que sucede con el Nutri-Score.

“Este sistema tiene algún inconveniente no pequeño; por ejemplo, con un producto estrella y muy saludable español: el aceite de oliva, que al tener un elevado porcentaje de grasa tiene baja puntuación, con lo que se puede crear confusión”, respondía en 2018 el vocal nacional de Alimentación del Consejo General de COF, Aquilino García Perea, al ser consultado sobre si el sistema Nutri-Score era un código adecuado para España.

A la misma conclusión han llegado expertos del Comité de Nutrición de la Fundación Española del Corazón (FEC), quienes recientemente han expresado que “el Nutri-Score debería velar por favorecer a la dieta mediterránea como mejor paradigma en la salud cardiovascular”. Sus declaraciones coinciden también con las de los miembros de la Red Europea del Corazón (EHN), quienes aseguran que “el algoritmo actual del Nutri-Score no contribuye a la prevención de enfermedades cardiovasculares de manera óptima”.

No son pocas las voces que durante estos últimos años se han manifestado contra la adopción del Nutri-Score en España. Pero más importante aún es que estas voces corresponden a asociaciones de consumidores, nutricionistas y otros expertos, lo que les da legitimidad a sus planteos. Sorprende entonces, que en medio de tantas críticas, España haya decidido avanzar con un sistema imperfecto que no se adapta a la dieta de los españoles. Más aún sabiendo que la Comisión Europea aún no ha dado luz verde a un único modelo de etiquetado armonizado entre los países comunitarios. Lo que lleva a muchos a preguntarse por qué España se ha apresurado en realizar una consulta pública en tiempo récord, cuando aún quedan muchos puntos por definir y otras alternativas por considerar.

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